Juan Cruz López's Blog, page 3
June 7, 2023
Así como en el cielo

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Esta semana, que no está siendo nada fácil, los amigos de Rasmia, una editorial zaragozana a la que sigo desde hace mucho tiempo y cuyo catálogo es bien jugoso, me han dado una alegría grande: Así como en el cielo, mi próximo poemario, ya está en imprenta. En unos días se podrá comprar en librerías y en su propia web.
Empecé a escribir este libro en 2015, hace ocho años, cuando me mudé al pequeño pueblo de Castilla donde vivo ahora. Este libro, por tanto, nace del encuentro con el páramo, los caminos vacíos, el trigal segado... Y jamás hubiera sido posible sin el apoyo y los consejos de mi buen amigo Sergio R. Franco, que me ayudó a corregirlo y además ha escrito el prólogo.
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Todo el mundo conoce el mito bíblico de la paloma de la paz. Noé comprobó que las aguas comenzaban a descender tras el diluvio, soltando una paloma que regresó al arca con una rama de olivo en el pico. Poca gente sabe, sin embargo, que antes de la paloma, Noé soltó un cuervo, y que éste no volvió nunca.
Este libro cuenta ese viaje sin retorno. El del cuervo, sí, pero también el mío, el nuestro. En una tierra, claro, en la que ya no hay paz, pero tampoco desobediencia.
Prefiero, en todo caso, quedarme con una lectura disidente de la parábola: solo escapando del redil, alzando el vuelo y enfrentando la intemperie, podremos deshacer las ligaduras que nos atan a las vidas vacías y condescendientes que, por un lado, nos hacen dar la espalda al legado de la especie —apoyo mutuo, inteligencia colectiva y cooperación entre individuos— y, por otro, nos hacen cómplices del ecocidio en curso.
May 10, 2023
Pan para hoy y pan para mañana

Algo se está moviendo; despacio, diríamos, pero algo se mueve. Ni siquiera hace falta acudir a la prensa libre del control de los grandes grupos empresariales. A poco que estemos atentos, a poco que pongamos oído y miremos donde no quieren que miremos, veremos que la paz social no es tan aplastante como se nos vende.
A nivel internacional, la lucha contra el retraso de la edad de jubilación en Francia ha incendiado las calles del país vecino, demostrando que es posible la unidad sindical, al menos en el terreno de la movilización, y que la clase obrera, incluidos los sectores más precarizados como los jóvenes, pueden enfrentar con contundencia las políticas neoliberales que pretenden asegurar las costuras del sistema en el futuro.
Al otro lado del Canal de la Mancha, en Gran Bretaña, estamos asistiendo a una oleada de huelgas en diversos sectores, como el transporte o la sanidad y educación públicas; huelgas que tienen como punto de partida el empobrecimiento de la clase obrera británica debido al incremento de los precios, las consecuencias del Brexit y el estancamiento de los salarios. Hablamos de un escenario de creciente conflictividad que, además, se desarrolla en un contexto de profunda desafección política, lo que sin duda está contribuyendo a generar incertidumbre en las oligarquías financieras del país.
Por otro lado, en Estados Unidos se está viviendo un periodo de rearme de las organizaciones sindicales, visible en el aumento del nivel de sindicación en grandes empresas como Amazon o Starbucks, que corre paralelo al crecimiento de la conflictividad laboral desde 2021 en sectores diversos como la hostelería, el comercio online, la enseñanza universitaria o los transportes. Nos encontramos, por tanto, ante un panorama imprevisto por la mayoría, donde amplias capas de la clase trabajadora estadounidense están tomando conciencia de la necesidad de unir fuerzas en organizaciones sindicales bien organizadas, con estrategias ofensivas y amplio apoyo popular.
Dicho esto, si volvemos la mirada hacia España, nos encontramos con un escenario donde son las mujeres quienes están protagonizando la mayor parte de las huelgas que se están dando en el Estado español durante los últimos meses. Huelgas que son el epígono de una conflictividad laboral que tiene como punto de partida la pelea por unas condiciones de trabajo dignas, con salarios decentes, posibilidades de conciliación y una organización del trabajo que no implique la desposesión completa de nuestras vidas.
Es en este contexto, además, donde estamos asistiendo al nacimiento y desarrollo de distintas iniciativas de autoorganización obrera en sectores laborales feminizados, muy precarizados, con un amplio porcentaje de trabajadoras migrantes. El caso de las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio es uno de ellos. En ese sentido, en diferentes puntos del Estado como Cataluña, Asturias, Valencia o Euskadi, ya han empezado a desarrollar su labor varios sindicatos, coordinadoras y organizaciones de trabajadoras vinculadas al sector de la dependencia y los cuidados, tejiendo alianzas con asociaciones de familiares de personas dependientes y sindicatos como ELA, CGT o CNT.
Precisamente, son las trabajadoras del Sindicato de Cuidadoras Profesionales las que lanzaron hace unos días una campaña de crowdfunding para interponer una demanda judicial que acabe con las “bolsas de horas”, una práctica empresarial que precariza en extremo las condiciones de trabajo de las cuidadoras, impidiendo la conciliación de la vida laboral y familiar, robando parte del salario debido a las trabajadoras y contribuyendo al deterioro de su salud mental y física.
Hablamos de una iniciativa que pretende mejorar las condiciones de trabajo de las cuidadoras sobre las que recae buena parte del trabajo de cuidados que requieren nuestros mayores, de tal forma que, de manera indirecta, apoyar las luchas que vayan en favor de la dignificación de los empleos vinculados al sector geriátrico también implica mejorar las posibilidades de un envejecimiento digno para la clase obrera de hoy y mañana.
Socialicemos, por tanto, sus demandas, y apoyemos sus luchas en la medida de lo posible. Ya no solo por una cuestión de solidaridad obrera elemental, sino por el interés general de la mayoría social. La evolución demográfica de nuestras sociedades conllevará una demanda cada vez mayor de trabajos relacionados con el sector de la dependencia y no podemos permitir que las empresas del sector geriátrico, muchas de ellas vinculadas a grandes multinacionales asociadas al capital financiero, extraigan cada vez más beneficio del padecimiento de las trabajadoras del sector y el desprecio por las condiciones de vida de los mayores y dependientes.
Artículo publicado originalmente en diversos medios de contrainformación
March 13, 2023
El pan del forastero

