Acorralado
Demoledora, así fue la intervención de la reportera Sonia de Anda en la conferencia matutina de Andrés Manuel López Obrador, a quien, de frente le dijo “los periodistas de Baja California queremos informarle que nuestro gremio está muy lastimado. Como en todo México, trabajamos bajo la sombra de ser atacados y asesinados por nuestro trabajo, y los crímenes que se cometen en nuestra contra no se aclaren. Acorralado, el presidente tuvo que enfrentar la protesta por los cinco periodistas asesinados en este año y el homenaje que se les rindió haciendo un pase de lista de José Luis Gamboa, Margarito Martínez Esquivel, Lourdes Maldonado, Roberto Toledo y Heber López.
Previo a este momento, presentó el estado de las investigaciones de estos cinco asesinatos, con la suficiencia de todas las otras ocasiones, destacando que, según él, su administración está libre de culpa, no tiene ninguna responsabilidad en el clima de violencia y agresiones en que los periodistas de todo el país tienen que realizar su trabajo; al enfrentar el reclamo directo de Sonia de Anda, el presidente cambió su actitud arrogante y concedió a las víctimas, que somos todos, del asesinato de quienes trabajan para informarnos.
La pausa por respeto de López Obrador no duró mucho, le tomó poco tiempo recuperarse para recordar que emplea la mañanera para imponer su versión de las cosas y espetar: “Estamos investigando todos los crímenes y eso es lo que nos permite tener autoridad moral y dar la cara”, como si el realizar el trabajo para el que fue elegido fuera una proeza. Más adelante, ya en su papel, aprovechó la ocasión para deslindar a los suyos, pidió que no se vincule al exgobernador Jaime Bonilla con el asesinato de Lourdes Maldonado, ¿por qué?, porque entonces serás acusado de politiquería, porque sólo él y los suyos, desde el poder, puedes hacer juicios sumarios, linchamientos públicos.
A pesar de que en esta rueda de prensa en Tijuana mantuvo sus actitudes autoritarias, la pausa de López Obrador ante el homenaje que se realizó a los periodistas asesinados, ese breve momento en que tuvo que escuchar brinda esperanza de que las cosas pueden cambiar. El rey chiquito en que se ha convertido el presidente, ese que vive en Palacio Nacional, está acostumbrado a recibir a la prensa en su patio y tratarla como sus sirvientes, gracias a la complicidad y lambisconería de un puñado de personajes sin dignidad, el prometido diálogo circular que se supone que es la conferencia matutina, se ha vuelto un espectáculo montado en el que la mayoría de las ocasiones las bestias muestran lo bien amaestradas que están leyendo las preguntas que les pasan para que el presidente se pueda lucir. A diferencia de las conferencias matutinas que se realizan cuando está de gira, donde no cuenta con la protección de un aparato que le forme un espacio seguro donde nada lo sacará de su discurso.
Las delegaciones de la Secretaría del Bienestar intentan cumplir con la actitud censora cuando el presidente sale de Palacio Nacional, los superdelegados eligen a quién invitar o no a las conferencias, antes de que se realice, buscan colocar frente a López Obrador a puro invitado que prometa no ser incómodo, no todos los medios son invitados, no se les da el derecho de preguntar lo que ellos quieran; al menos así ha funcionado en Aguascalientes; pero los superdelegados no pueden controlar a los reporteros todo el tiempo.
La posibilidad de que el presidente atienda los verdaderos reclamos ciudadanos no está en la mañanera en Palacio Nacional, sino en las entidades federativas, donde se enfrenta a los ciudadanos a los que no les ha cumplido y a los periodistas que no tiene cooptados.
Coda. La esperanza de que el presidente aprenda a escuchar está en los periodistas de eso que llamamos provincia, que viven condiciones muy distintas a las de la capital, donde la inseguridad, violencia y agresiones son los obstáculos que enfrentan todos los días, las mismas que enfrenta el ciudadano común, por eso lo representa con mayor dignidad.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX


