Cómo saber si un proyecto es el adecuado | Writing Wednesdays

[image error]


Muchas veces me preguntan en mi Curious Cat qué hacer con esos proyectos que parece que nunca podemos arrancar o cómo saber si X proyecto es el que debemos llevar adelante. Creo que la razón de ser de muchos de estos problemas es la procrastinación, uno de los demonios que más me acechan a la hora de escribir.


La procrastinación ataca especialmente a las personas como yo: perfeccionistas, con mentalidades de o todo o nada y muy altos estándares para con su propio trabajo. La procrastinación es otra palabra para el miedo. Procrastinamos cuando un proyecto nos parece demasiado complejo o cuando nos da la sensación de que nuestras habilidades no son suficientes para el trabajo a realizar. Procrastinamos para no tener que enfrentarnos a la dolorosa realidad de los escritores: tu manuscrito nunca va a ser tan espléndido como la idea que está en tu cabeza. Y aprender que eso está bien y que podemos trabajar con ese manuscrito hasta conseguir una buena novela es una curva de aprendizaje.


¿Cómo saber que no debes abandonar una novela a medias? Si te da miedo escribirla y si no puedes dejar de pensar en ella debes terminarla. Esto, naturalmente, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.


¿Cómo dar jaque mate a la procrastinación y simplemente trabajar en ese proyecto? Bueno, para empezar…



Asegúrate de que es el momento apropiado para escribir esa novela. A lo mejor ese proyecto tan terrible te parece terrible en primer lugar por su complejidad, y  a lo mejor resulta que ahora mismo estás trabajando en un proyecto de fin de grado o has empezado un nuevo trabajo o estás lidiando con problemas familiares y no tienes el tiempo y la concentración necesarios para ese proyecto en particular. Está bien. Respira. Tendrás todo el tiempo del mundo para perfilar esta novela; mientras tanto, puedes trabajar en los esquemas del argumento o quizá atacar otro proyecto más sencillo hasta que tus circunstancias cambien y puedas dedicarte al 100% a ese otro proyecto más complicado.
Date un tiempo. Si tienes algo con lo que trabajar, ya sean esquemas o una idea general en tu cabeza, a lo mejor estaría bien tomarte unos días libres para separar tu mente de a novela. Trata de ser estricto con este tiempo para no caer en la tentación de seguir procrastinando hasta la eternidad. Por ejemplo, otórgate dos semanas de vacaciones y luego empieza a escribir sí o sí.
Olvídate de contar palabras o ponerte metas muy estrictas. Aunque contar palabras, hacer maratones de escritura o planear nuevos hábitos pueden motivar mucho, a veces cuando te sientes bloqueado pueden pulsar el botón de perfeccionismo y resultar ser fatales. Simplemente trata de escribir con tanta frecuencia como te sea posible y tanto como te sientas cómodo cada día. Quizá te parezca que vayas a avanzar con más lentitud, pero también evitarás un bloqueo más grande cuando, inevitablemente, no logres alcanzar los objetivos tan ambiciosos que te has propuesto.
Empieza a relacionar cosas con tu proyecto. Esto es algo que hago yo para motivarme y, sorprendentemente, con el tiempo acabas engañando a tu subconsciente. Cada vez que te sientes a escribir ese proyecto prepárate un té especial o escucha un disco en concreto o enciende una vela aromática. Por ejemplo, mientras escribía El valle oscuro me aficioné al té verde con sakura y siempre ponía Atlas de Sleeping at last cuando me ponía a trabajar en Desayuno en Júpiter. Con el tiempo tu cerebro empezará a relacionar esas pequeñas cosas con “tenemos que poner mentalidad de escribir”, y te sentirás mucho más centrado en el trabajo.
Prueba nuevas alternativas. Este es quizá el punto más importante. No intentes logar nuevos resultados utilizando métodos que ya han fallado. Volvemos al principio: si tienes miedo de empezar pero no puedes dejar de pensar en la novela, escríbela. No caigas en la tentación de pensar que esta no es una buena novela solo porque tus intentos anteriores hayan fallado; ten fe en tu idea y en lo que quieres contar con esta historia y dale vueltas al argumento y a los personajes hasta que acabes logrando un producto del que puedas sentirte orgulloso.
Utiliza tu idea inicial para motivarte, no como algo sagrado. Pensar en la primera chispa de la que surgió tu novela funciona porque te recuerda que tienes algo que contar. Sin embargo, no es preciso ser fiel a esa primera idea porque no es un regalo del cielo. Piensa en esa idea como en una semilla o como en los ingredientes de una receta; tu trabajo va a cambiarla y para bien, para hacer crecer algo bueno y complejo.
1 like ·   •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 20, 2018 10:10
No comments have been added yet.