Nadie está a salvo
Si el aperitivo de la elección fue la “puñalada” a Rossi, el bajativo consistió en las intercepciones telefónicas a Andrés Zaldívar. Cualesquiera sean los recelos que se tengan del personaje en cuestión, se trata del presidente del Senado, la segunda autoridad en el país. A tres días de la elección, con la DC en el suelo, y Zaldívar derrotado en las urnas, no hay que ser malpensado para darse cuenta que el mensaje es sin piedad: se cae en desgracia y pueden irse encima de uno con todo. ¿Aun cuando se es zorro, parte de la Nueva Mayoría, uno de los bandos “ganadores”, y antes se fue ministro del Interior de Bachelet en su primera administración? Incluso.
Nadie gana. Todos están empatados -quienes votan y no votan, entre la izquierda y derecha, y entre sí (el dato duro)-, lo que no impide que más de alguno se sienta empoderado y el futuro le sonría a lo sumo un rato. Lo suficiente para que el triunfalismo el domingo pasara, como en una posta, de la derecha a uno de los bandos opuestos esa noche. Lo vimos: Bea Sánchez, fuera de sí contra los “oráculos”, exigiéndoles una explicación; Bachelet sintiéndose hada madrina de quienes sus partidarios calificaran “mafia brutal” (no sólo Jadue, Josefa Errázuriz ídem con otras palabras); incluso Bachelet habiéndoles representado su traición, con también otras palabras, tiempo atrás.
Nadie está a salvo. En este país se invoca la supuesta “soberanía popular” que arrojarían las encuestas Cadem, CEP, Adimark, CERC-Mori, o bien votos (la variante Servel), y comienzan a caer cabezas. ¿Caen? Bachelet no cayó cuando marcó 18% de aprobación y 57% de desaprobación (junio 2017). Tampoco el Frente Amplio cuando obtuvo un millón de votos menos en las primarias de julio 2017. Conforme, pero ahora habrían ganado. Es lo que dicen aunque, ser oposición cualquiera sea el gobierno, ¿eso es ganar? Complejidades similares se han dado en EE.UU. y en el Reino Unido.
Por eso es tan grave lo de Zaldívar. Las elecciones empatadas se prestan para varias pugnas a la vez, más aún si el espectro se fragmenta y el fair play no cuenta. El intervencionismo del gobierno ha sido flagrante (defensa del “legado” para compensar las flaquezas del candidato oficial; movilización a votar estando permitido no votar; falta de prescindencia frente a candidaturas en contienda…). Por tanto, cabe preguntarse en qué está el Ministerio Público. Que se entablen y filtren causas, en un momento turbio como el actual, despierta todo tipo de dudas.
Es más, dado que paréntesis, como el de esta extendida segunda vuelta, se prestan para toda suerte de maquinaciones, vale estar atento. Basta ver lo que ocurre cuando, en un atascamiento de autos esperando avanzar, se produce un hueco. Nunca falta el democrático y revolucionario, el vivo y veloz que codea, el que hace sentir su volumen.
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