Gente que busca gente

“Brilla por su ausencia” es una frase con la que siempre me sentí identificado. Nunca destaqué mucho en nada, a decir verdad… y tampoco era lo que quería, siempre preferí ser más de perfil bajo. En el colegio, en Educación Física, era ese chico que elegían a lo último cuando había que formar equipos para jugar y, por lo general, me ponían de arquero o defensa así que no participaba mucho tampoco. En el curso, solía sentarme al fondo o a un costado. No es que alguien me cayera particularmente mal, al contrario, me gustaba compartir con todos, con lo cual nunca llegué a formar parte de ningún grupo pero, a la vez, estaba en todos; es raro. No me considero extrovertido así que eran pocas las personas que se acercaban a mí. En el barrio, no salía mucho porque los chicos iban a la plaza a jugar al básquet o al fútbol y eso no era lo mío. Yo prefería dibujar, jugar algún juego en la compu o interactuar con mis muñecos y peluches. En la adolescencia y hasta el día de hoy, no me gusta mucho salir… prefiero quedarme en casa, leer algún libro, ver alguna película o serie, o simplemente dormir. En la facultad, a la hora del almuerzo, muchas veces me sentaba solo porque no sabía con quién compartir, o no quería. Y en las clases, por supuesto, me volvía a poner al fondo. Nunca fui demasiado “popular”, nunca tuve un mejor amigo… de esos que se quedan a comer y a dormir seguido, tanto que parece que prácticamente viven en tu casa. De esos que conocen todos tus secretos, buenos y malos, todos tus defectos y virtudes y que, aún así, te bancan en todas. De esos que van para todos lados juntos, que son inseparables. De esos que comparten un tatuaje. Nunca lo tuve… Así como tampoco nunca estuve de novio, nunca estuve en pareja, en una relación estable. Nunca tuve esa persona especial hasta ahora… Lo cual no quiere decir que no haya tenido amor, para nada. Creo que soy una persona que ha recibido (y recibe) mucho amor, de todos lados, y estoy muy agradecido por eso. Es curioso, ¿no? Porque fui ese chico que elegían último para jugar en Educación Física durante mucho tiempo, invisible, pero aún así, hoy en día me siento como el chico que anota ese último punto que le otorga la victoria a su equipo, que todos corren a abrazarlo, lo levantan, gritan su nombre y le dan el premio. Rodeado de amor, de la gente que quiero, lleno, satisfecho, completo… así me siento. Y no digo que no me merezca todo ese amor, pero de vez en cuando me gusta pensarlo y analizarlo un poco. ¿Por qué estoy rodeado de amor? o ¿por qué me eligen las personas? No soy popular, ni famoso, ni ridículamente atractivo, ni extraordinariamente talentoso, ni rico. No tengo una gran casa, no salgo mucho, no celebro fiestas, no tengo muchos seguidores en las redes sociales. No soy muy charlatán, mucho menos gracioso, todo para adentro, reservado, colgado, no inicio conversaciones y tampoco soy de armar planes; prefiero que me hablen, que me pregunten, escuchar, que me avisen y me incluyan en sus planes los demás… lo cual se podría resumir en que soy un poco cómodo quizás (e inseguro). Y aún así, la gente me escribe, me manda mensajes, me viene a visitar, me incluye en sus planes, en su vida, ¡quieren verme! Yo no entiendo, si no hago nada… ¿por qué entonces la gente insiste? No me malinterpreten, no estoy renegando de la gente que me busca, me encanta, hasta me parece divertido que lo hagan, que quieran mi compañía. No sé muy bien qué es lo que hago, pero evidentemente estoy haciendo algo bien parece. “Aceptamos el amor que creemos merecer”, okey, me merezco todo el amor que recibo, lo acepto. “Uno cosecha lo que siembra”, okey, siembro amor entonces, divino. Y la gente que no me quiere en su vida, no insiste, ya dejó de hacerlo. Y la gente que no quiero en mi vida, la alejo, le pongo distancia, la invito cordialmente a retirarse y cierro la puerta. Y así estoy, me quedo con las personas que quiero estar, que me hacen bien. Por ende, yo también estoy bien, y eso es lo que hago quizás: estar bien. No necesito más… Porque si estoy bien, todo se va a ir dando solo, ya conseguiré trabajo, ya tendré más plata para pagar clases, ropa, un perro o lo que quiera. Si estoy bien, me van a pasar cosas buenas, y todo va a estar bien. No sé si es la ley de atracción o simplemente puro optimismo… suena un poco hippie, budista, zen o místico quizás, pero les juro que no consumo nada extraño y tampoco me uní a ninguna secta o religión. Es una filosofía de vida muy simple que fui adoptando:



