ECHO: LA ENUNCIACIÓN AL PODER
Echo.Directores: Sydney Freeland, Catriona McKenzie. Protagonistas: AlaquaCox (Maya López / Echo), Chaske Spencer, Tantoo Cardinal, DeveryJacobs, Zahn McClarnon, Cody Lightning y Graham Greene, entre otros.Con Vincent D’Onofrio (Wilson Fisk / Kingpin). Participaciónespecial de Charlie Cox (Matt Murdock / Daredevil) y Jeremy Renner(Clint Barton / Ronin, en material de archivo). Guionistas: MarionDayre, Josh Feldman, Steven Paul Judd, Ken Kristensen, RebeccaRoanhorse, Bobby Wilson, Jason Gavin, Shoshannah Stern, Chantelle M.Wells, Amy Rardin, Ellen Morton. Basado en personajes y situacionescreados por David Mack, Joe Quesada, Stan Lee, John Romita y BillEverett, entre otros, para los comics Marvel. Productores ejecutivos:Kevin Feige y Victoria Alonso, entre otros. Marvel Studios. EE.UU.,2024. Estreno en la Argentina: Disponible en Disney+ desde el 9 deenero de 2024.
Lovoy a decir de entrada. La serie me pareció un plomazo. Larga (apesar de que son sólo cinco episodios), lenta, poco interesante y,por momentos, demasiado soporífera). La trama mística se ve venirdesde el primer fotograma y el meollo familiar no llegó ainvolucrarme, quizá porque la química entre los actores pivoteaentre lo exiguo y lo nulo. El entramado de imágenes de la apertura,junto con el tema musical que la viste a la perfección (Burning, delgrupo indie rock Yeah Yeah Yeahs), promete todo lo que la seriedebería haber tenido pero (para mí) no tuvo: Fuerza, empuje,reflexión, intensidad, curiosidad. Y un hálito lo suficientementeoscuro para deconstruir la luz sin necesidad de anularla.
Desdesu premisa argumental, desanda y anda la historia personal de MayaLópez a partir de lo visto en Hawkeye . Básicamente, la exploraciónde sus raíces indígenas (la tribu Chocktaw) en Oklahoma, la treguacon su pasado nativo y citadino, el descubrimiento de su capacidadpara hacer reverberar en sí misma el poder mágico que le legan susancestros mujeres. Pero para ser un ensayo sobre el trauma vistodesde la perspectiva del policial negro, abusa del discurso sobre larabia, la furia y la emocionalidad contenida; y del recurso visual dela acción ultraviolenta, sin generar fluidez narrativa entre amboscompartimentos estancos.
Soyde los que creen que lo mejor que Echo tiene para ofrecer pasa por elKingpin de D’Onofrio y el cameo de Daredevil. Porque incorporandefinitivamente la cancelada pata Netflix al Universo Cinematográficode Marvel, incluye una nueva mención a los X-Men (sin necesidad denombrarlos) y abre la puerta para el despegue de la carrera políticadel ¿alcalde de New York? Wilson Fisk. Pero también creo que, sitodo lo secundario a la trama principal de Echo resulta másatractivo que el arco argumental de la propia protagonista, es porqueese arco argumental no funciona como debería.
Miteoría (siempre personal, siempre intransferible) es que lacorrección política de las formas volvió a primar sobre lacalidad de los contenidos. Está buenísimo que una actrizdescendiente de indígenas nativos, sorda y amputada, interprete a unpersonaje descendiente de indígenas nativos, sorda y amputada. Queuna gran parte del equipo técnico sea descendiente de indígenasnativos y que la trama incorpore cultura e historia chocktaw. Quetodos los involucrados, dentro y fuera de la ficción, hayan sidocapacitados en lengua de señas; y que se hayan utilizado planos yenfoques que permitan incorporar la lengua de señas entre lospersonajes y para los espectadores. Todas decisiones que apuntan auna inclusión real y una representación fidedigna de las (malllamadas) minorías.