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Despierto temprano para dejar escritas algunas ideas. No ha sido una buena semana... Si me asomo a la ventana, veo a nuestro vecino, el que siempre está mirando, que ya está fumando en el balcón. Pronto pasará el invierno.
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Llego a la panadería. Saludo y un tipo me devuelve el «Buenos días» con una expresión gutural que no llego a entender bien. El gesto de su cara es hosco. La tendera levanta la mirada del mostrador, me observa dos segundos y sigue a lo suyo. Cuando llega mi turno y pago, revisa el billete varias veces y me da el pan como si fuera un regalo. Al salir, se despide con un «Adiós» que a mí me suena a «Ojalá no vuelvas nunca».
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Regreso a casa y la limpio de cabo a rabo. Me quiero olvidar de todo, pero hoy no puedo salir a pasear. La iglesia roja, abandonada y sucia, plantada entre pinos sobre la cantera de áridos, es la viva imagen del páramo al que hemos ido a parar. No sé qué demonios hacemos aquí...
Saco la ropa limpia de lavadora. Pienso que sería genial lavarse así por dentro. Planto el tendedor en el balcón y empiezo por las toallas. Justo debajo, en la terraza del bar, donde se apoltronan ya varios parroquianos, una mujer y un hombre a quienes no llego a ver, hablan en voz alta. «Los moros se llevan todos los trabajos». «Aquí o eres gitano o maricón o una mujer maltratada, o no mueven un dedo por ti». «Yo no soy racista, soy ordenada». «Esto yo lo arreglaba fácil: "venga, todos a vuestra puta casa"».
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Mi padre, joven, las manos llenas de yeso fresco y toda la vida por delante. Mi padre, que saca tiempo en los descansos para leer las novelitas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Mi padre, que se volvió a su tierra porque le pidió fuego a un paisano y el tipo ni tan siquiera se paró a negárselo. Mi padre, que me enseñó de dónde vengo. Mi padre, que me puso en la mano el miedo y me ayudó a convivir con él.
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Me digo que hay que ser paciente, que aquí también hay gente buena; pero cuesta...
Miro por la ventana. Mi vecino ya se ha ido y yo me tengo que ir a trabajar. Solo le pido al día que aclare también mi mente... No sé por qué no escucho el canto de los mirlos.
February 21, 2023
McCullers, forasteros y papeles viejos

