3 trucos para que tu hijo/a lea

Si tuviera que quedarme con un solo recuerdo de mi padre, sería cómo me transmitió su amor por los libros. Se habla mucho de incentivar el hábito de la lectura desde la infancia, se crean campañas y talleres, pero hace tiempo que la psicología descubrió que aprendemos imitando los modelos de nuestro alrededor.


Tal y como explica el Catedrático de Psicología Marino Pérez-Álvarez en Psicología del Quijote, fingimos la persona que queremos ser en base a un modelo. No se trata de engañar a nadie, sino de actuar en función del contexto en el que aprendemos; este fingir es tan serio, tan real, que se transforma en fungir en la medida que somos reconocidos por los demás, así, terminamos por forjar una transformación en nosotros mismos, es decir, primero somos “actores” de nuestra vida, copiamos el hacer de otros y, a medida que actuamos, incorporamos estas características en la formación de nuestra personalidad. En definitiva, si mis modelos leen, lo más probable es que yo también lo haga.


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¡Hola! Mi madre y yo leemos en el metro (Foto rondando por Facebook)


Por suerte, desde que tengo memoria, aparece en mis recuerdos mi padre con un libro entre manos. ¿Cuál fue su estrategia para que yo leyera? Ninguna. Simplemente llevó a cabo estos tres sencillos pasos.



1. Leer

Leer en la butaca, en el baño, en el jardín; leer todo el domingo, de vacaciones; leer estando triste, cansado, enfermo. Leer libros pequeños, grandes, de tapa dura y blanda, clásicos y actuales, escritos por autores y autoras, nacionales y extranjeros. Leer todo lo que caía en sus manos: poesía, cuentos, ensayos, novelas, sobre todo novelas.


Mi padre no tenía estudios, pero sabía tantísimas cosas que era imposible jugar con él al Trivial. Si alguien en la familia tenía una duda cultural, recurría a él. ¿De dónde sacaba toda esa información? Tenía que ser de los libros.


Resultado de imagen de jugando al trivial

¡Cómo es posible que sepa eso! Foto 


Así aprendí, desde pequeña, que leer era divertido y además te enseñaba muchas cosas. Yo quería ser como mi papá, y tenía claro que el camino para conseguirlo pasaba por imitarle.



2. Llenar la casa de libros

La casa de mi infancia huele a libro. Una mezcla de hojas nuevas, recién estrenadas, y hojas amarillentas, manoseadas mil veces. La estantería del salón estaba repleta de títulos como los que ahora me pertenecen y veo si levanto la mirada del ordenador: Frankenstein, El color púrpura, Cien años de soledad, La conjura de los necios…


Imagen relacionada

Y aquí os presento el salón de mis sueños. Foto.


En el baño, sobre el radiador, siempre había un libro. Por algún motivo se me ha quedado grabada la imagen de una edición de Las novelas ejemplares de Cervantes. Estaba allí, esperando a que te sentaras y abrieras sus páginas.


Los encontrabas en cada estancia de la casa, andaban desperdigados para que los leyeras cuando quisieras, los cambiaras de sitio, te los llevaras a la cama o al parque. Eran uno más de la familia. Porque en aquella época no teníamos móviles ni e-books. Todo lo ocupaba el papel.



 3. Regalar libros en todas las ocasiones

Yo nunca pedía un libro por el cumpleaños o por Navidad, porque sabía que siempre lo tendría. Pedía muñecas, juegos de mesa, patines…, pero lo que más ilusión me hacía era descubrir qué historia nueva había elegido mi padre para mí.


Woman Reading a Book

Algo así sentía yo cuando abría el mejor regalo. Es raro que aún no necesite gafas. Foto


Todavía guardo muchos de ellos: Momo, Matilda, La hija del espantapájaros, La aventura de Said


La tradición continuó cuando me hice mayor, en todas las fiestas había libros, hasta que mi padre ya no estuvo y con él se fue ese regalo siempre presente, que pasó a convertirse en un regalo de ocasiones, de mano de otras personas.


Ahora soy yo la que los compra, la que los regala y la que comienza nuevas tradiciones literarias, como la de Sant Jordi. Hace siete años me enamoré de un catalán y descubrí que cada 23 de abril nos regalaríamos libros ¡di en el clavo!


No sé si tendré hijos, pero si lo hago, en cada una de sus fiestas habrá libros. Esta fue la mejor herencia que me dejó mi padre: sus libros, su pasión por la lectura, su amor por la literatura. Esa es la que a mí me gustaría transmitir.



 

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Published on May 22, 2019 23:54
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Laura Urcelay

Laura Urcelay
Este blog es un espacio para compartir lecturas y escritura.

Como lectora puedo leer casi de todo mientras no esté escrito de forma petulante, rimbombante, fatua. Disfruto de la narrativa sencilla, li
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