Miguel Murillo Peña's Blog, page 3
August 11, 2015
Y mi corazón seguirá y seguirá latiendo vino; los médicos siguen sorprendiéndose al estudiar los...
Y mi corazón seguirá y seguirá latiendo vino; los médicos siguen sorprendiéndose al estudiar los resultados de las analíticas:
—Un 85% de agua, un 13% de alcohol etílico y etanol, glicerina, glicerol, ácidos tartico, málico, cítrico, láctico, acético y succínico y sal hasta llegar al 100% —repite el doctor sin poder creérselo—. No solo hay demasiada concentración de agua en sus venas, sino que faltan los hematíes, los leucocitos y los trombocitos propios de la sangre. Este hombre es un “Ribera del Guadiana” en vena.
—¿Morirá si nos bebemos toda su sangre? —pregunta uno de los ayudantes con curiosidad. Me fijo en su cuerpo: transparente con cierta opacidad; no es mala persona, pero mejor no confiarse mucho con él.
—No, básicamente porque no tiene sangre —responde el doctor con seriedad. «Transparente, quizá demasiado», pienso—. No sabemos por qué tiene vino, pero beberlo sería posiblemente como beber tu sangre, mortal y repugnante.
No sé qué hago en el hospital, ni cuándo he llegado; anoche me controlé con la bebida y no recuerdo tener ninguna cita con los médicos ni para hacerme revisiones y mucho menos para que estudien mi anatomía. La sociedad ha avanzado mucho estos últimos años, desde que se desentrañasen los secretos que ocultaba el mar y la gente comenzase a perder opacidad. La medicina avanzó hasta destripar todos los secretos del corazón y está haciendo lo propio con el cerebro; ya han empezado los experimentos para poder recuperar nuestros recuerdos más recónditos. Aún sin éxito.
No sé en qué puedo ayudarles, soy un dios, mi organismo es distinto al suyo. Yo se lo advertí, que sea opaco no significa que sea deshonesto, un ladrón o un mentiroso, ya lo han comprobado al analizar el líquido que fluye por mis venas; los resultados de mi cerebro posiblemente les vaya a dejar locos.
Por si acaso, pido un vaso de agua y lo transformo en vino poco antes de llevármelo a la boca, dejando a los doctores patidifusos.
August 10, 2015
Y estás aquí, en mi corazón, corriendo por mis venas, inundando cada una de mis células y dándole...
Y estás aquí, en mi corazón, corriendo por mis venas, inundando cada una de mis células y dándole un aroma dulce a todo mi cuerpo.
Estoy sentado en la terraza de uno de los múltiples bares de Malasaña, las luces de las farolas titilan iluminando la noche estival pese a que falta aún casi un mes para la llegada del verano. El camarero me sirve un vaso de agua y se retira para atender otras comandas; a mi lado, varios jóvenes beben alcohol hasta saciarse. Observo a la pareja que tengo a mi lado, les veo besarse un par de veces y cambiar los labios de su compañero por el cristal de la copa. El líquido recorre su boca y cae por el esófago para volverse transparente antes de llegar a la boca del estómago.
Tomo el vaso de agua entre las manos y me lo acerco a la boca, la dulzura del vino refresca y recorre mi cuerpo cuando bebo el contenido del vaso. Lo coloco en la mesa y observo cómo se rellena de la misma sustancia carmín que acabo de beber.
Acerco de nuevo el vaso a mis labios, pero me quedo observando mi propio reflejo en el líquido. Distingo los rizos de mi cabello; mis ojos, de un color purpúreo como la uva, no se distinguen en el contenido del vaso. Giro el cuello para buscar mi reflejo en el cuerpo de la pareja; sus cuerpos cristalinos muestran mi cuerpo, opaco, reflejado sobre su piel. «Nunca entenderé este mundo», pienso, «nunca entenderé un mundo donde tu nivel de transparencia indica lo buena persona que eres, pero donde los dioses somos, por decisión ajena a nosotros, opacos.»
La pareja se da cuenta de que les estoy mirando, aunque sea para verme reflejado en ellos, me miran a la cara, miran mi cuerpo opaco y se apartan un poco, atemorizados; prejuzgándome solo por ser opaco. Decido ignorarles y mirar al frente. Bebo el vino que queda en el vaso, lo relleno y sigo bebiendo.
En la acera de enfrente, los jóvenes, más o menos transparentes, beben todo tipo de alcohol como si no hubiera mañana; gritan estupideces a los cuatro vientos mientras compiten por ver quién acaba antes un botellín o hace las mezclas más raras.