Peroun hecho artístico es (o debería ser) algo más que la sumatoria deresoluciones técnicas puestas al servicio de conviccionesinclaudicables. Per se, la presencia de estos valores no garantizaningún resultado cualitativo para la serie o producción cultural encuestión. Porqueel logro creativo nodepende de la inclusión o exclusión de estos valores, sino de lacapacidad para articularlosdentro de los elementos constitutivos del relato. Y entre la enunciación y la praxis narrativa dentro del universo de la ficción, Marvel volvió a optar por la primera opción. Por eso, Echo terminó siendo el eco de lo que podría haber sido.FernandoAriel García

Lovoy a decir de entrada. La serie me pareció un plomazo. Larga (apesar de que son sólo cinco episodios), lenta, poco interesante y,por momentos, demasiado soporífera). La trama mística se ve venirdesde el primer fotograma y el meollo familiar no llegó ainvolucrarme, quizá porque la química entre los actores pivoteaentre lo exiguo y lo nulo. El entramado de imágenes de la apertura,junto con el tema musical que la viste a la perfección (Burning, delgrupo indie rock Yeah Yeah Yeahs), promete todo lo que la seriedebería haber tenido pero (para mí) no tuvo: Fuerza, empuje,reflexión, intensidad, curiosidad. Y un hálito lo suficientementeoscuro para deconstruir la luz sin necesidad de anularla.
Desdesu premisa argumental, desanda y anda la historia personal de MayaLópez a partir de lo visto en Hawkeye . Básicamente, la exploraciónde sus raíces indígenas (la tribu Chocktaw) en Oklahoma, la treguacon su pasado nativo y citadino, el descubrimiento de su capacidadpara hacer reverberar en sí misma el poder mágico que le legan susancestros mujeres. Pero para ser un ensayo sobre el trauma vistodesde la perspectiva del policial negro, abusa del discurso sobre larabia, la furia y la emocionalidad contenida; y del recurso visual dela acción ultraviolenta, sin generar fluidez narrativa entre amboscompartimentos estancos.
Soyde los que creen que lo mejor que Echo tiene para ofrecer pasa por elKingpin de D’Onofrio y el cameo de Daredevil. Porque incorporandefinitivamente la cancelada pata Netflix al Universo Cinematográficode Marvel, incluye una nueva mención a los X-Men (sin necesidad denombrarlos) y abre la puerta para el despegue de la carrera políticadel ¿alcalde de New York? Wilson Fisk. Pero también creo que, sitodo lo secundario a la trama principal de Echo resulta másatractivo que el arco argumental de la propia protagonista, es porqueese arco argumental no funciona como debería.
Miteoría (siempre personal, siempre intransferible) es que lacorrección política de las formas volvió a primar sobre lacalidad de los contenidos. Está buenísimo que una actrizdescendiente de indígenas nativos, sorda y amputada, interprete a unpersonaje descendiente de indígenas nativos, sorda y amputada. Queuna gran parte del equipo técnico sea descendiente de indígenasnativos y que la trama incorpore cultura e historia chocktaw. Quetodos los involucrados, dentro y fuera de la ficción, hayan sidocapacitados en lengua de señas; y que se hayan utilizado planos yenfoques que permitan incorporar la lengua de señas entre lospersonajes y para los espectadores. Todas decisiones que apuntan auna inclusión real y una representación fidedigna de las (malllamadas) minorías.
Peroun hecho artístico es (o debería ser) algo más que la sumatoria deresoluciones técnicas puestas al servicio de conviccionesinclaudicables. Per se, la presencia de estos valores no garantizaningún resultado cualitativo para la serie o producción cultural encuestión. Porqueel logro creativo nodepende de la inclusión o exclusión de estos valores, sino de lacapacidad para articularlosdentro de los elementos constitutivos del relato. Y entre la enunciación y la praxis narrativa dentro del universo de la ficción, Marvel volvió a optar por la primera opción. Por eso, Echo terminó siendo el eco de lo que podría haber sido.FernandoAriel García
Published on March 13, 2024 14:30
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