Idoru

En 1996, tres años después de «Luz virtual«, William Gibson publicó la segunda novela de la trilogía del Puente, «Idoru». Ambientada en el mismo futuro cercano (hacia el 2010), pero aquí el autor abraza de pleno su japonofilia al escoger como escenario principal Tokio, pero no un Tokio como el que conocemos, sino uno reconstruido por medio de nanotecnología tras su Big One (un superterremoto equivalente al que ha arrasado también San Francisco).

idoru3

El detonante de la trama es el anuncio por parte de una estrella de rock de mediana edad, Rez, del grupo Lo/Rez, de su intención de casarse con la idoru Rei Toei, una cantante virtual con una compleja personalidad sintética (y una imagen holográfica). Esta situación se explora a través de solo (para lo que Gibson nos tiene acostumbrados) dos líneas argumentales. La más interesante es la de Colin Laney, un analista, capaz de procesar intuitivamente grandes volúmenes de información para detectar lo que él denomina puntos nodales (en muchos aspectos, un alter ego del autor), que es contratado por los agentes de Rez para tratar de predecir hacia dónde conduce todo ese asunto del matrimonio, signifique lo que signifique eso.

En paralelo, una adolescente americana, Chia McKenzie, es seleccionada por el club de fans de Lo/Rez de Seattle para tratar de averiguar eso mismo, a cuyo fin consagran una cantidad nada desdeñable de recursos para mandarla a Tokio, con la misión de contactar con el capítulo local de su organización y tratar de informarse sobre qué significa ese anuncio desconcertante que ha realizado su ídolo. Todo un poco vago, porque en un mundo interconectado a través de entornos virtuales inmersivos, la presencia física tiene una importancia relativa. Por no hablar de que enviar al otro extremo del mundo a una niña de catorce años bastante ingenua no parece la mejor de las estrategias, como se comprueba cuando una criminal que responde al nombre de Maryalice la utiliza para pasar un extraño maletín de contrabando por la aduana nipona.

idoru4

Mejor volvamos con Laney, que está pasando por una mala racha después de ser despedido por su anterior contratador, SlitScan, una empresa que busca destruir la reputación de los famosetes desvelando sus secretos en un programa público. Durante su último trabajo, Laney anticipó el suicidio de un chica relacionada con su objetivo y, al tratar infructuosamente de evitarlo, se metió en un lío tan grande que tuvo que ponerse en manos de otro programa de entretenimiento dedicado a exponer las malas prácticas empresariales (similar al «Polis en apuros» de «Luz virtual»). Todo aquel asunto lo perseguirá hasta Tokio, porque su antigua jefa está empeñada en destruir a Rez, la única celebridad aparentemente intocable, y está dispuesta a recurrir a cualquier treta, incluido el chantaje con vídeos manipulados, para forzar a Laney a la traición.

«Idoru» es una historia postcyberpunk que presenta multitud de tecnologías supuestamente a la vuelta de la esquina, aunque a la hora de la verdad, como siempre ocurre en estas cuestiones, el grado de acierto es bastante dispar (en algunas cosas el avance científico había dejado muy atrás la especulación de Gibson para cuando se alcanzó la fecha escogida, otras estamos ahora empezando a vislumbrarlas y aun unas terceras ni están ni se las espera en un futuro próximo). Tampoco es que ese sea el objetivo de la ciencia ficción. A lo que realmente apunta «Idoru» es a esbozar un punto nodal histórico, ejemplificado en ese supuesto matrimonio entre hombre e IA.

idoru6

Por desgracia, Gibson se pierde en detalles insignificantes y el esbozo se queda en poco más que planteamiento difuso. Para terminar de estropearlo todo, la trama se sustenta en una sucesión de coincidencias increíbles y algún que otro deus ex machina que fuerzan al límite la suspensión de la incredulidad y terminan generando una enorme frustración cuando descubrimos que no hay conclusión. Al final da la impresión que Gibson no tenía nada que decir sobre la fama, o sobre la manipulación de la información, o sobre la fusión de inteligencias humana y artificial, solo un montón de ideas inconexas que intenta compactar con sus típicos personajes misteriosos, tecnojerga y descripciones pintorescas pero también premeditadamente confusas.

Todavía es posible entresacar de la novela elementos interesantes, como cierto club semiclandestino que constituye casi la materialización de la postmodernidad, emergiendo de entre las ruinas del mundo anterior (y no deja de ser revelador que todo acabe revelándose una fachada poco menos que turística), pero en general, sobre todo ahora que la cultura japonesa nos es menos desconocida, no hay suficiente argamasa para compensar esa falta de novedad (máxime cuando por esa misma época los propios japoneses estaban explorando temas muy similares a través, por ejemplo, de la mucho más ambiciosa franquicia de «Ghost in the shell»).

idoru

Para ser justos, sin embargo, he de señalar que parte de mi insatisfacción podría originarse también en una de las peores traducciones que he tenido que sufrir (mi edición es de 1998; ignoro si la de 2022 presenta una traducción revisada, pero en cualquier caso, no necesitaba una revisión, sino partir de cero, porque no hay modo de arreglar el desastre). El estilo de Gibson ya es lo bastante personal como para encima tener que tratar con frases de las que en muchas ocasiones no puedo ni empezar a especular cómo era el original en inglés.

La trilogía del Puente se completó en 1999 con «Todas las fiestas del mañana» y para sus tres siguientes novelas William Gibson abandonó el futuro para escribir thrillers que giran en torno a mapas conceptuales similares, pero en ambientes contemporáneos, en la conocida como trilogía de Blue Ant, regresando tan solo a la ciencia ficción anticipativa con «The peripheral» en 2014 (el inicio de la trilogía Jackpot).

Otras opiniones:

De Armando Parva en El Sitio de Ciencia FicciónDe maros Sangrador en Algunos Libros BuenosEn Das BücherregalDe Jaime en El Jardín del Sueño InfinitoEn Frikerio

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

Neuromante (1984)Conde Cero (1986)La máquina diferencial (1990)Luz virtual (1993)

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on August 07, 2024 07:22
No comments have been added yet.