Me gusta que salgan de fiesta; me gusta ser Dionisio.
August 9, 2015
«—Una vez más abres la puerta, la primera a la boca del lobo; la segunda, a la muerte —dije cuando...
«—Una vez más abres la puerta, la primera a la boca del lobo; la segunda, a la muerte —dije cuando vi un cuerpo asomar por el túnel.
—No sé quién eres, pero soy muy poderoso —me respondió una voz infantil tratando de quitarse la nieve que se le acumulaba en la cabeza.
—Eso no lo dudo, pero no tienes nada que hacer contra nosotros… —cuando terminó de salir del túnel y le vi frente a mí, sentí lástima por él; iba a morir y era demasiado joven—. Se lo advertí a tus amigos… lo siento.
El joven ahogó un grito mientras trataba de respirar. Se llevó una mano al cuello mientras abría la boca todo lo posible y daba bocados al aire en un intento de seguir con vida; con la mano libre, buscó torpemente el objeto robado que llevaba oculta en un fardo y lo sacó.
Cuando me entregó la Gema del Tiempo, supe que otra guerra había comenzado.»
—¿Murió?, el joven me refiero —pregunta Delia cuando terminas el relato.
—Sí, se quedó tendido sobre la nieve sin heridas aparentes; sus compañeros le buscaron y, al verle muerto, recordaron mi amenaza y palidecieron —respondes, te levantas sabedora que la escritora se va a marchar y añades—. Creo que ahora son ciudadanos honrados.
—Muchas gracias por todo —dice Delia antes de salir de tu hogar. La observas alejarse con el sol a punto de ocultarse frente a ella y exhalas.
Cierras la puerta con cuidado y te diriges a tu cuarto. Te sirves una copa de la bebida amarillenta, te sientas y dejas el cuaderno frente a ti. Te llevas la copa a los labios y bebes hasta apurar el contenido, rellenas la copa de nuevo y observas con nostalgia el cuaderno.
Abres el cuaderno y pasas las hojas hasta encontrar un dibujo ¿mío? Acaricias los pómulos del dibujo y, con varias lágrimas amenazando con estropear tu rostro, dices— No he podido hablarle de ti… Lo siento, He.
August 8, 2015
—Creo que el corazón continúa en su sitio —comenta Delia. —A mí también me sucedió algo raro cuando...
—Creo que el corazón continúa en su sitio —comenta Delia.
—A mí también me sucedió algo raro cuando escuché sus palabras. Me llevé la mano al pecho para escucharme las pulsaciones y, aunque con demasiada lentitud, conseguí sentir los golpes de mi corazón. Aun hoy se me para al recordar ese momento:
«Me negaba a creer que no fuese un farol. Sondeé sus mentes y les hechicé para que no recordasen mi visita, solo recordarían nuestra conversación y mis advertencias. Apagué la luz y salí corriendo.»
—Un momento, ¿por qué no empezaste usando tu magia con ellos? —te interrumpe Delia.
—No me gusta usar mi magia contra los humanos, fue de las pocas veces que lo hice —respondes. La escritora lo anota con una expresión rara en el rostro y continúas hablando, sin darle importancia a la interrupción:
«Iram me esperaba a la salida, monté sobre él y cabalgamos juntos hacia el Zephyrus. Por lo que había averiguado de los ladrones, uno de sus compañeros se había internado por uno de los antiguos túneles y pensaba salir por el mismo con la gema el primer día del nuevo año.
Aún nos quedaba un día para llegar al túnel e interceptar la gema, pese a todo, no queríamos llegar tarde. Avanzábamos rápidamente, juntando nuestras dos almas en una sola para poder recorrer en menos tiempo las heladas tierras de cultivo, los bosques y los diferentes reinos. Igual que habíamos hecho varios meses antes, cuando huimos de Notialimpri y cruzamos medio mundo al galope.
Iram se detuvo de golpe en un claro del bosque, comenzó a escarbar la tierra hasta quitar la nieve y la tierra que tapaban la puerta de madera que iniciaba el túnel.
Decidimos esperar junto a la puerta; Iram cazó algo de carne para alimentarnos y recuperar fuerzas mientras esperábamos a que apareciese el ladrón.
Recordé que los ladrones iban a esperar en Gwydrem hasta que llegase su compañero con la gema, pero, si no aparecía, comenzarían a sospechar de él y vendrían a buscarlo. Decidí borrar las huellas que hubiese podido dejar iniciando una nevada.»
August 7, 2015
«—Cerca, lejos, dondequiera que estés, el poder de la gema llegará a ti y te matará —dije. No estaba...
