Los ladrones de cuerpos

Jack Finney fue otro de los autores de ciencia ficción (aunque su producción también incluye novelas de intriga) que desarrollaron su carrera un poco al margen de la corriente principal en revistas literarias generalistas (como, sobre todo, Collier’s), aunque luego muchos de sus cuentos acabaron recopilados y alcanzando reconocimiento (relativo) en revistas de género.

Aunque su novela más exitosa fue «Ahora y siempre» (1970), es recordado sobre todo como autor de «Los ladrones de cuerpos» («The body snatchers, 1955) que, como muchas de sus novelas, fue pronto adaptada al cine como «La invasión de los ladrones de cuerpos» (1956). Las sucesivas reinterpretaciones cinematográfica (en 1978 como «La invasión de los ultracuerpos», 1993 como «Secuestradores de cuerpos» y 2007 como «Invasión») se fueron apartando cada vez más de la intención original del autor, al ahondar en miedos y escenarios más contemporáneos, de modo que hoy en día tenemos quizás una visión un poco distorsionada del original literario (que además, por algún motivo, no se tradujo al español hasta 2002).

La novela se ambienta por completo en un pequeño pueblo californiano en los que todos se conocen y donde aún se desarrolla una tranquila vida rural que empezaba a ser cada vez más una cosa del pasado. El protagonista es el médico local, hijo a su vez del anterior médico, de los que aparte de tener su consulta visitaban también a domicilio a cualquier hora del día o de la noche. Es lo que ocurre al principio de la historia, cuando una joven lo consulta porque siente que su tío, que la ha acogido en su casa desde pequeñita y es como un padre para ella, no es su tío. Tiene exactamente su misma apariencia, habla como él y posee sus mismos recuerdos. No hay nada concreto que la haga sostener su creencia, pero es absolutamente inamovible.

Al principio, se trata de un caso más. Extraño, sí, pero anecdótico. Esto es hasta que en una reunión de facultativos locales se entera de que en la misma región se han dado otros casos, inexplicables para la psiquiatría… y no dejan de crecer hasta adquirir proporciones de epidemia. Aunque claro, es una epidemia extraña, porque superficialmente todo parece seguir como siempre, solo que sin producir la misma respuesta empática.

Él y su círculo de amigos más íntimo no tardan en descubrir la horrorosa verdad. Los habitantes del pueblo están siendo sustituidos por copias exactas, que se forman a partir de unas extrañas vainas que pueden encontrarse escondidas en los sótanos. Todo ello se revela finalmente (y a estas alturas es difícil que esto constituya un spoiler) como una insidiosa invasión extraterrestre, cuyo punto cero ha resultado ser por casualidad aquel pueblo, pero que si nada la detiene no tardará en extenderse por todo el mundo.

Finney no fue el primero en imaginar un escenario parecido. Unos pocos años antes Robert Heinlein había publicado con gran éxito «Amos de títeres» y en 1953 se estrenó la película «Vinieron del espacio», basada en un relato de Ray Bradbury. Ambas obras se mostraron muy influyentes en las adaptaciones al cine de la novela, sobre todo por lo que se refiere al sentimiento de paranoia y de extrañeza, lo cual tal vez sea la mayor sorpresa que guarda esta, porque pese a publicarse en plena vigencia del macartismo, las sublecturas que la fundamentan no son tanto políticas como sociales.

Habría que mencionar primero que la inspiración principal de la historia es el síndrome de Capgras o ilusión de sosias, una condición neurológica (se sabe ahora) por la que el reconocimiento facial de una persona cercana no lleva asociada una respuesta emocional, de lo que el afectado deduce que debe tratarse de una copia. Finney ofrece una explicación para esta condición rara, al tiempo que la usa como metáfora de la deshumanización y desafección que los cambios sociales contemporáneos estaban provocando en parte de la población, que veía como su existencia tradicional iba transformándose en algo superficialmente similar, pero que ya no les era emocionalmente satisfactoria.

Por supuesto, a todo ello no eran ajenas ni a la caza de brujas anticomunista ni a la reacción en su contra, y por supuesto tampoco al recrudecimiento de la guerra fría y la amenaza de la destrucción nuclear, pero no se tratan en modo alguno de elementos específicos e individualizados de la experiencia de alienación contra la que se rebela. Porque a la postre las relaciones que importan son las más cercanas, las que se establecen con vecinos, amigos y familiares, y el auténtico horror consiste en perder esa conexión.

Por desgracia, aparte de esta perspectiva novedosa no se puede afirmar que «Los ladrones de cuerpos» constituya una lectura estimulante, al menos si se espera acción (de la que hay poca) o profundidad (sigue demasiado a rajatabla los códigos del mainstream para explotar por completo su premisa), pero desde un punto de vista psicológico, si podemos abstraernos de unas actitudes un tanto anticuadas, sí que sabe plasmar tanto la sensación de extrañamiento como el miedo profundo a perder la propia identidad.

La conclusión, un tanto apresurada, resulta quizás demasiado optimista y forzada, razón por la que quizás la mayor parte de sus adaptaciones han optado por un giro más ambiguo o directamente pesimista. Al fin y al cabo, como la propia novela reconoce implícitamente, los cambios sociales que la alimentan son imparables e irreversibles, así que concretizarlos en una invasión alienígena que puede ser combatida y quizás vencida no es sino una fantasía nostálgica consoladora.

Originalmente, una versión algo más corta de la historia fue serializada durante tres números en las páginas de Collier’s en 1954 y existe todavía una tercera versión, su reescritura en 1978 como «The invasion of the body snatchers» (seguramente con la intención de aprovechar el tirón de la segunda y más ambiciosa adaptación). Aparte de las adaptaciones oficiales (y sus remakes) hay muchas otras películas (y novelas) que constituyen reinterpretaciones o variaciones sobre su premisa básica, como «La facultad» (1998) o «La huésped» (Stephenie Meyer, 2008).

Otras opiniones:

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Published on January 22, 2025 01:32
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