Estoy mal > Quiero estar bien > Busco algo o alguien que me haga bien.


Estoy bien > Quiero seguir estando bien o mejor > Busco algo o alguien que me haga bien o mejor.

No hay margen de error. ¿Quiero estar mal? No, no entra en ninguna fórmula y ni siquiera tiene sentido. Si alguien está mal y quiere seguir así, allá ellos… luego se cuestionarán por qué no están rodeados de amor o por qué la gente no los elige (o no). Hay que tener cuidado y ser muy conscientes de quiénes dejamos entrar a nuestra vida, con quiénes elegimos compartirla. Hay gente que manipula, que miente, que te consume, te entristece, te deprime, te quita energía, que resta en vez de sumar. Esa gente es tóxica, sumamente peligrosa… cuanto antes te des cuenta y te liberes de ellos, mejor. Porque cuando uno está bien, algo cambia alrededor, algo irradia esa persona que la gente se le empieza a acercar, atrae a las personas como polillas que van hacia la luz. Algunas se quedarán revoloteando alegremente alrededor de la luz, y otras se quedarán pegadas por acercarse demasiado, se quemarán al jugar con fuego. Entonces hay que elegir: elegir a las personas, elegir qué hacer, elegir estar bien. Elegir y ser elegido, pero no esperar a ser elegido, último, por descarte. Sino elegir para que te elijan, estar bien con uno mismo para poder estar bien con los demás (como te ven, te tratan…). “¿Ser o no ser?” Ser, estimado príncipe Hamlet. Siempre, sin lugar a duda. Yo elijo eso por ahora. Ya vendrá el amor, ya vendrá esa persona (o no). Muchos me dicen que yo voy a encontrar el amor en el extranjero, que mi amor no está en este país. ¿Quién sabe? Ya vendrán los viajes también y lo averiguaré. Y mientras espero, no me quedo de brazos cruzados… me voy preparando, para esa persona, para ese momento. Yo voy a elegir a esa persona y esa persona me va a elegir a mí, y voy a dejar que me elija, me voy a bancar ser elegido, como prioridad y no como último recurso, porque voy a estar listo, porque vamos a estar bien. Estoy bien, más grande, más maduro, más lindo con cada día que pasa, voy creciendo, acercándome a lo que quiero ser, mi mejor versión. Y no sólo por otra persona, sino también por mí. ¿Tengo amor? Lo doy, doy todo lo que tengo, comparto. ¿De qué me sirve guardar o esconder las cosas? Invito a dormir a mis amigos, les cocino, comemos, miramos una película, una serie, les escribo, charlamos, salimos a caminar, a pasear, a cazar Pokemones, tomamos un mate, un té, un café, una cerveza, pintamos, jugamos, reímos, escuchamos música, bailamos, cantamos, compramos, nos hacemos regalos, dormimos, soñamos, somos felices. Y no tengo miedo de lo que venga, sé que no estoy solo, sé que estoy haciendo las cosas bien. Eso es lo que yo elijo, porque ya no quiero que me elijan último.


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on August 11, 2016 07:00
No comments have been added yet.