«—Cerca, lejos, dondequiera que estés, el poder de la gema llegará a ti y te matará —dije. No estaba muy segura de lo que hacía, solo quería evitar que llevasen a cabo su tarea amedrentándoles. Me miraban sorprendidos, con motivos; una mujer que llega medio muerta a una ciudad como Gwydrem no daba buena impresión, más de uno pensaba que había huido de algún señor o matrimonio forzado, o que escapaba dejando atrás un farolillo rojo encendido. De cualquier manera, el que supiese tantas cosas les sacaba de sus casillas y yo, sinceramente, no sabía mucho sobre la Gema del Tiempo, salvo lo que me habían contado en la ciudad y los pocos detalles del códice de la montaña, donde hablaban de una gema capaz de controlar la energía de un territorio y permitir la vida en su interior. Dejé pasar algo de tiempo mientras pensaba en alguna excusa que pudiese sostener la amenaza que acababa de soltarles, pero uno de ellos se me adelantó.
—No mata, quien ve la gema adquiere una gran cantidad de poder y está destinado a hacer grandes cosas. Dicen que los que la tocan se vuelven aún más poderosos e inmortales, pero un emperador la tocó y apareció muerto décadas más tarde, aunque sí que era poderoso.
—¿Qué grandes cosas pretendéis hacer? —pregunto con curiosidad, no les dejo tiempo para contestar y sigo tratando de convencerles—. Si la robáis, la tendréis que tocar en algún momento, aunque sea para quitarle la piel que la cubre. Entonces moriréis, os inundará una energía mucho mayor de la que sois capaces de soportar y, con suerte, no romperéis la gema cuando caigáis muertos. Si se rompe, podéis olvidaros de ver un nuevo amanecer.
—Eso es mentira —responde a gritos uno de los hombres. Sus compañeros le echan una mirada hostil y baja la voz, con temor de haber despertado a algún vecino—. Todo el mundo sabe que la Gema del Tiempo no se puede romper. Y ¿no te parece un gran acto conquistar el resto de reinos?, ¿hacer de Gwydrem un gran imperio o tener el control del comercio y las aguas?
—Lo veo una soberana estupidez, insisto, no deberíais robar la gema —trato de convencerles consciente de que mis palabras no han surtido el efecto que esperaba.
—Demasiado tarde… —dijo el farolero—. La Gema del Tiempo ya ha sido robada.»
August 6, 2015
—En mi vida siempre seguiremos orientándonos como antaño, por las estrellas, el musgo y los mapas,...
—En mi vida siempre seguiremos orientándonos como antaño, por las estrellas, el musgo y los mapas, las telas de araña y la posición del sol —dice Delia con cierto tono irónico—. La magia y los dones para saber la posición exacta en cada momento son cosas reservadas a las novelas que escribo… y a gente especial como es tu caso —las últimas palabras salen de los labios de la escritora con cierta acidez, pero ella no parece darse cuenta.
—No somos “gente especial”, los magos somos los que hemos sido tocados por un unicornio, los que han tocado o visto la Gema del Tiempo también tienen poderes sobre ciertos elementos. Existe también la magia oscura, mal vista por la sociedad, y la magia natural, antigua y poderosa como la Naturaleza —respondes. Analizo los tipos de magia que has dicho y los que compartimos tú y yo; posiblemente seamos los magos más poderosos sobre la tierra. Recoges la copa y la taza de la mesa y las llevas a la cocina. Vuelves con dos copas de agua y preguntas—. ¿Quieres tomar algo de cena?
—No gracias, voy a irme pronto, antes de que anochezca —responde. Un gesto de alivio cruza tu rostro por unos instantes.
—Bueno, queda poco por contar; intentaré ser rápida —dices mientras te sientas junto a la escritora. Das un trago a la copa, te aclaras la voz y continúas hablando:
«La estancia estaba en penumbra; solo una luz, en movimiento, iluminaba la estancia. Una silueta (que siempre he supuesto fue el señor del farol) colocó la luz en la zona más alta de la estancia. La habitación era simple, no veía los hornos que hubiese esperado encontrar en la calle del pan, así que no destacaba por nada.
—¿Quién eres y qué haces preguntando por nosotros por todo el pueblo? —preguntó uno de los siete hombres que tenía frente a mí, amenazándome con un cuchillo panadero.
—Quien sea da igual —respondí. El hombre acercó el filo del cuchillo a mi cuello y amagó con hacer fuerza. No consiguió intimidarme, necesitaría mucho menos tiempo del que tardaba él en cortarme el cuello para defenderme con mi magia—. Vengo a preveniros contra el robo que pensáis cometer; quien robe la Gema del Tiempo, morirá.»