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«Ser forastera es una actitud», escribe Jeen Shapland en la página 43 de Mi autobiografía de Carson McCullers. Lo escribe sabiendo que pasa de puntillas por encima de las raíces ajenas, en ciudades pequeñas donde resulta tan difícil socializarse como no acabar renunciando a lo que se quiere ser. Yo me siento ahí, en la condición de forastero que me otorga mi presencia en este pueblo castellano donde me encuentro a gusto, donde puedo trabajar tranquilo, donde apenas nadie me conoce y voy a mi bola. El pueblo donde se encuentra la cueva de la memoria de los míos, esa gente sin patria que cambió el mundo a su paso, aunque lo pagaran caro.
Pienso también en mis amigos, también forasteros sin remedio en pueblos y ciudades donde jamás pensaron vivir, y me viene a la memoria el relato congelado de mi colega Manuel, el Onetti, perdido en la estepa lituana, perdido ahora también en un pueblo leonés donde hace mucho frío y donde todavía resiste, como el jornalero de la cultura, expatriado e incansable, que sigue siendo aún.
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Jeen Shapland, que persiguió el rastro de Carson McCullers hasta escribir su historia con la pericia de quien ha mimado su intuición con obsesiones. Un libro precioso, valiente, una biografía que difumina sus límites hasta no saber de quién se cuenta la historia, si se habla de la vida de la escritora estadounidense o se habla de la vida de la escritora estadounidense. Porque ya no sabemos si hay mano que escribe o personaje que describe, a modo de espejo, a quien olfatea sus huellas desde hace tanto, tanto tiempo...
Leed este libro, no hace falta que os guste McCullers, os atrapará la historia de la propia biógrafa.
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Cómo no me va a gustar el libro si Jenn Shapland ha trabajado catalogando el archivo personal de la narradora norteamericana, cómo no me va a gustar el libro si la autora también es archivera:
Los archivos siempre evocan para mí una mezcla de restricciones agobiantes y desconcertante libertad. Son lugares completamente controlados, llegando incluso al tipo de papel y lápiz que puedes usar entre sus cuatro paredes, y que al mismo tiempo son totalmente permisivos: tus manos pueden sostener las cartas y los cuadernos de otras personas, tu mente y tu corazón pueden leerlos (p. 155).
He sentido eso muchas veces. Por suerte, llevo muchos años atado a un oficio que me permite conocer la vida privada de las personas, casi siempre muertos, y perderme por la geografía íntima de personajes que muchas veces fueron olvidados o, por el contrario, fueron aupados a la fama sin apenas merecerlo, manteniendo de puertas para adentro actitudes miserables que acaban impregnando la documentación que dejaron atrás.
Por eso entiendo también a la autora del libro: claro que no, querida Jenn, detrás de los papeles hay vidas completas; por eso es nuestro deber cuidarlos. Nosotros elegimos dedicarnos a ello.
February 7, 2023
Tomando nota: vejez, pandemia y movimiento libertario
Arranca el nuevo año y muchos tenemos la sensación de que la sociedad española ha pasado página en relación a la pandemia. Seguimos observando —con cierta estupefacción, eso sí— las noticias sobre los rebrotes del virus en China, pero ya sin dramatismos, ya sin el miedo incorporado a nuestro día a día… Llegados a este punto, aún queda, claro está, la sensación compartida de que hemos atravesado una crisis social sin precedentes, de carácter mundial, que se ha llevado por delante la vida de miles de personas; una crisis, la provocada por el COVID-19, que ha puesto el foco en la fragilidad de un sistema cuyas costuras se han vuelto visibles, evidenciando de manera trágica las consecuencias de una gobernanza neoliberal que ha precarizado nuestra existencia, debilitando los sistemas de salud y deteriorando en grado sumo las condiciones de trabajo de la mayor parte de los trabajadores y trabajadoras.
Paradójicamente, si durante el confinamiento pudimos advertir la vastedad de los trabajos imprescindibles para el sostenimiento de la vida en común, valorando en su justo término el trabajo aportado por las limpiadoras, basureros, cajeras de supermercado, jornaleros, enfermeras, etcétera, pasada la tormenta no ha quedado ni el más mínimo rastro de las consecuencias positivas de ese desvelamiento puntual que nos permitió ponderar la importancia del quehacer diario de quienes alimentan nuestros cuerpos, limpian nuestras calles o cuidan de los más débiles, solo por citar tres ejemplos.
Por su parte, si echamos la vista atrás y revisamos la respuesta del movimiento libertario a la crisis del coronavirus, al menos en lo que respecta a España, observaremos que dicha respuesta fue bastante desigual: se estuvo donde se tenía que estar, desde luego, aunque no en todos los sitios donde se debió estar; algo que, pienso, tiene que ver con la debilidad del movimiento en su conjunto, pero también con nuestra escala de intereses, sin duda consecuente a nuestras líneas de actuación históricas y a la emergencia de algunos posicionamientos relacionados con las medidas puestas en marcha por el Estado para hacer frente a la crisis sanitaria.
En ese sentido, hay que valorar positivamente el hecho de que muchos militantes se volcaran en la creación y fortalecimiento de las redes de apoyo mutuo tejidas en los barrios, cubriendo huecos imposibles de atender por los servicios sociales dependientes de las distintas administraciones. En el ámbito laboral, tampoco podemos olvidar el gran despliegue de solidaridad puesto en marcha por los sindicatos de CNT, cuyos grupos de acción sindical se volcaron en atender miles de consultas, echando cables donde hacía falta y ayudando como se podía a todos los trabajadores y trabajadoras que llamaban a los sindicatos solicitando información. Finalmente, tampoco podemos olvidar el trabajo de comunicación de algunos colectivos que pusieron el foco en la crítica al securitismo y el refuerzo, por parte de los poderes del Estado, de los argumentarios criminalizadores de la protesta social.
Sin embargo, el mutismo de la militancia libertaria, de sus colectivos y organizaciones, ante el asesinato de miles de ancianos y ancianas desatendidos en las residencias, víctimas de los infames protocolos sanitarios y la estrategia gerontocida adoptada por las distintas administraciones para resolver la situación de estrés de recursos sanitarios, habla a las claras de cómo el edadismo ha permeado en nuestro sistema de creencias, retratando la insuficiencia de nuestro análisis social y evidenciando la estrechez, no solo de nuestra autonomía política, sino de nuestra capacidad de intervención en una situación de crisis multifactorial (algo que, como poco, debería hacernos repensar las estrategias esencialistas que conllevan el aislamiento de nuestro movimiento y sus integrantes).
Quede claro que lo anterior es una crítica asumida, para empezar, por el que esto escribe, y que podría hacerse extensiva al conjunto de las organizaciones políticas y sindicales de izquierda. Precisamente por ello, considero inopinable la exigencia de un debate en el seno de los movimientos sociales que aborde todas las cuestiones relacionadas con el proceso de envejecimiento, desbordando el legítimo interés por el sistema de pensiones y las residencias de mayores.
A partir de ahí, y por lo que respecta al movimiento libertario, sería interesante intervenir en este debate social, cuyas líneas maestras están siendo marcadas por los grupos de presión del capital privado (aseguradoras, bancos, empresas vinculadas a la sanidad privada…), para aportar una perspectiva revolucionaria, superadora, que señale la inanidad de algunas estrategias de mejora de la condición social de los ancianos que, por un lado, ignoran la cuestión de clase y, por otro, favorecen que las solucionespartan exclusivamente del ámbito especializado de la gerontología; una perspectiva, decimos, que interconecte las luchas contra el estado del malestar y acabe por situar la vida buena de la mayoría como aspiración prioritaria de nuestras sociedades.
Pero para ello necesitamos desencajar nuestra mirada de los debates de actualidad y retomar una agenda propia que, para el ámbito que nos ocupa, nos haga retomar la fecunda tradición de pensamiento demográfico vinculada al anarquismo, ampliando nuestro marco de intereses y apostando por la construcción de una estrategia de futuro que nos permita abrir caminos de esperanza. No podemos permitir —aquí tampoco— que nuestras condiciones de vida, también durante los últimos años de nuestra existencia, se vean determinadas por las consecuencias sociales de un sistema que valoriza a las personas en función de su capacidad de producción y consumo, orillando a las personas dependientes y despreciando la contribución social de sus cuidadoras.
Y es que, por mucho que se empeñen los propagandistas del fin de la historia en decirnos lo contrario, queda mucha tela que cortar en la batalla por el mundo que nos ha de suceder. Lo comprobamos a diario con la infinidad de luchas, silenciosas y olvidadas por los grandes medios, que sostienen por todo el planeta los grupos humanos que, contra todo pronóstico, han decidido no renunciar a construir su propio presente. Alimentar esas luchas, multiplicarlas si se puede, es responsabilidad de todos; como también lo es no abandonar en el camino a nadie.
Artículo publicado en Todo por Hacer
January 9, 2023
Notas antiguas

