Contol de daños
Uno de los efectos que más aplaude la oposición es que, a partir de los dislates autoritarios de Andrés Manuel López Obrador en la defensa de sus familiares, el presidente ya no tiene el control de la agenda pública. A partir de las interrogantes planteadas por el reportaje de Latinus y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad sobre el posible conflicto de interés por el modo de vida de José Ramón López en Houston, no ha pasado un solo día sin que López Obrador empeore las cosas intentando distraer la atención hacia otros asuntos que no sea su hijo.
Entre las habilidades de López Obrador, invariablemente se destaca su capacidad para marcar los temas de la agenda a través de su conferencia matutina. El impacto es tal que ya tiene varios imitadores entre los gobernadores de Morena, casos destacados los de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México y Cuitláhuac García en Veracruz; el gran logro de la mañanera es que es un show montado con toda la mala intención de colocar mensajes de propaganda que alimentan la polarización de la conversación pública, lo que más se difunde de esa conferencia jamás son los temas con que inicia, tampoco las participaciones de otros miembros del gabinete, invariablemente lo que se resalta en la prensa son los largos monólogos con que el presidente responde a las preguntas de los reporteros. Muchas de ellas de cuestionable origen, porque es evidente que algunos de los participantes leen la pregunta escrita por otra persona, que permiten a López Obrador darle rienda suelta a la improvisación.
Ahora que la investigación periodística ha alcanzado el círculo familiar, este mecanismo de la mañanera ha fallado para realizar el control de daños que toda administración debe realizar cuando se le exhibe porque la improvisación de López Obrador está teñida de rencor, ya no le importa si los reporteros le plantean preguntas a modo, lo único que importa es demostrar a sus seguidores que todo es un montaje de sus enemigos, ataques golpistas contra su proyecto de transformación.
El rencor ha cegado a tal grado al presidente que no le importa perder el control de la agenda pública, sin embargo, no se debería de festejar que López Obrador concentre su discurso en negar el supuesto conflicto de interés por la vida de José Ramón López Beltrán, los diarios ataques a un grupo muy identificado de periodistas y que intente exhibir a sus opositores, porque en el fondo, todo esto le sirve al presidente para reiterar su mensaje a sus seguidores.
Ahí están las cartas de apoyo de los gobernadores y senadores de Morena, a quienes no les importa exhibirse como los sirvientes que son, no les interesa la pérdida de la dignidad, porque al final están cumpliendo con López Obrador, los seguidores de la Cuarta Transformación no cuestionan a los lambiscones y maromeros del presidente, para ellos, idioteces como que López Obrador encarna a la Nación y a la Patria es música para sus oídos, ideas que satisfacen la fe ciega que demanda el presidente. Por más que sean muchos quienes intenten exhibir los dislates despóticos, sus argumentos no llegan a permear en el grueso de la población, los fieles no les harán caso justo porque han sido adoctrinados sobre cómo los villanos aparecerán para señalar esos errores e intentar engañarlos.
Festejar que López Obrador ha perdido el control de los temas en la conversación pública es dejar a un lado que, habilidosamente, el presidente está aprovechando la circunstancia para hacerse la víctima, demandar fe ciega y agudizar la polarización.
Coda. Sin periodistas no hay democracia, lo dijo el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ante los reporteros, Arturo Saldívar subrayó que en una democracia la labor de los periodistas es esencial para generar un debate robusto e informado; ese debería ser el propósito de todos, ese tipo de debate, no el diálogo de sordos que estamos presenciando.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX


