Por qué escribimos
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Para este Camp NaNo he empezado una novela de la que ya he hablado en Twitter. Se trata de una obra ambientada en la Segunda Guerra Mundial, entre Checoslovaquia y Hungría, y trata la Resistencia, el trauma y la Shoah.
A veces me pregunto por qué sigo haciendo esto, qué hay de catártico en explorar lo mejor del ser humano durante lo peor de nuestra historia. Porque lo cierto es que no resulta sencillo. Embarcarte de un proyecto de meses o años en el que la documentación y el proceso de escritura implican sumergirse por completo en la psique de quienes sufrieron los horrores más absolutos bajo los regímenes más injustos. Escribir sobre estos temas exige respeto por la historia y la promesa de no banalizar o simplificar jamás; mostrar la escala de grises en la que se desenvuelve la historia y arrojar las culpas sobre todos, identificar correctamente a las víctimas y avanzar con la certeza de que nosotros nunca vamos a comprender lo que han pasado, que su historia no es la nuestra y que no podemos escribirla como si nos perteneciese; no podemos explotarla.
¿Por qué escribir sobre ello, entonces? Creo que tenemos el deber moral de hacerlo. Tenemos el deber moral de, en lo posible, amplificar las voces que la historia ha querido acallar. Y repito una palabra importante: amplificar. Ciertos sucesos de la historia, como he dicho, no nos pertenecen; crear arte a partir de ellos, por lo tanto, nos exige ser completamente fieles a esas voces que, en muchas ocasiones, han sido aniquiladas. No podemos explotar la historia para plasmar nuestras propias ideas o con fines morbosos.
Escribo sobre esto porque todavía hay vidas a las que hacer justicia. Escribo sobre esto porque no podemos olvidar. Escribo sobre esto porque encontrar significado en aquello que no puede, de manera alguna, tenerlo es lo que nos mantiene sanos a todos, colectivamente.