Reviso notas de un cuaderno antiguo. Intento aproximarme a los instantes precisos en que fueron escritas:
«Ese momento en el que mi hermana dijo que siempre me recordaba solo de pequeño».
«Despierto una mañana y el poema que venía rumiando desde ayer por la noche ha desaparecido como una huella en la playa. Pero no sé si ha desaparecido de verdad... El poema más allá de la literatura».
«Desacralizar la poesía, desalojarla de sí, de sus libros, sus poetas, sus recitales, sus pantallas. [...] Una poesía que no tenga miedo de ser tachada de conservadora en sus formas. Una poesía que no tenga miedo de ser tachada, sin más. Una poesía para la vida, que busque la verdad, insufle esperanza y aspire a la belleza».
«Hacer las cosas despacio como principio. Profundizar en ellas y hundirse en la curiosidad. Apunta bien estas palabras y el orden de las mismas: disfrute, calma, paciencia, constancia, determinación. No corras nunca».
Qué demonios pretendía al apuntar todas estas notas en los viejos cuadernos que me han acompañado en estos últimos años. Veo el océano, el eco de la poesía china, el deseo de no quedar atrapado en la redes digitales, el hartazgo de la poesía que se pretende contemporánea... Curioso ejercicio el de aproximarse a lo más pequeño de la literatura personal.
December 27, 2022
Lobo enfermo

