"Árbol y hoja" de J.R.R. Tolkien
Aparte de crear las que sin dudas son dos de las mayores obras en cuanto importancia de la literatura fantástica (El señor de los anillos y El Hobbit), Tolkien también demostró un gran interés por la tradición literaria, sobre todo por la lengua inglesa antigua y nórdica.

Y es que, aunque El señor de los anillos, El Silmarillion o El Hobbit salieron de su interés por los mitos, el auténtico motor impulsor de su obra es el lenguaje. Pero no se conformó con adaptar las lenguas nórdicas para formar el quenÿa élfico, el sindarín o el de los elfos Noldor, aparte del de los enanos.
En Árbol y hoja (Ediciones Minotauro), Tolkien estudia los cuentos de hadas infantiles, su simbología, su mitología especial. Las hadas y los demás seres feéricos están muy arraigados en la tradición inglesa e irlandesa, y desde joven, Tolkien bebió directamente de estas leyendas que luego se reflejan en su obra.
A pesar de que se consideraban cuentos infantiles que no salían de la esfera de la niñez, Tolkien defiende la sabiduría que hay encerrados en estas historias. También estudia su etimología, remontándose a las primeras expresiones lingüísticas de los denomimados faery tales.

Otra cosa son los originales, que solían tener implícita una moraleja que servía de advertencia para evitar ciertos comportamientos y que se terminó cambiando por el final feliz.
El libro también incluye el primer cuento de Tolkien Hoja de Niggle, escrito mientras empezaba a esbozar el mundo de la Tierra Media y su trasfondo de eterna lucha entre el bien y el mal.
Por otra parte, también incluye Mitopoieia o el Hacedor de Mitos, un poema en el que analiza la creación y transmisión de estas estructuras.

El legado que nos dejó fue realmente importante. El señor de los anillos se considera una de las epopeyas modernas más importantes porque recupera antiguos arquetipos, vigentes desde los griegos y que fueron modernizados por otros autores como Shakespeare. Pero siempre habrá luchas, el Bien se impondrá sobre el Mal dando lugar al final feliz o no se impondrá, dejándonos un sabor agridulce. En todo caso, merece la pena saber cómo pensaba la mente que creó esta epopeya moderna que sigue conmoviendo a las nuevas generaciones como el primer día.