Circe

En 2011 Madeline Miller irrumpió con enorme éxito en el campo de la ficción con su novela debut, «La canción de Aquiles», que daba voz a Patroclo, con especial énfasis en su relación afectiva con Aquiles, en una reescritura de diversas fuentes clásicas, entre las que destacaba la Ilíada. Tras un relato largo en torno al mito de Pygmalion, pero desde el punto de vista de «Galatea», abordó un segundo retelling mitológico, centrando en esta ocasión la atención en la otra gran obra de Homero, la Odisea, para narrar la historia de «Circe» (2018).

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El papel de la hechicera de Eea en la epopeya homérica, sin embargo, es bastante reducido, así que Miller se propuso dedicar en su texto a Ulises esa misma atención y ni un gramo más, para no definir la vida de Circe a través de esa única relación pasajera. A tal efecto, hizo uso de muchas otras fuentes clásicas (la Pequeña Ilíada, la Telegonía y, sobre todo, las Metamorfosis de Ovidio) y multitud de mitos, que la autora maneja con la soltura que le proporcionan sus estudios clásicos.

Existe cierta flexibilidad en el tratamiento de las leyendas griegas, que generalmente nos han llegado a través de fuentes no siempre coincidentes (y reflejando visiones de distintos tiempos y lugares), pero aun así es de alabar la habilidad de la autora para tejer una historia coherente, que comienza con el nacimiento de Circe como una de las hijas de Helios (el titán que personificaba el Sol) y la oceánide Perse (hija de Océano y Tetis). Circe es también hermana de Perses, Eetes (a través del cual se une la narración con la de Medea y Jasón en la Cólquida) y Pasífae (que enlaza con Creta, Ariadna, Dédalo y el Minotauro). Desde muy pequeña, Circe no encaja en la corte de los titanes, rivales depuestos de los dioses olímpicos. Sometida a un padre abusivo y despreciada por sus hermanos, acaba buscando el antiguo poder de la brujería, que se encuentra por encima incluso de la magia de los dioses, y por ese motivo es exiliada a la isla de Eea.

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Allí se descubre a sí misma y construye por primera vez un espacio propio donde poder expresarse en libertad, aunque también ha de lidiar con los visitantes indeseados. Tras un primer encuentro desafortunado con marineros, que se creen con derecho a abusar de ella por no contar con un hombre que la proteja, Circe aprende a transformarlos en cerdos. No puede utilizar, sin embargo, unos métodos tan expeditivos con las ninfas, enviadas a la isla como castigo por sus padres, o con los olímpicos como Hermes, que van y vienen a su antojo o con los requerimientos de su extraña familia, por cuyas venas corre la brujería. Por último, llega Odiseo, y tras su apasionada relación y partida, Circe accede a una nueva realidad, la de la maternidad, no exenta de problemas, pues el hijo de ambos, Telégono, vive amenazado de muerte por la mismísima Atenea.

En «Circe», Madeline Miller toma un personaje que las fuentes clásicas, en particular la Odisea, nos muestran como secundario, subyugado a la voluntad de diversos hombres, y le proporciona una entidad propia. La existencia de Circe consiste en la búsqueda de agencia propia en un entorno hostil que se la niega. En cierto sentido, es la búsqueda de poder; no para conquistar (como es el objetivo de sus hermanos), sino para adquirir independencia, para conseguir vivir según sus propias normas, no según las imposiciones de otros. En ese sentido, un elemento temático fundamental, que permea toda la obra, es el de las transformaciones.

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A este respecto, quizás la mayor transformación la sufre metafóricamente la propia Circe, que a lo largo de los siglos ha encarnado siempre el epítome de la otredad, las fuerzas ignotas, lo monstruoso. Madeline Miller toma esa visión y le da la vuelta, concediéndole una voz propia, explicándola, ofreciendo por fin su punto de vista; algo que, todo sea dicho, no representa una gran novedad, pues se trata de uno de los recursos más habituales del relativismo posmoderno, aplicado en este caso a una reinterpretación feminista de la mitología (lo que, en sí mismo, tampoco es novedoso, y menos si consideramos el carácter icónico que ha adquirido el arquetipo de la bruja dentro del movimiento feminista).

Pese a esto, es innegable la popularidad de la obra, hasta el punto de alzarse con el premio de Goodreads a la mejor obra de fantasía de 2018 (una distinción al alcance solo de títulos con una inmensa base de lectores), así que hay algo más en «Circe»… y reconozco que me costó descubrirlo, porque estaba abordando la lectura desde una perspectiva incorrecta.

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Por inclinación personal, yo me fijaba primero en la historia y los elementos fántasticos (como ya he comentado, encaja con mucha habilidad la ficción dentro de lo que conocemos de los mitos originales) y a continuación en el estilo. Ahí encontraba una discrepancia, porque Circe, el personaje narrador, no encaja en el mundo mitológico que ha creado Madeline Miller. Sus reacciones, sus puntos de vista, sus valores, todo cuanto la conforma choca frontalmente con los panteones de egocéntricas potencias divinas entre los que se mueve, y durante buena parte de la lectura eso me sacaba de la novela. Circe es un anacronismo. Constituye un punto de vista moderno en medio de una fantasía arcaico-mitológica.

Esta disonancia me resultaba molesta. No me permitía entregarme a la historia, porque en todo momento era consciente de la artificiosidad… hasta el nacimiento de Telégono, el hijo de Circe y Odiseo, porque a través de la interacción madre-hijo me di cuenta del propósito de la novela, que no tiene nada que ver con la mitología en sí (quien busque una profundización en el significado arquetípico de los mitos, mejor que lo haga en otra parte), porque lo que Miller lo que está plasmando es la esencia de una experiencia femenina prototípica, en relación con el mundo, la familia, los hijos, las responsabilidades, el poder (o la carencia del mismo), el amor… En otras palabras, Circe es un personaje premeditadamente anacrónico en el sentido más amplio posible; fuera de todo tiempo. Madeline Miller toma a un personaje secundario, desprestigiado, relegado tradicionalmente a la otredad y le da voz, la expone, la transforma en un nuevo arquetipo y, en definitiva, destila a la mujer de la diosa.

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Aparte del reconocimiento de Goodreads, «Circe» obtuvo también el premio a mejor novela en los Kitschies y una nominación al Mythopoeic Award, que ganó Naomi Novik con «Un mundo helado«.

Otras opiniones:

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Published on July 18, 2024 03:05
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