Pensaba enviarle un mensaje a Damián para decirle que su último libro me ha gustado mucho y, de paso, animarlo a que siga escribiendo, pero he decidido que tal vez sería mejor escribir lo que pienso de Lobo enfermo por aquí.
El pequeño libro de Damián Cordones, autor al que tuvimos la suerte de publicar La hemorragia de Constanza en Piedra Papel Libros, me ha hecho las noches más fáciles en una semana complicada en la que apenas he podido dormir bien. Y es que me lo he pasado genial leyendo esta pequeña novela sobre un escritor asfixiado por las deudas que, sin pretenderlo, acaba metido en una oscura trama de venganzas y odios políticos.
Como en todos los libros de Damián Cordones, nos encontramos con una estructura original que potencia la sensación de extrañeza que siempre me acompaña cuando leo sus relatos. En este caso, el lector se encontrará con varias historias, en apariencia débilmente conectadas entre sí, que al final se acaban interrelacionando, tejiendo una envolvente narración que pareciera asemejarse al juego de las muñecas rusas.
Y entre sus páginas, un escritor marginal que malvive en un pequeño piso asediado por las preocupaciones económicas, las inesperadas consecuencias de la violencia inmobiliaria, las maquinaciones de un grupo de jóvenes anarquistas, las miserias del mundo editorial... Y todo bien cosido con la pluma de un autor, imposible de imitar, al que todavía le quedan muchos cuentos en el cargador.
November 9, 2022
De la necropolítica neoliberal a la empatía radical

