Proyecto Hail Mary
Andy Weir era un programador que durante años fue presentando sus historias gratuitamente en su página web. Tras diversos textos que le brindaron cierta relevancia, en 2011 publicó por entregas su primera novela (aparte de un intento previo que no fructificó en su momento), «El marciano», una modernización del arquetipo de Robinson Crusoe, con un astronauta obligado a sobrevivir, solo y sin apenas suministros, en Marte durante meses. La buena acogida de este proyecto lo llevó a autoeditarlo como libro electrónico en Amazon, donde pronto escaló hasta lo más alto de las listas de ventas.
Por aquellas fechas los sellos editoriales se mantenían al tanto de este tipo de fenómenos y Crown Publishing (un sello de Random House) le ofreció un contrato de edición tradicional, que fructificó en 2014, con un texto revisado. A partir de ahí llegó el éxito, que se materializó también en una adaptación cinematográfica, dirigida por Ridley Scott en 2015 que se convirtió en la décima película más taquillera del año, y cimentó la carrera literaria de Weir que ha producido hasta el momento otras dos novelas: «Artemisa» (2017) y «Proyecto Hail Mary» («Project Hail Mary, 2021).
Todas la novelas de Weir hasta la fecha se caracterizan por una ambientación similar (futuro cercano) y una atención cuidadosa para con los detalles técnicos, recuperando en cierta forma el espíritu de la ciencia ficción clásica. «Proyecto Hail Mary» parte de una premisa sugerente: la energía recibida del Sol ha empezado a decaer y, tras investigar el fenómeno, se descubren unos mircroorganismos, a los que se bautiza como astrófagos, que han establecido una conexión entre la estrella y Venus y que parecen ser los responsables de esta circunstancia potencialmente catastrófica. Lo que es más, los astrónomos determinan que en determinado radio, nuestras estrellas vecinas también han reducido en fechas recientes su luminosidad en un diez por ciento (algo que sería apocalíptico para la especie humana). Todas menos Tau Ceti.
La única esperanza de la humanidad, por tanto, radica en descubrir la causa de esta anomalía y tratar de replicarla. El problema es que Tau Ceti se encuentra a doce años luz de la Tierra y nunca hemos viajado más lejos que nuestro satélite. Por fortuna, el estudio de los astrófagos abre de repente una ventana a los viajes a velocidades cercanas a la de la luz, lo que permitirá organizar una misión de exploración y salvación in extremis (de ahí el título de la novela, pues un pase Hail Mary o Ave María, en fútbol americano, es el que se efectúa a larga distancia y a la desesperada cuando un partido está a punto de terminar en derrota).
El protagonista y narrador de la historia es Ryland Grace, el especialista científico de la Hail Mary, quien despierta tras un coma inducido de cuatro años (subjetivos) para descubrirse solo en la nave. Sus dos compañeros, el comandante Yaó y la ingeniera Iliujina (el autor es extremadamente optimista con respecto al espíritu de colaboración internacional frente a la ordalía común) no han sobrevivido al viaje, así que se encuentra solo ante el mayor reto de la historia de la humanidad. No solo eso, sino que se ha despertado con amnesia, por lo que su primer desafío será recordar quién es, dónde está y qué se espera de él.
Así, se articula la narración en dos líneas narrativas que se alternan. La primera, la de la misión en el sistema Tau Ceti, se desarrolla, en la misma línea que «El marciano», como una sucesión de desafíos científicos que Grace (y su sorprendente aliado) tendrán que superar para proporcionar siquiera una oportunidad a quienes se han quedado allá en casa. La segunda, constituye una serie de flashbacks, los recuerdos que van aflorando en la mente del astronauta, que dotan de contexto a la historia y detallan el modo en que se fue preparando la misión desde el momento en que se descubrieron los astrófagos.
El estilo de Weir es ágil y didáctico, tal vez demasiado didáctico para quienes gustan de un hard con un poco más de calado. Porque «Proyecto Hail Mary» la clasificaría como una novela hard pop, cuidadosamente diseñada para ser apta para todos los públicos, independientemente del nivel de conocimientos físicos, y eso es una diferencia con respecto a sus obvias antecesoras (las historias de exploración de Hal Clement primero y Robert L. Forward después). El contexto científico no constituye tanto un acertijo a resolver como un marco del que extraer legitimidad. Así pues, que nadie busque especulación sorprendente o giros conceptuales una vez planteada la premisa. La novela es aventura ingenieril; nada más… y nada menos.
¿Quiere eso decir que no es recomendable? ¡En absoluto! Si no se le plantean exigencias que no puede o no quiere satisfacer, «Proyecto Hail Mary» es una novela de lo más entretenida, con un ritmo muy bien medido y el siempre fiable recurso de ir planteando al héroe un problema tras otro, para que los supere apelando a su ingenio (y, en muchas ocasiones, al comodín del ingeniero casi mágico). En ese sentido, es una historia modélica, que mantiene sin problemas el interés del lector.
Después ya podemos ponernos tiquismiquis con respecto a que la estructura es demasiado conveniente (es poco probable que los recuerdos vayan recuperándose en el estricto orden cronológico en que se disponen y dando la casualidad de que se entrelacen con tanta complementariedad con los acontecimientos en tiempo presente), o a que las respuestas a las grandes cuestiones planteadas tienen un pequeño tufillo a deus ex machina (ya ni entro en lo de que la biología «alienígena» no tiene ni pies ni cabeza, porque este tipo de historias nunca se han caracterizado por considerarla una ciencia al mismo nivel que la física u ocasionalmente la química). De buenas a primeras, sin embargo, Andy Weir es lo bastante hábil como para hacernos aparcar todas esas objeciones (si realmente está en nuestro ánimo plantearlas) y disfrutar del viaje.
A veces, todo lo que necesitas es una aventurilla agradable y poco exigente, pero que al mismo tiempo se tome la molestia de ofrecer un escenario razonablemente riguroso que enfrente al intelecto humano contra el impersonal desafío de un universo hostil.
«Proyecto Hail Mary» obtuvo una nominación a los premios Hugo, siendo derrotada por «A desolation called peace», de Arcaky Martine (segunda entrega de su serie del Imperio teixcalano, tras la también premiada «A memory called empire«). El resto de nominadas fueron «The galaxy and the ground within» de Becky Chambers (cuarta entrega de las aventuras de la Peregrina), «Light from uncommon stars» de Ryka Aoki, «El señor de los djinn» de P. Djèlí Clark (premio Nebula) y «Ella que Llegó a Ser el Sol» de Shelley Parker-Chan. De igual modo, se alzó con el premio Dragon de ciencia ficción de la Dragon Con (el segundo para el autor tras el cosechado por «Artemisa»).
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