The mount (El corcel)

Carol Emshwiller fue conocida sobre todo como cuentista, con decenas de relatos (alrededor de 160) publicados a lo largo de una carrera que se extendió entre 1955 y 2012, con solo cuatro novelas de género, publicadas hacia el final de este período. También por esa época tardía llegaron sus dos premios Nebula de relato, así como el World Fantasy a toda una vida. En 2019, de forma póstuma, se la distinguió con el Cordwainer Smith Rediscovery Award.

Su estilo se caracterizó inicialmente por su cualidad experimental y su sustrato feminista, características ambas en las que fue una adelantada a su tiempo. Sin embargo, y a pesar de formar parte de «Visiones Peligrosas» en 1967, su carrera nunca terminó de despegar hasta alcanzar un estatus similar a otros autores de la New Wave (aunque ese sí que fue ese el destino de muchos colegas que iniciaron también sus carreras durante la Edad de Plata). Tras un primera novela (casi novela corta) fantástica de 1988 («Carmen dog», en la que las mujeres se transforman cierto día en animales y los animales en mujeres) y dos breves novelas juveniles del oeste, en 2002 publicó «The mount» («El corcel»), una historia de ciencia ficción, también con tintes juveniles, que se adentra, quizás en exceso, en el terreno de la fábula.

La historia se ambienta en una Tierra que lleva siglos dominada por una raza extraterrestre, los hoots («gritones» en la traducción), que han sojuzgado a los hombres y los han convertido en sus monturas, pues sus débiles piernas apenas les permiten caminar (por el contrario, sus manos son terriblemente fuertes y les permiten ejecutar la estrangulación de la muerte, lo cual, unido al efecto aturdidor de sus alaridos, «explica» su posición dominante). El protagonista y narrador principal (apenas hay tres cortos capítulos con otras voces) es Charley, cuyo nombre de corcel es Smiley, un preadolescente cuya única aspiración consiste en ganar carreras y ser una buena montura para el joven hoot destinado al liderazgo absoluto de su raza.

Pese a algún que otro incidente desagradable, Charley está en general contento con su vida. Posee un bonito establo con todas las comodidades, es apreciado y cuidado con mimo y la pureza de su linaje le ha proporcionado una gran estatura y unas piernas fuertes, ideales para la competición. Su vida sin embargo, da un vuelco cuando un grupo de hombres salvajes, de los que viven en las montañas, asalta la ciudad donde vive. Apenas consigue escapar sin ser detectado, llevándose consigo a su hoot, el pequeño futuro líder de los amos. Su independencia, sin embargo, dura poco, pues pronto son alcanzados por los corceles salvajes y entonces descubre que su líder es Heron, un padre que nunca había llegado a conocer.

La adaptación de Charley al estilo de vida salvaje es dura, por las incomodidades, las burlas por su dependencia del hoot, sus sueños rotos… y no en menor medida por la falta de conexión con su padre. Heron es un antiguo campeón, cuyo carácter rebelde lo llevó a ser montura de la guardia. Tras escapar, se ha erigido en líder de una revolución, aunque su pasado violento aún lo persigue. Por añadidura, el abuso de un bocado con pinchos le ha provocado lesiones que dificultan su habla. Quiere, sin embargo, a su hijo, y le desespera y apena el no poder transmitirle lo que tantos sufrimientos le ha costado comprender sobre las relaciones entre hoots y humanos.

El que nuestro punto de vista esté circunscrito a Charley (salvo por un capítulo centrado en Heron y otro en un hoot anónimo) nos pone en el lugar de, básicamente, un esclavo voluntario. Alguien incapaz de cambiar su perspectiva del mundo, por mucho que los hechos le obliguen a ello. En ese sentido, es fundamental su edad, con su rebelión adolescente, que lo hace creerse en posesión de la verdad absoluta, mezclada con una visión todavía infantil de la vida, a través de la cual contrapone desfavorablemente la dureza de la libertad frente a los oropeles vacuos de la sumisión. Del mismo modo, se perciben como sublectura secundaria otros tipos de relación de dominancia/sumisión, como podría ser la los hombres violentos sobre las mujeres.

Por desgracia, hay otros temas entremezclados, que en vez de darle más profundidad a la historia, la difuminan. La más evidente sería una postura animalista de denuncia hacia la relación del hombre con sus animales domésticos (en particular, claro está, el caballo). Aquí la historia adquiere tintes alegóricos, y el problema de la alegoría es que a menudo sus necesidades acaban situándose por encima de la lógica narrativa (a este respecto, me ha transmitido ecos intensos de «El árbol familiar«, de Sheri S. Tepper, 1997). Lo peor, sin embargo, es que esto también afecta a la relación entre hoots y humanos, justificando en cierto sentido la necesidad de un compromiso, lo cual trunca por completo la trama de liberación de Charley, cuya evolución se ve interrumpida en seco porque llevarla a su conclusión lógica contravendría las intenciones de la autora.

Más allá incluso de lo forzado de la analogía (por mucho que se empeñen, los animales no son humanos, y eso supone siempre el gran problema de las fábulas animalistas sobre inversión de roles), las necesidades alegóricas se dan de bofetadas con el requisito de verosimilitud de la ciencia ficción (por algo este tipo de historias funcionan marginalmente mejor en el terreno de la fantasía pura), así que cuando hacia el final trata de justificar el cómo se llegó a la situación de partida (o cómo la revolución se lleva a término con una facilidad insultante) la explicación no hay por dónde cogerla y todo el entramado narrativo y filosófico se desmonta.

Pese a todo, «El corcel» es de ese tipo de historias polarizantes que siempre acaban encontrando su público entusiasta (en contraprestación con detractores no menos entregados). Quizás ello explique su nominación al premio Nebula (en la edición que ganó Elizabeth Moon con «La velocidad de la oscuridad«). Sí que se alzó, sin embargo, con el Philip K. Dick, justo por encima de «La cicatriz«, de China Miéville.

Otras opiniones:

De Ignacio Illáregui en CEn Literatura ProspectivaDe Magda Llevetllat en El Sitio de Ciencia FicciónDe Xavier Riesco en Bem Online
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Published on June 03, 2025 00:03
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