Capítulo 2  Yo he visto cosasque vosotros no c...

 

Capítulo 2

 Yo he visto cosas

que vosotros no creeríais.

(Roy Batty)


 —No me encuentro cómodo aquí, haciendo esto, espero que lo entienda, no hace mucho yo era como usted y ahora…

—No se preocupe, sólo será unos minutos. ¿Quiere un poco de agua?

—Sí, por favor.

—Ahí tiene… le aviso cuando empiece a grabar.

—Creo que hay una luz roja parpadeando.

—¡Vaya! parece que ya había empezado a grabar. Pues, si le parece bien, vamos allá.

—Está bien.

—1 de julio de 2019. Soy Halia Bacster y estoy con Julián Casto, alias El Pilla ¿Es correcto?... Señor Casto, es una grabadora, no le pueden ver. Si puede responder hablando…

—¡Oh!, disculpe: sí.

—Señor Casto, se le acusa de asesinato. Se encuentra en prisión provisional a espera de juicio, que será dentro de… tres meses…

—No lo sabía. Parece que la justicia conmigo sí que se da prisa. ¿Le molesta que fume?

—… Eh, no, no me molesta. Tenga, coja del mío si quiere.

—Gracias. Es curioso, he perdido la cuenta de la gente a la que he matado pero, antes de fumar, siempre pido permiso a la persona que está a mi lado… Ya sabe, como el tabaco mata…

—Ya… Iba diciendo que me encuentro en la prisión de…

—¿Sabe a qué suena un cadáver en el maletero de un coche?

—No , Julián, no lo sé. ¿A qué suena?

 —A cualquier cosa. En realidad, no es que yo sea un experto en eso, pero supongo que si cierras los ojos podrían ser hasta los regalos de Navidad de los niños. Yo nunca había metido un cadáver en el maletero de mi coche hasta ese día, por eso no sabía a qué sonaban. Pensándolo fríamente, me parece repugnante. Luego tienes que meter otras cosas allí como la comida del supermercado, sabiendo lo que habías metido antes allí… Es desconcertante. Pero bueno, yo nunca rechazo un trabajo. Por eso me llaman El Pilla, porque siempre ando de un sitio a otro agarrando las oportunidades que me ofrecen para ganar algo de dinero… ¿Lleva usted mucho tiempo trabajando de periodista?

—No mucho. El mes que viene hará dos años que…

(Se oye el sonido de Julián exhalando el humo de su cigarro).

—Ya… Mira mis manos.

—¿Qué les ocurre?

—Dicen que por aquí pasa la línea de la vida…

—Así es, eso dicen.

—¿La ve?

—Eh… No, lo cierto es que no se ve.

—Me desapareció cuando me quemé las manos trabajando en la construcción de unas conducciones de agua enormes en Qatar. La empresa para la que trabajaba me envió allí. Con nosotros había también indúes y pakistaníes. A esos les faltaban hasta los dedos. ¡Pobres diablos! Usted tiene todos los dedos y las líneas de las manos en su sitio…

—¿Qué quiere decir con eso?

—Que por mucho que le cuente, no va a entender nada. Luego escribirá en su periódico lo que le dé la gana. ¿No es a eso a lo que se dedican todos ustedes?

—Creo que no nos conocemos tanto…

—Le tiembla el labio inferior.

—Y a usted la pierna.

—Sabe que digo la verdad.

—Si es usted tan inteligente, póngame a prueba. Empiece por decirme qué pasó aquella noche y ya veremos si está usted en lo cierto.

(El humo de la última calada al cigarro de Julián quedó entre los dos y apagó la colilla en un cenicero de pie junto a la mesa metálica).




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Published on September 17, 2020 02:43
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