El pequeño ensayo al que hoy le voy a dedicar unas líneas, De la necropolítica neoliberal a la empatía radical, de Clara Valverde Gefaell, ha sido uno de los títulos que, a pesar de su brevedad, más he tenido en cuenta a la hora de perfilar algunos de los análisis de Edades de tercera. Historia y presente de una vieja desigualdad.
Manejar el concepto de «necropolítica», ponerlo en el centro de los enfoques con los que pretendemos señalar cómo el capital se reproduce marginando, y eliminando, a las personas que no le son útiles, nos permite también visibilizar aquellas costuras que deberían unir las luchas de sujetos disímiles cuyo papel en el capitalismo de mercado es padecer la violencia estructural de un sistema que se ceba con los más débiles.
Lo dice Santiago López Petit en la introducción:
«El libro de Clara Valverde muestra que la política neoliberal consiste en una necropolítica cuyo objetivo declarado es acabar con los excluidos. No se trata de ninguna exageración. El capital desbocado en su marcha adelante destruye todos los obstáculos que encuentra en su camino. Y son obstáculos todas aquellas personas que no son rentables, que no son empleables. Desde los pobres a los discapacitados y dependientes, pasando por los jóvenes o los ancianos sin recursos».
Personas desplazadas, al cabo, de la centralidad de un sistema que favorece un modelo de vida donde el éxito económico ha de primar por encima de todo, donde la consideración social de las personas depende, en primer lugar, de su capacidad productiva y de consumo, pero también de sus posibilidades de encarnar los ideales de salud, belleza y bienestar que, paradójicamente, viralizan nuestro padecimiento psíquico a través de la economía de las pantallas que socializa nuestras fantasías aspiracionales.
El espejo, sin embargo, de la cruda realidad, nos devuelve por contra una imagen grotesca de un régimen de desigualdad social que se ha vuelto distópico durante la pandemia, cuando la gobernanza del capitalismo ha favorecido la muerte de miles de ancianos a los que se ha negado el acceso a la atención médica; asesinatos, sí, que han contado con la aquiescencia de una sociedad anestesiada por las mentiras de unos medios de comunicación que se han convertido en un pilar clave del sistema necropolítico que perpetúa la reproducción del capital segragando, marginado y eliminando aquellos cuerpos inservibles para la generación de beneficios empresariales.
El texto de Clara Valverde no necesita cientos de páginas para atinar el análisis. Le basta su claridad expositiva, su compromiso ideológico y su discurso encarnadado. Es un ensayo que, a pesar de su crudeza, o precisamente gracias a ella, nos obliga a reconsiderar nuestras necesidades. Y creo que ahí está su mayor acierto, ya que el libro no pretende invocar la complicidad del lector, sino zarandear algunas de nuestras convicciones con la fuerza de un argumentario que no anhela seducir, sino solo mostrar aquello que no interesa ver.
September 20, 2022
Poetas chinos por el páramo castellano

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Este verano ha sido complicado. No lo voy a explicar aquí, pero quedaos con eso. Si miro hacia atrás, pienso en todas las vueltas —una tras otra, una tras otra— que he dado en la cama antes de poder dormir. El imsonio, claro, también es una cuestión de clase.
Verano complicado, digo, tierra en la boca, polvo en los bolsillos, nubes negras en una cabeza que solo quiere escapar. Pero es imposible.
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Este verano solo hay dos cosas que me han calmado los nervios; uno: pasear por los caminos devastados del páramo castellano donde vivo desde hace siete años, y, dos: leer a los poetas chinos de la dinastía Tang.
De lo primero, me quedo con la paz dolorosa que siempre encuentro cuando paseo, cerca ya del anochecer, por los caminos que atraviesan el eriazo castellano como cicatrices ciegas. De lo segundo, con los poemas sencillos de esos maravillosos poetas chinos; poemas esquivos, luminosos y algo fríos, que parecieran estrellas rutilantes cuyas luz nos llegara precisamente ahora, cuando la poesía se parece a una mosca que chocara una y otra vez contra el cristal de las pantallas que no la dejan respirar.
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Y en todo este desastre, el deslumbrón de los grabados de Otto Dix. Una tarde de principios de agosto, pude visitar la sala del Museo Reina Sofia donde han estado expuesto los grabados del pintor alemán. Y entonces el pellizco... Entonces los ojos vueltos sobre la caja negra donde guardo toda esa maraña de sentimientos que canalizo a través de él, de su pintura. Y vuelvo a aquel pequeño texto.
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Este puto verano, sí, pero aquí sigo. A pesar del insomnio, el polvo en la boca, la desesperación. A pesar del miedo, el temblor de manos, la lengua seca, la desesperación. A pesar de la desesperación. Y a pesar, también, de lo estúpido de la esperanza que siempre me acaba por sacar del pozo...
Quiero que llueva durante cuarenta días seguidos.
July 25, 2022
6 libros para el verano
Hace unos meses, aprovechando que Edades de tercera ya había salido de imprenta y había recuperado la rutina de escribir prácticamente a diario, me propuse escribir un par de post al mes en este blog, que lleva renqueando desde hace varios años. Como no podía ser de otra manera, el propósito se quedó en agua de borrajas y hoy vuelvo aquí con la sensación de que llego a una bifurcación: o cierro el blog definitivamente o escribo más a menudo en él.
El caso es que siempre voy anotando ideas o apuntes breves que debieran traducirse en contenidos para este blog, que ya me viene acompañando desde hace once años y que ha resistido el cierre de Nueva Gomorra y Transhistoria, pero esas anotaciones se acaban quedando olvidadas en los trozos de papel de colorines que siempre llevo encima, aprisionados en mi agenda.
Precisamente por eso, hoy voy a volver a un clásico que nunca falla y que llevo tiempo queriendo retomar en el blog: un listado de recomendaciones. Hablo de seis libros cortos, de los que puedes leerte prácticamente del tirón y que caben en cualquier sitio. Empezamos.

