Kaizen, el método de productividad japonés que me está ayudando a retomar la escritura | Writing Wednesdays

[image error]


Como los lectores habituales ya sabréis, en noviembre participé en el NaNoWriMo, el reto que te insta a escribir 50k palabras en un mes. Llevaba varios años participando y, aunque había ganado el reto en el pasado, las dos últimas convocatorias había fallado estrepitosamente. En 2018, y aunque me tomé una semana entera libre, acabé aplicándome y, aunque el manuscrito seguía inacabado, llegué a las 50k.


Uno de mis propósitos del año nuevo era terminar dos novelas. Uno de los propósitos fallidos. En primavera terminé un proyecto que acabó convirtiéndose en La luna en la puerta, pero eso fue todo. En noviembre logré avanzar muchísimo el #ProyectoOro y me planteé muy seriamente terminarlo en diciembre, pero en la oficina tuve trabajo hasta arriba y eso, unido al ámbito personal, me dejó con un burnout bastante importante.


Ahora es un nuevo mes. Ahora es un nuevo año y estoy recuperándome y reorganizando mi vida, y eso incluye retomar el hábito de escritura.


He hablado muchas veces del perfeccionismo y de cómo este nos hace tropezar y nos impide alcanzar lo que nos proponemos. Un método que últimamente me está ayudando mucho a mejorar y a no preocuparme tanto por mi rendimiento es el método kaizen.


Kaizen es un término japonés que significa “cambio a mejor”, con la connotación de que este es un cambio continuo. Aunque el kaizen como método de productividad se desarrolló en un ámbito empresarial, también puede implementarse a cualquier trabajo autónomo, como es en este caso la escritura. ¿Cómo?



Identifica tus áreas problemáticas. Si, como yo, te enfrentas a un bloqueo, pregúntate qué es lo que te está frenando. ¿Es el miedo el fracaso? ¿Tus altas expectativas? Quizá aquello a lo que te enfrentas sea algo más tangible, como la falta de tiempo, o un área de la escritura muy específica, como la caracterización o los diálogos. Intenta reconocer la raíz de los problemas.
Escribe tu meta. Esta meta debe estar en relación directa con tu área problemática. Por lo tanto, si lo que te impide avanzar es el miedo al fracaso, tu meta podría ser ganar confianza en ti mismo como escritor o sentirte más cómodo escribiendo de un tirón sin revisar constantemente. Si tu problema es la falta de tiempo, tu meta podría ser aprender a utilizar el tiempo del que sí dispones de manera más inteligente (recordad que descansar no es opcional sino algo crucial para vuestra salud física y mental). Y si tu área a mejorar es la caracterización, tu meta podría ser trabajar más en las fichas de personajes. Trata de ser lo más específico posible.
Hazte preguntas. Ahora que ya sabes cuáles son tus áreas a mejorar y cuál es tu meta, empieza a preguntarte por qué esas dificultades están ahí en primer lugar. ¿Tu miedo al fracaso es debido a un círculo vicioso de procrastinación del que no puedes salir? Tus expectativas tan altas podrían deberse a una visión errónea del proceso de escritura que no te permite acabar con un borrador terribles (y muchas novelas de cabecera empezaron siendo borradores terribles). Trata de hacerte, al menos, cinco preguntas. ¿Por qué fallan mis diálogos? ¿Por qué, aunque los he perfilado al máximo, estos personajes me siguen pareciendo bidimensionales? ¿Por qué ciertas tareas, como contestar emails o escribir la primera fase de la página en blanco, me ocupan tanto tiempo?
Planea cómo mejorar. Reserva un par de horas, siéntate y haz una lluvia de ideas. Ya has identificado algunos de los porqués detrás de tu mayor problema, así que ahora es el momento de trabajar por resolverlos. Si lo que falla es tu habilidad (por ejemplo, los diálogos se te pueden dar fatal), piensa en cuánto tiempo tienes disponible (realísticamente) y si la mejor solución para ti podría ser practicar más mediante ejercicios de escritura o estudiar la técnica mediante cursos online o blogs de escritura como este. Si el problema es el método que estabas utilizando (quizá pasas demasiado tiempo revisando y muy poco escribiendo y así, claro, tus proyectos no avanzan), intenta encontrar otra manera de trabajar que podría ser más productiva. Si el problema es el ambiente (a lo mejor tu casa es demasiado ruidosa o la habitación en la que escribes demasiado oscura para que te sientas concentrado y motivado), trata de encontrar una solución al respecto: ¿Hay algún otro lugar en el que puedas escribir? ¿O quizá otro momento del día?
Ponte a ello y lleva un diario de tu progreso. Ahora que ya sabes en qué fallas y ahora que ya tienes un plan para mejorar, ponte manos a la obra e implementa todos estos cambios. ¿Por qué un diario de progreso? Lo más importante del método kaizen es que te pone en una zona de mejoras constantes, por lo que es importante tener un lugar en el que vayas apuntando todo lo que haces bien y lo que haces mal.
Revisa ese progreso. Una vez a la semana o al mes deberías tomar tu diario y estudiar en qué áreas estás mejorando y en cuáles te has estancado. A lo mejor los nuevos métodos que has implementado no están funcionando como deseabas, o a lo mejor al solucionar un área problemática te has dado cuenta de que hay otros aspectos que te están frenando. Está bien. No olvides la clave: mejora continua.
Respira hondo. Es natural que quieras ver resultados lo más rápido posible, pero recuerda siempre que hay métodos ilimitados de trabajo y maneras ilimitadas de ver las cosas. Lo más importante es mejorar poquito a poquito. Puede que haya semanas o meses de estancamiento o incluso semanas o meses en los que te parezca que estás empeorando porque las soluciones que has implementado no han sido las correctas, pero no desesperes. El kaizen es, ante todo, una filosofía basada en trabajar de manera más inteligente, no más duro, y a veces cambiar nuestra manera de funcionar resulta complicado. Piensa siempre en tu meta final y no dudes nunca de que eres capaz de alcanzarla.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 09, 2019 12:41
No comments have been added yet.