No hay mejor época para ser un geek

Qué diferente era el mundo cuando George Lucas inició, sin proponérselo, la era del geekness en producción masiva. En 1977 los fans estaban descarriados: ya existían convenciones de ciencia ficción, sí, convenciones de trekkers, sí, hordas de aficionados de cómics de DC y Marvel, e incipientes fanaticadas de juegos de rol y videojuegos. Sin embargo, el geek no era monetizable. Solo un puñado de “raritos” con intereses oscuros que a ningún empresario le parecería remotamente un buen negocio. Star Wars cambiaría esa percepción por la sencilla razón de que trajo los dólares. La taquilla. El merchandising. La obsesión.
Tres décadas y media después, la obsesión es uno de los propulsores más fuertes de consumo. Obsesionarnos con nuestra serie favorita de TV, película, sistema operativo móvil o equipo deportivo nos integra, nos hace sentir parte de una manada. Las manadas ahora son más grandes y están mejor organizadas que en 1977. Si estás obsesionado, por ejemplo, con Harry Potter, puedes conseguir prácticamente todo lo que desees, desde un llavero de Lego hasta caminar por los pasillos de Hogwarths en Orlando, Florida. Pero no solo se trata de poseer objetos, algunos muy baratos y otros nada baratos, o experimentar tu obsesión a través de múltiples opciones (¿Cosplay? ¿Juegos de rol? ¿Premieres de medianoche? ¿Parques temáticos?), sino de integrarla por completo a la vida, 24/7, de lunes a domingo. Puedo imaginar docenas de situaciones donde el geekness salió del clóset y se incrustó en la cotidianeidad de la gente, pero creo que esta es una de las más significativas: vivimos en una época en la que una persona es capaz de tener un empleo donde, sin importar su puesto, sexo, credo o aspecto, puede pararse a trabajar con su playera nerd favorita. De Wolverine. De Batman. De Hello Kitty. Del Error 404. De The Hunger Games. El otro día un amigo que trabaja en serio en una empresa de videojuegos, me reveló que la edad promedio del videojugador es de 35 años. Xbox y PlayStation son dos marcas gigantescas madreándose con todo lo que tienen por sacar el dinero de nuestros bolsillos. Pensar que cuando yo tuve mi primer Nintendo, los videojuegos eran “esas chingaderas que hacen ruiditos y descomponen las teles…”
Hoy vi Thor: The Dark World y caí en cuenta de lo increíblemente complejo que se ha vuelto el paisaje geek. No solo porque la empresa mediática más grande del mundo (Disney), compre a dos de las franquicias más queridas por personas alrededor del planeta (Marvel y Star Wars), sino porque las está haciendo funcionar. Esta nueva Thor es autocomplaciente y excesiva, y también es muy divertida, se autoparodia, se autoreferencia… hay un expertise en cosas nerdáceas. Al ver las tomas abiertas de Asgard pensé en las millones de horas-nerd trabajando para que nosotros pudiéramos contemplar el mundo de Thor. Artistas conceptuales, modelers, texturers, compositores digitales, artistas 2D, artistas de storyboards, animadores, artistas de matte digital… tipos que probablemente iban en la universidad cuando Peter Jackson estaba terminando su Trilogía Sagrada, y ya hablaban Bocce y dominaban la Kobayashi Maru.
¿Disney tiene la autoridad moral para producir estas películas, comprar franquicias y básicamente dominar el mundo geek? Esa es otra discusión. Lo que yo veo ahora es que tiene los medios para hacer cosas que, cuando yo era niño, eran imposibles. Como reunir a los Vengadores. Así de sencillo.
(Mi infancia fue muy feliz, por cierto.)
Originally published at ruyxoconostle.wordpress.com on November 18, 2013.

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