Respuestas para un estudiante argentino
Un estudiante argentino de comunicación social me remite un breve cuestionario para una asignación académica sobre Venezuela. Comparto con ustedes mis respuestas:
– Antes de la muerte de Chávez, Venezuela era visto por sus pares latinoamericanos como un símbolo de la lucha contra el imperialismo norteamericano. ¿Cómo se explica que en tan poco tiempo el gobierno de Nicolás Maduro allá perdido casi todos el apoyo de los gobiernos de Sudamérica? ¿ Qué relación tiene esto con el cambio político derechista que se está dando en varios países como Argentina, Brasil y Perú?
– El denominado “proceso bolivariano” fue un modelo de gobernabilidad basado en el culto a la personalidad de una figura con gran carisma: Hugo Chávez, cuya emergencia pudo revitalizar las principales matrices socioeconómicas y políticas que ya existían en la historia venezolana: El extractivismo rentista como modelo de producción; el control de la sociedad por parte del Estado debido a su papel como principal motor de la economía; el militarismo caudillista basado en el “gendarme necesario”, al creación de movimientos sociales desde el poder. Hugo Chávez, como todas los personajes similares en América Latina tenía luces y sombras, entre sus virtudes fue la de reivindicar al campo popular y colocarlo en el centro de su modelo político, lo cual incluía políticas sociales para la disminución de la pobreza, y entre las sombras estuvo el proceso de centralización extrema del poder en su persona, eclipsando los liderazgos intermedios y los aparatos socio-institucionales que pudieran haber dado continuidad a su proyecto político. En el momento en que Hugo Chávez se muere se inicia un proceso de transición en Venezuela debido a que ese modelo de gobernabilidad construido entre los años 1999 y 2013 era imposible mantenerlo sin su presencia física. Como el carisma no es hereditario, Nicolás Maduro intentó sin éxito mantener el proyecto político sin tener la ascendencia ni la autoridad sobre la totalidad del movimiento bolivariano.
En segundo lugar, Maduro no ha contado con el escenario internacional favorable, tanto en lo económico como en lo político, con el que contó Hugo Chávez para expandir su proyecto político. Hay quienes plantean que lo primero llevó a lo segundo, pero lo cierto es que la denominada “década progresista” coincidió con diez años de altos precios de los recursos energéticos en el mercado internacional, lo que se denominó a su vez “la década de los commodities”, que permitió a los gobiernos denominados progresistas el contar con caudalosos recursos económicos para cimentar su proyecto político. No parece coincidencia que la disminución del petróleo, gas y otros productos extractivos en el mercado global, capitalista, sintonice a su vez con el eclipse de las expectativas que despertó el progresismo en toda la región, no sólo debido a la disminución de sus recursos, sino por el propio agotamiento de estos regímenes debido al incumplimiento de varias de sus principales promesas. El cambio político ha sido una consecuencia de esta situación, y no una causa. Es decir, gobiernos que construyeron una hegemonía política durante mucho tiempo, comenzaron a perder el respaldo popular que, entre otras cosas, se materializaba en las elecciones. La presidencia de Maduro en Venezuela, ante la ausencia del personaje carismático que era Chávez, ha dejado claro que el reino bolivariano estaba desnudo, aflorando una cantidad importante de problemas debido a las propias contradicciones y limitaciones de sus políticas. Ante la ausencia de carisma y la menor disponibilidad de recursos para promover políticas redistributivas, el gobierno de Maduro apela casi exclusivamente a la intimidación, teniendo como principal base de apoyo a las Fuerzas Armadas. Este estilo de gobierno ha neutralizado, silenciado y distanciado los apoyos febriles y automáticos que alguna vez contó Venezuela teniendo a Hugo Chávez al frente del Ejecutivo.
– ¿Qué condiciones existen hoy para que el referéndum revocatorio tenga tanto apoyo?
– Es mi opinión personal que la oposición representada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no ha logrado construir un proyecto de país alternativo al promovido por el denominado “Socialismo del Siglo XXI”, por lo que su principal fuente de legitimación sea el capitalizar políticamente el descontento y rechazo actual al gobierno de Nicolás Maduro. En este sentido los resultados del pasado 6 de diciembre son reveladores de cómo Maduro se ha convertido en un autoritarismo sin apoyo popular. Hay que recordar que parte del mito fundacional del bolivarianismo era que representaba a la mayoría de la población venezolana, lo cual se ratificaba en las elecciones. El pasado 6-D el bolivarianismo alcanzó el peor resultado electoral de su historia, con más de dos millones de votos de diferencia entre ellos (5.622.844 votos) que la oposición (7.726.066 votos). A pesar de este mensaje de desaprobación de la gestión de gobierno, Maduro ha insistido por el camino de la confrontación e intimidación, lo cual ha agravado los problemas sociales existentes en Venezuela y está acelerando el éxodo de lo que alguna vez fue una base de apoyo mayoritaria en el país. A pesar de los mensajes apocalípticos que en su momento se emitieron, la gente acudió masivamente a expresar un mensaje de descontento. Es decir, la gente quiere opinar para que se apliquen los correctivos necesarios. Es por esto que el mecanismo constitucional del revocatorio tiene cada vez más apoyo entre personas cansadas de la confrontación y que no desean derroteros violentos. Recordar que Venezuela sufre, entre otros males, una grave situación de inseguridad con más de 2 millones de armas ilegales en las calles, según Amnistía Internacional y entre 16.000 homicidios y 21.000 homicidios por año (según cifras oficiales o cifras del Observatorio Venezolano de Violencia). Ante este contexto de violencia latente, que en el mes de junio por expresar un dato ha dejado 6 personas asesinadas por la policía y la Guardia Nacional en situaciones de saqueos a establecimientos, el mecanismo del referendo revocatorio aparece como el menos traumático para dirimir el actual conflicto entre los venezolanos.
– ¿Es verdad que la oposición se niega a dialogar como afirma Maduro?
– Mi identidad política no es “oposición”, así que como un testigo desde afuera me parece que dentro de la Mesa de la Unidad Democrática hay varias “oposiciones” y todas coinciden en la importancia y necesidad de dialogar, pero difieren en el tipo de condiciones necesarias para que un diálogo sea fructífero y cuente con la voluntad política por parte del gobierno. Cuando escribo esto todos los factores opositores están promoviendo el referendo revocatorio, algunos enfatizando más que otros la necesidad que se haga en este año, 2016, en un plazo perentorio que permita la convocatoria inmediata a elecciones como lo pauta la Constitución. Si se hace en el 2017, como se habrían cumplido 4 años de gestión presidencial, sería el vicepresidente el que asuma la primera magistratura para la finalización del período. Si bien hay tensiones internas, la oposición está enfocada en el revocatorio, a pesar de las permanentes provocaciones oficiales como el anuncio de la posibilidad de anular la Asamblea Nacional, a pesar que ya muchas de sus competencias le han sido socavadas. Sin embargo en mi opinión el diálogo, necesario para realizar acuerdos de lo que debería ser un proyecto de país mínimamente compartido debe hacerse a todos los niveles, incluyendo el que a mí me interesa personalmente: El de los movimientos sociales. Creo que si se hiciera el revocatorio, Maduro saldría del poder como principal responsable de la crisis y recompondría el panorama sociopolítico del país para permitir la emergencia de identidades y subjetividades políticas múltiples hoy negadas por la polarización. En este sentido sería un contexto favorable para la recomposición de un espacio de movimientos sociales beligerantes y autónomos, que hoy no existe en Venezuela.


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