August 5, 2015
—Un momento real al que me aferro sin remedio; si no hubiese entrado en esa posada, posiblemente no...
—Un momento real al que me aferro sin remedio; si no hubiese entrado en esa posada, posiblemente no hubiese sido partícipe de la confabulación para iniciar la guerra. Si no hubiese intervenido en la conversación con los ancianos, nunca hubiese conocido los riesgos de encontrar la Gema del Tiempo fuera de Golybhe.
—Pero lo sabías… —comienza a decir Delia con un tono acusador.
—Y no pude hacer nada para evitarlo, llegaba demasiado tarde —respondo, tratando de defenderme de sus palabras—. Aun así, traté de evitarlo, pregunté a los ancianos por las personas que tramaban el plan, estuve informándome en la ciudad, no sin ganarme el odio y el desprecio de muchos convecinos. Al final conseguí contactar con un marinero que me dijo dónde y cuándo se reunirían conmigo. Le escuché con algo de temor a que se tratase de una trampa y, finalmente, le hice caso:
«La noche anterior al cambio de año, después de que las campanas anunciasen la medianoche, me encontraba junto al puerto. Observando, a través del vapor que emanaba de mi respiración, un farol que se acercaba oscilante. Esperé mientras la luz se hacía más grande y conseguí distinguir una silueta portando el farol. Llevaba el rostro oculto por un gorro más grande que su cabeza y vestía, totalmente, de negro.
Cuando llegó a mi altura, me vendó los ojos con un trapo oscuro y, tras asegurarse de que no podía ver nada, me guió por las calles de Gwydrem. No pude evitar una sonrisa de superioridad al saber, en todo momento, por dónde caminábamos; no solo reconocía la calle del pescado por su olor a mar o la calle de la madera por el aroma a serrín que se sentía en la atmósfera, que hubiese recorrido todas las calles de la ciudad para saber qué había en cada una de ellas y mi magia, me ayudaban, pero Iram nos seguía de cerca, oculto en la oscuridad de la noche. Pero no quise quitarle la ilusión al pobre hombre de pensar que estaba haciendo bien su trabajo, me dejé conducir y, cuando entramos en un local cerca de la calle del pan y me quitaron el trapo, me hice la confundida y desorientada por unos instantes.»
August 4, 2015
—Amor era cuando te amaba alguien y sabías que iba a dar lo mejor de sí mismo para que tu estuvieses...
—Amor era cuando te amaba alguien y sabías que iba a dar lo mejor de sí mismo para que tu estuvieses bien. También cuando ayudas a la gente sin buscar nada a cambio, cuando luchas por tu tierra y la defiendes con tu vida, cuando el posadero te guarda la mejor parte del cordero o una ración más grande de guarnición para alimentarte, cuando no te importa hacer el ridículo delante de la gente si con eso consigues hacer a alguien feliz o los pequeños detalles que se regalan al resto, simplemente por amor —respondo. Se me quedan mirando con asombro y añado—. Sí, el amor está en los pequeños detalles.
—Eso ya no existe —dice el posadero que se había acercado a la mesa para servirnos más bebida y me había estado escuchando—. La gente solo busca el beneficio propio; si les ofreces algo desinteresadamente, se van a aprovechar de ti, y posiblemente se enfaden si, después, se lo niegas.
—No solo eso, lo contrario del amor es el odio —comenta uno de los ancianos—. Hay demasiado odio hoy en día, odio entre los reinos de las Tierras Antiguas, odio para con Golybhe, odio entre las clases bajas y los nobles. Lo extraño es que aún no haya comenzado ninguna guerra o motín.
—Ganas no os faltan, desde luego —responde el posadero—. Todas las noches, cuando os pasáis con la bebida, amenazáis con matar o quemar a tal y cual persona. Algún día va a pasar la guardia o un canciller y se os va a llevar detenidos.
—Esos gordos no se atreverán a poner sus finas ropas en una habitación llena de beodos, se preocupan demasiado por su imagen —grita el anciano. Mientras el resto de la posada ríe su comentario, da un trago a la bebida que tienen en la jarra y la golpea contra la mesa—. Pero, en la seguridad de la noche, se dice que hay una conspiración para robar lo más preciado de Golybhe: la Gema del Tiempo.
August 3, 2015
“Y nunca cesará hasta que ya no estemos”, esas fueron las primeras palabras que entendí cuando crucé...
