UN HOMBRE NORMAL: HORROR EN TIEMPO REAL

De Hanna Arendt para acá, entendemos que al hablar de la banalidad del Mal estamos hablando de la capacidad de algunas personas para cometer, sobre otras personas, los actos más atroces, crueles y desalmados, sin necesidad de traumas previos o distorsiones de la personalidad que pudieran intentar justificar acciones de esa naturaleza. O sea, es posible asesinar a un ser humano (o a millones) sintiendo que se ejecuta una simple orden burocrática, sin reflexionar sobre las consecuencias que acarreará ese acto.

En Un hombre normal, Rubén Sosa (1939-2007) también abordó esta figura del torturador, trayéndola a la realidad argentina de la última dictadura. De una hondura tan insondable como hiperrealista, los cinco episodios que conforman la historieta terminaron por explicitar lo silenciado, confirmar lo sospechado (y conocido), iluminar lo invisibilizado. Y lo hizo en tiempo real, mientras los secuestros, las torturas, las detenciones, las desapariciones forzadas y los asesinatos que sucedían en las páginas, se estaban sucediendo afuera de las mismas.

Tomando inspiración de la literatura escrita por su amigo y compinche Enrique Medina, Sosa delineó la compleja dimensión psicológica de un mercenario parapolicial, exterminador de cucarachas y de militantes por igual. Un tipo anodino, algo chato, ordinario e inteligente, trabajador eficaz y eficiente que tiene completamente naturalizada su misión. Puede ser un pesado de la Triple A, un militar de la dictadura o ambas cosas. Por sus ojos, la historieta mira, ve y muestra el verdadero alcance del horror. La violencia salvaje, sádica, brutal y despiadada. La deshumanización del victimario. La cosificación de las víctimas.

Esta obra de arte sobre la represión y sobre la condición humana empezó a gestarse en 1976 en Buenos Aires; y por razones obvias tuvo que ser concluida en Europa, dos años después. Publicada desde julio de 1977 en Italia y Francia, dentro de Alter Alter (desprendimiento del Linus parido por Umberto Eco y sus amigos) y el Charlie Mensuel dirigido por Georges Wolinski (uno de los autores asesinados en el ataque terrorista a la redacción de Charlie Hebdo), sus primeros episodios aparecieron firmados con seudónimos (impuestos por el miedo y la prudencia, supongo yo desde la tranquilidad de mi presente): Vito Scrima (Sosa) y E. Foster (Medina).

Un hombre normal nunca se había editado en la Argentina. De hecho, era una historieta prácticamente desconocida para estudiosos y lectores. Y llegó para quedarse como catálogo de la muestra Rubén Sosa. Un hombre normal, que la Biblioteca Nacional Mariano Moreno albergó entre el 10 marzo y el 30 de abril pasados, uno de los muchos actos culturales realizados para recordar el 40º aniversario del Golpe de Estado.

Bienvenido o casa, anónimo hombre normal. Abrazar tu horror es, decididamente, un acto de reparación y de Justicia. Y también de belleza. Fernando Ariel García
Published on June 06, 2016 15:07
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