Los vampiros ¡vaya timo!

El origen de las leyendas sobre vampiros no se conoce con precisión, aunque se cree que probablemente procede de leyendas y mitos que se remontan incluso a 5.000 años atrás, en la antigua Mesopotamia. Seres como espíritus o demonios nocturnos que se asociaban al rapto de niños o placeres lujuriosos; las lamias, empusas y estrigas de la mitología griega que devoraban o succionaban la sangre de los bebés; los íncubos y súcubos, de evidentes connotaciones sexuales; y muchos otros forman el paisaje que con el tiempo daría lugar a la aparición y posterior extensión por todo el mundo de los vampiros y hombres lobo, ambos estrechamente relacionados al poder transformarse los unos en los otros.
El libro, escrito por Jordi Ardanuy, doctor en física por la universidad de Barcelona, y publicado por la editorial Laetoli en su colección ¡vaya timo! hace un recorrido histórico por el mito del vampirismo, desde la antigua Mesopotamia hasta nuestros días. A lo largo del texto (breve, como en todos los demás ejemplares de la colección) aparecen numerosas citas y se recogen fragmentos de textos antiguos donde se describen casos "reales" de vampirismo, tal y como los refirieron testigos "oculares" de la época o como fueron recogidos en informes oficiales por parte del ejército, entre otros. Las características comunes eran casi siempre las mismas, salvo adornos y licencias literarias: el supuesto vampiro, cuando era desenterrado por creerse que provocaba muertes o desgracias entre sus vecinos, mostraba uñas aparentemente más largas, un aspecto rechoncho, saludable y solía presentar algún rastro de sangre en la boca, nariz u oídos; tras ser abiertas sus entrañas, las vísceras aún se notaban calientes y al ser ensartado con una estaca profería en gritos. Estas "evidencias" era todo cuanto se contaba en el debe del difunto para acusarle de vampirismo y suficiente para justificar su decapitación y posterior incineración. Afortunadamente, la medicina forense es capaz de explicar perfectamente todas las señales anteriores sin necesidad alguna de acudir a argumentos fantásticos o sobrenaturales.
No faltan en el texto tampoco las alusiones a la literatura o el cine, quizá las dos fuentes más influyentes a la hora de popularizar el mito vampírico que ha llegado hasta nuestros días. ¿Quién no recuerda clásicos del género como el relato de John W. Polidori, el médico de lord Byron, o la Carmilla de Joseph Sheridan Le Fanu, el Drácula de Bram Stoker; películas como el repulsivo Nosferatu de Murnau, el elegante Drácula de Tod Browning, interpretado por el mítico Bela Lugosi o el gran Christopher Lee durante sus múltiples encarnaciones del personaje para la productora británica Hammer? O, más recientemente, los vampiros sofisticados y patéticamente humanos de Anne Rice y sus Crónicas vampíricas , por no hablar de los personajillos adolescentes de la saga Crepúsculo .
Si algo hay que poner en el lado negativo del libro y que he percibido personalmente, a diferencia de otros números de la misma colección, es una cierta falta de contenido científico. He echado de menos un análisis más detallado de los aspectos relacionados con la ciencia, detalle que me ha extrañado sobremanera, viniendo el texto como viene de la mano de un físico. Quizá sea el menos escéptico de todos los títulos que he leído hasta el momento, aunque no quiero decir con ello, de ninguna forma, que el libro o el autor den pie a creer, en absoluto, en la existencia real de los vampiros, ya sean como chupadores de sangre o como meros "ladrones" de energía psíquica (los denominados vampiros psíquicos). Simplemente, quiero decir que he percibido un cierto desequilibrio entre los argumentos de corte meramente científico y la exposición histórica, con un peso mucho mayor de ésta última.
En definitiva, y como ya suele ser tradicional, un libro enormemente recomendable si te has sentido atraído por el mito vampírico y, sobre todo, si en alguna ocasión te has sentido tentado a no distinguir la realidad de la ficción. Como el propio autor dice en la penúltima página: "Si te gusta la estética de los neovampiros, perfecto: lee, ve películas, baila, reúnete con otros simpatizantes. Diviértete pensando en ellos. Escribe relatos, compón poemas o canciones. Pero rechaza a quienes se aprovechan de tus ganas de creer. Los vampiros sobre naturales no existen. Nadie es eterno."
Published on December 07, 2012 11:44
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