El fascismo en Italia, de Bolton King, es el útimo que he leído. Publicado originalmente en 1931 y editado maravillosamente por Contraescritura, se trata de un texto conciso que cuenta de manera ágil, sencilla y comprometida, el ascenso al poder de los fascistas en Italia. Muy recomendable.

El segundo es uno de los últimos libros publicados por Yayo Herrero. A la escritora madrileña empecé a leerla a mediados del año pasado, en vacaciones, cuando estaba encerrado escribiendo mi ensayo sobre la vejez. El libro en cuestión es Los cinco elementos. Una cartilla de alfabetización ecológica , publicado por Arcàdia. Recuerdo perfectamente que se lo encargué a mi librero justo después de leer esta entrevista en El Salto.

Ahora disculpad que barra para casa. La revolución deportiva. Anarquismo y deporte en Cataluña (1931-1939) , de Gerard Pedret, es el último libro que hemos publicado en Piedra Papel Libros y uno cuyo proceso de edición ha sido más largo y fructífero. Todo empezó con la lectura de un artículo en catalán sobre el Sindicato de Managers y Boxeadores Profesionales de la CNT que leí hace bastante tiempo. Contacté con el autor y le propuse que me pasara el texto en castellano, pero en ese momento se nos vino la pandemia encima, y redefinimos el proyecto, ampliándolo considerablente y, a mi modo de ver, mejorando de manera notable el proyecto inicial.

El cuarto libro que me traigo aquí es El pez negro , un libro de cuentos de Martín Lezcano, editado de forma primorosa por Ediciones Franz, una pequeña editorial con un catálogo cuidado del que tengo varios títulos. La verdad es que no recuerdo si leí esta colección de relatos hace dos o tres años, pero lo que nunca voy a olvidar es cómo me arrasó el relato central del libro, el más largo del mismo, que además da título a la obra. No os cuento nada de él, pero sí que os digo que es un cuento que te hace abrir los ojos en medio de una habitación oscura: esa conciencia olvidada del terror, la violencia y el mal que acompaña al hombre desde que echó a andar.

Por contra, Libros en tiempos de miseria... es un ensayo luminoso. José Ardillo vuelve a la carga con una recopilación de artículos sobre libros y autores que pone el acento en la necesidad de retomar una lectura crítica, profunda y reposada, que escape de la inmediatez, la voracidad y la superficialidad de las formas de consumo que promueven las llamadas industrias culturales. Lo edita Milvus.

Finalmente, Un cuchillo entre los dientes y otros textos, de António José Forte, editado por La Torre Magnética, es un libro misceláneo donde, eso sí, los poemas del poeta surrealista portugués acaparan el protagonismo. Si la cosa no se tuerce, dentro de un tiempo se publicará una pequeña reseña que he preparado de este libro imprescindible para acercarse a la obra de un autor, prácticamente desconocido en España, cuya originalidad sigue deslumbrando hoy, más de treinta años después de su muerte.