Sucedió en México (#díadelosmuertos)
Cuentan que cierta noche obscura, precisamente en un día de muertos cualquiera en la ciudad de México un hombre salió rumbo al panteón para; de acuerdo a la antigua leyenda encontrarse con esos, sus amados.
Siempre vivió triste pues toda su familia murió en terrible accidente y cansado en cuerpo y espíritu; deseando nuevamente verlos, se encaminó con paso no muy firme, pero si muy decidido; pues se armó de valor tomando algunos tragos, rumbo al cementerio.
Llego al fin y gritó con gran fuerza:
-¡Aquí estoy! ¡Ya llegué! ¡Salgan todos que he llegado! ¡Aquí esta Juan esperándolos!
El silencio del cementerio fue la única respuesta.
Nuevamente gritó desesperado.
-¡Hey! familia; salgan ya llegué a armar bulla, fiesta, jolgorio.
Un hombre vestido de negro con espuelas, sombrero Negro y botones de plata le salió al encuentro y con cierta compasión le habló:
-¡Hey! ¡Amigo! Deje de armar escándalo que aquí no hay nadie; nomas puras tumbas.
-Pero hoy es dos de Noviembre – Contestó Juan arrastrando las eses – Quiero ver a mi familia.
-¿Y si la viera que ganaría? ¿No los quiere descansando y felices mejor? – Pregunto el hombre de Negro.
-Es que… los extraño y quiero verlos – Dijo tristemente Juan.
-Pero mi amigo, aún no es tu tiempo; anda vete y sé feliz – le dijo el hombre de negro.
Juan se dio cuenta de repente de que aquel que lo interpelaba no era sino la muerte y sin temor le habló con el corazón.
-Te lo pido, llévame con ellos, no deseo vivir más; ¡me mato ahora mismo! – rogó.
-Veo que me has reconocido – dijo suspirando – pero no puedo hacerlo; yo sólo soy un mensajero al que le dicen en dónde recogerlos y a dónde llevarlos y te aseguro que aquí no los encontrarás. Aquí sólo hay huesos.
La muerte se sentó junto a él, parecía cansada y Juan sacó una botella de mezcal y abriéndola le dijo.
-Toma un trago; te ves cansado, te reanimará.
-¡Esto reviviría a un muerto! – Dijo la muerte en tono burlón.
-No puedo llevarte porque no es tu tiempo pero puedo hacerte un regalo muy especial. Un regalo que concedo a pocos a cambio del favor que me acabas de hacer.
-Lo que sea con tal de verlos.
-Cómo sabes, al morir unos van al cielo y otros al infierno; si tú mueres y vas al infierno no los verás; en cambio si vas al cielo los podrás ver. Mi regalo consiste en decirte a donde irás si sigues viviendo como vas y en cuanto tiempo morirás.
-Sea, dijo Juan – Dime cuando.
-Morirás en treinta años e irás al infierno – declaró la muerte.
-¡Entonces no los veré! ¿Ya no los veré jamás? ¿Qué hago, dime qué hago?
-Aún estás a tiempo de cambiar; haz un acto bueno todos los días hasta que te acostumbres y quizá puedas ir al cielo y verlos – dijo la muerte -y en treinta años aquí te espero para llevarte.
-¿Aquí mismo me llevarás en treinta años? ¿Lo prometes?
-Lo prometo – contestó la muerte.
Y Juan cumplió; Los siguientes treinta años hizo el bien a todos y cambió tanto su vida que se casó y tuvo hijos.
Al término de los treinta años armó una gran fiesta con el pretexto de celebrar a sus amados festejó su vida con todos a los que ayudó.
Por la noche llegó al cementerio y gritó.
-¡eh muerte! ¡Vengo a cumplir mi promesa!
La muerte llegó.
-Qué pasó amigo, ¿Ya está listo?
-Pues no lo estoy, pero una promesa es una promesa; aunque quizá antes me acompañe con un trago – dijo Juan mientras le invitaba un mezcal- y me deje platicar un poco con usted.
-Esta bien – dijo la muerte sentándose.
-¿Porqué veniste hace treinta años?- preguntó Juan.
-Nosotros los seres sobrenaturales a veces sentimos dolor por los humanos y estaba algo cansado así que pensé que podía ayudarte; ¿Lo logré? ¿Cambiaste tu vida?
-Si, la cambié tanto que ya no me quiero ir,pero estoy listo para cumplir mi promesa.
La muerte lo miró fijamente a los ojos.
-¿Recuerdas lo que te dije hace treinta años? yo sólo soy un mensajero al que le dicen en dónde recogerlos y a dónde llevarlos; aún no es tu tiempo.
-Pero… ¡y entonces! ¿No me dijiste que me dirías cuando moriría y todo eso del cielo y el infierno?
-En realidad te dije que te haría un regalo que concedo a pocos y fue la posibilidad de cambiar tu vida; al ritmo que ibas no durarías ni veinte años y bueno; te he dado un regalo único -Dijo la muerte –-No sabes cuantas almas llevo hacía abajo por no cambiar una pequeña cosa en su vida. Así que amigo, gracias por el mezcal y aquí nos veremos cuando le toque.
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