“Y nunca cesará hasta que ya no estemos”, esas fueron las primeras palabras que entendí cuando crucé el hielo. Los habitantes del pequeño poblado donde estuve esperando a que se congelase el agua no me entendían al hablar, mi única forma para comunicarme con ellos era por la mímica y buscando alimentos para cambiarlos por un lecho donde dormir caliente y no en las frías tierras del Boreas.
El viaje en la nueva tierra no fue muy distinto del anterior, cabalgábamos día y noche buscando el sitio que habíamos encontrado en el mapa, intentando hacer fuego por las noches para evitar el frío de la estepa y sin encontrar ningún rastro de vida hasta llegar a Gwydrem.
Caímos medio muertos frente a la puerta de una posada, Iram se transformó y se unió a mi ser para no asustar a los pueblerinos. El posadero nos abrió la puerta y nos ofreció alimento y una cama donde dormir a cambio de unas pocas joyas que había cogido de Notialimpri.
Tuvo que ayudarnos a llegar al cuarto. En cuanto nos tumbamos en la cama, nos quedamos dormidos durante varios días; de vez en cuando Iram se despertaba y nos alimentaba a los dos, pero, hasta que no recuperamos las fuerzas suficientes, no me moví de la cama; compartir alma con el felino tiene sus ventajas.
El posadero se quedó sorprendido cuando me vio aparecer en el comedor de su posada, debía darme por muerta tras haber pasado varios días sin bajar a su comedor a por comida. Me hizo hueco en una mesa junto a unos ancianos y me sirvió el plato de carne más grande que había visto hasta entonces.
Los ancianos me miraron, al principio con curiosidad, pero me dejaron comer mientras ellos seguían con su conversación.
—Y nunca cesará hasta que ya no estemos —dijo uno de ellos exhalando el vapor de la pipa que estaba fumando.
—Cuando no quede nadie en la tierra, no podrá haber guerra —responde otro de los ancianos, escucho con atención sus palabras mientras sigo comiendo—. Eso es cierto, pero no quiere decir que tengamos que matarnos a nosotros mismos para no enfrentarnos con otros.
—El amor también terminará cuando no estemos —interrumpo. Me miran extrañados y no puedo dejar de sentirme cohibida ante esos ojos acusadores.
—¿Qué es el amor? —pregunta el primer anciano sin dejar de mirarme.
August 2, 2015
«Y durar toda una vida», ese es el deseo de cualquier persona cuando conoce a alguien con quien se...
«Y durar toda una vida», ese es el deseo de cualquier persona cuando conoce a alguien con quien se siente a gusto; no separarse de ella nunca. No recuerdo qué falló en nuestra relación; sé que no cortamos los vínculos que nos unían y continuamos ayudándonos hasta que ocurrió el desastre y te olvidé, viviendo sin saber de ti hasta hace menos de una hora, pero sé que, de alguna forma, nuestra amistad duró toda una vida, y puede durar el resto de vidas que estén por llegar.
—Durante semanas estuvimos cabalgando hacia el Boreas, descansando ocultos en el follaje de los árboles y alimentándonos de lo que cazábamos y recolectábamos —dices mirando fijamente a un frasco de la estantería. Das un trago a la bebida de la copa sin apartar la mirada, como si fueses un autómata, y continúas hablando—. Cruzamos las tierras de los que habían saqueado Notialimpri y ganas no me faltaron para no quemarles los cultivos y las viviendas. Tuvimos que escondernos en cuevas bajo tierra y en lo alto de los árboles en varias ocasiones para que el fuego de sus armas no nos matase. Tras muchas semanas huyendo, llegamos al lugar donde el agua separaba las tierras. Desde nuestra posición podíamos ver nuestro lugar de destino; sin embargo, no teníamos ninguna forma de cruzar la gran extensión de agua.
—¿Qué sitio es ese?, ¿dónde se encuentra? —pregunta Delia mirándote con los ojos expectantes y con el pergamino y la pluma en mano, listos para escribir todo lo que respondieses.
—Según los mapas, donde nace y muere el sol; según las brújulas, el lugar al que se llega viajando siempre hacia el Eurus o al Zephyrus; según la gente de la zona, es el agua que separa dos grandes masas de tierra; un lugar sin nombre y transitable solo en dos épocas del año; cuando no hay lluvias y vientos que impidan navegarlo o en las épocas frías cuando se congela y se puede cruzar a pie. Yo llegué a las Tierras Antiguas andando; llegamos en la temporada de lluvias, el último barco había partido unas semanas antes y tuvimos que esperar a que el agua se congelase y se pudiese cruzar a pie.


