La documentación (II) | Writing Wednesdays

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No es sorpresa para nadie que el género histórico es uno de mis favoritos. Aunque técnicamente El valle oscuro es la única novela histórica que he publicado, tanto Entre dos universos como Desayuno en Júpiter tienen subtramas históricas muy importantes.


Escribir histórica requiere un trabajo de documentación mucho más extenso que escribir otros géneros. Hay que conocer al dedillo tanto el contexto socio político de la época que estamos retratando como la cultura popular y el comportamiento de la población. Esto puede imponer mucho, sobre todo para los que, al contrario de los raritos como yo, detestan la documentación.


¿Cómo hacerle frente a todo este trabajo de investigación? Aquí tenéis veinte consejos…



No dediques a la documentación menos de tres meses. Intenta alcanzar seis meses de documentación o más, pero aprende a pararte los pies o nunca empezarás la novela (pero tendrás varias ideas para embarcarte en un doctorado). Recuerda que siempre puedes continuar la documentación mientras escribes.
De hecho, no dejes de comprobar los datos que escribes, sobre todo si hay algo que te suena un poco regular o algo de lo que no estás seguro al 100%.
Deja de ver películas de Hollywood. Bueno, no, no tienes que dejar de verlas, pero no te las tomes como palabra de Dios. Que algo esté en una película no significa que sea correcto, y no son pocos los largometrajes que cometen gazapos históricos garrafales.
Échale un vistazo a documentales, especialmente aquellos realizados lo más cerca posible de los hechos que intentas retratar.
Recurre, también, a diarios de la época y testimonios de personas que vivieron en esa época. Esto es más sencillo en épocas más cercanas a la nuestra, como el siglo XX, pero con un poco de indagación pueden encontrarse auténticas joyas.
Hazte un carné de biblioteca, si no lo tienes ya. Aunque Internet es una mina de información, la curación de los libros os beneficiará. Es muy fácil encontrar datos falsos en internet y muy difícil contrastarlos para saber la verdad que se esconde tras ellos.
No te olvides de las librerías de segunda mano. Yo he encontrado muchos libros fuera de circulación que me han resultado valiosísimos, como Los martes de Westerbork de Jacob Presser.
Recurre a hemerotecas. No solo las de tu biblioteca de confianza, sino también hemerotecas online. Dos que me han ayudado mucho tanto en mis novelas como en la documentación que tuve que hacer para John Blake Publishing fueron Newspaper Archive y British Newspaper Archive. Además, Google News tiene una sección de noticias históricas.
Google Scholar es tu amigo. Aquí podrás acceder a varios estudios que podrán ayudaros.
Otra página para acceder a estudios académicos que me ha servido de mucha ayuda es Jstor.org
Intenta hacerte con mapas y fotografías históricos de la ciudad en la que ambientas tu obra.
No descuides la moda y la cosmética de la época que estás retratando. Karolina Zebrowska sabe muchísimo de moda vintage, especialmente de los siglos XVIII y XIX y Glamourdaze contiene mucha información sobre cosméticos vintage.
Échale un vistazo, además, a libros de cocina de la época. No se come hoy como se comía hace cincuenta años, ni tampoco tenían entonces acceso a los mismos productos que nosotros. A mí siempre se me quedó clavado algo que dijo Jacqueline Van Maarsen, escritora que sobrevivió al nazismo en Holanda: que no le gustaría que se hiciera una película sobre lo que vivió porque sería muy sencillo que apareciese en escena una taza de café cuando entonces aquel era un producto inaccesible para la población.
No intentes que tus personajes se comporten como personas del siglo XXI. Hay cosas ahora que nos parecen ofensivas y antes no y viceversa. Hoy mismo, en el trabajo, me he pasado todo el día cambiando palabras que en su tiempo eran inocentes pero que ahora tienen connotaciones ofensivas por palabras de uso común para una reedición de una novela de los años 30. Intenta encontrar el punto justo entre una representación veraz y una con la que los lectores de hoy puedan identificarse.
Lee libros de la época, escucha música de la época, ve películas (de haberlas) de la época… tienes que empaparte en los años en los que transcurre tu novela.
Documéntate también sobre la religión, las creencias y supersticiones de la población. Recuerda siempre que no podemos juzgar a las personas históricas con ojos contemporáneos, pero tampoco es sano ser paternalista.
Admítelo: el pasado es más diverso de lo que te crees. La vasta mayoría de los vaqueros eran negros o latinos, no blancos. En la Segunda Guerra Mundial combatieron soldados afroamericanos, el pianista de María Antonieta era negro, Jesús era un judío medioriental…
De hecho, no estudies la historia de un grupo oprimido desde la perspectiva del opresor. En España no se estudia a Colón como en México, y en Japón, por ejemplo, se sigue estudiando la Segunda Guerra Mundial desde una perspectiva pro-militarista.
No te olvides de las costumbres de la época. En los años de Jane Austen, por ejemplo, las flores que le enviabas a una persona contenían un significado en particular, y en los años cuarenta se esperaba que una chica dijese siempre que no a la primera petición de una cita, por lo que esperaban que les preguntasen una vez más.
No descuides el idioma. Hay expresiones mucho más modernas de lo que pensamos, y es muy fácil caer en ellas, pero tampoco trates de imitar el lenguaje de la época al 100% porque eso va a resultar en la extrañeza de los lectores de hoy.

Sé que parece mucho, pero a base de hacer un poquito cada día aprendes a amar la documentación.

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Published on April 25, 2018 12:22
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