Capitán Jenny - Capítulo 14

CATORCE

En ese momento, el Buena Esperanza ejecutó un viraje y enfiló directamente hacia ellos cubriendo sus costados de un posible ataque, dando a entender que preferían la lucha cuerpo a cuerpo. Sus velas cuadradas en el trinquete y el palo mayor y las latinas en el palo de mesana destacaban en la semioscuridad como faros que azuzaron a la tripulación del Melody Sea, cuyos gritos se elevaron ensordeciéndolo.

Nick vio que Jenny corría hacia el castillo de proa sin dejar de pasar órdenes a sus hombres. No le cupo dudo que estaba en su salsa. Otra mujer estaría en esos momentos rezando en su camarote por salir viva de la batalla que se acercaba, pero no Jenny Cook, ella incitaba a sus hombres, les animaba gritando que estaban a punto de conseguir un buen botín. Y no se equivocaba en absoluto, los galeones españoles solían ir repletos de mercancías valiosas: herramientas, armas, municiones, tejidos, especias… Plata y oro. Un bocado exquisito para los corsarios ingleses y para la Corona, que se llevaría un buen pellizco.

Nick se enjuagó el agua que le caía sobre rostro y cabello, pendiente de cada uno de los movimientos de la muchacha. Hacía tiempo que no entraba en combate, pero por sus venas corría ya desaforada la sangre y comenzaba a encontrarse tan eufórico como el resto de la tripulación. Por otro lado, tenía una deuda con los galeones del rey español después de que hundiesen uno de sus navíos. Una deuda con el capitán Agustín de Arévalo y el Buena Esperanza. Era el momento de resarcirse.

La nave española seguía su curso enfilando hacia ellos, con el mascarón de proa a modo de ariete infernal y el conde de Leyssen comenzó a impacientarse. El capitán no daba orden de virar y, de seguir así, el Buena Esperanza podría partirlos por la mitad. ¿A qué demonios estaba esperando?

Como si hubiese escuchado sus pensamientos, se escuchó la voz de la muchacha:

-¡Todo a babor, señor Potter!

-¡Todo a babor! –repitió el segundo de a bordo.

El Melody Sea ejecutó una maniobra rápida y Nick soltó el aire retenido, ligeramente más tranquilo. El barco enemigo, pillado por sorpresa, no fue capaz de modificar su trayectoria y se encontró con la galeaza corsaria pegada a su costado. Desde su posición, Nick casi pudo distinguir los rostros de sus rivales, sus relucientes armaduras, sus espadas desenvainadas y sus armas de fuego.

El encontronazo fue inevitable y algunos hombres fueron lanzados al suelo. Antes incluso de escucharse la orden, los que navegaban en el Melody Sea ya estaban preparados:

-¡Al abordaje!

Al bramido de las gargantas inglesas se unió el de las españolas. Se lanzaron garfios y, colgados como simios de las sogas, los corsarios saltaron a la nave española, sable en mano o cuchillo entre los dientes, mientras desde el Melody Sea regalaban una andanada de disparos.

El conde de Leyssen echó un rápido vistazo hacia el lugar que ocupaba Jenny. Se le heló la sangre viéndola sujeta a una de las cuerdas de abordaje, dispuesta a saltar junto con sus hombres hacia la nave contraria.

-¡Por Cristo!




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Published on January 31, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche

Nieves Hidalgo
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.

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