Pedro Cayuqueo's Blog, page 121
July 28, 2017
Cecilia y Violeta: incomparables
No les paraba la lengua. Cada vez que se encontraban en las radios de la época o en los sellos discográficos o en uno que otro show, siempre pasaba lo mismo. Que terminaban conversando largo rato, contándose las historias personales, riéndose, “tallando”. Cecilia recuerda que la única que se le cerró la garganta, que no le salió la voz, fue ese domingo de febrero de 1967. Violeta Parra le había metido un papelito debajo de la puerta invitándola a la Carpa de La Reina. Le dijo que la esperaba el domingo y que le tenía tres canciones que estaban pintadas para ella.
La nacida en Tomé se lamenta hasta hoy: ese día tenía otro compromiso, uno de tantos en la época en que era una de las cantantes chilenas más populares, y no fue a ver a la Violeta. Nunca pensó que la mujer que meses antes había estrenado Gracias a la Vida decidiría partir al otro mundo esa misma mañana y cuando le avisaron, poco antes de salir al escenario, apenas no se pudo la pena. Fue el día que peor cantó, recuerda, y ni siquiera tuvo ganas de ir al velorio o al funeral.
La mujer del Baño de Mar a Medianoche, la del pelo corto, pantalones con cierre adelante y besos de taquito, esa figura visionaria que ayudó a desterrar la idea de que la mujer era mero adorno en el mundo del espectáculo, vuelve este fin de semana en un show de la Nueva Ola. Y su retorno pasa algunos días después de un masivo homenaje a Violeta Parra en Buenos Aires y en el contexto de muchas otras celebraciones por el centenario de su natalicio.
Cecilia es muy probable que cante sentadita y no más de ocho temas este domingo en el teatro de la calle San Diego, ya recuperada de esa crisis de salud que casi la manda al encuentro de su vieja amiga durante el 2016. Pero a diferencia de “la Viola”, como la menciona hoy, ella sabe que es una sobreviviente, con toda la cuota de olvido y por momentos de indiferencia que eso conlleva.
La historia es curiosa. La imagen de estas dos mujeres irrepetibles conversando sobre su vida, sus amores y canciones es algo que conmueve de solo imaginarlo. Y es muy significativo que esto se recuerde hoy, en este año, en estos tiempos en que las mujeres siguen peleando por igualdad en un mundo gobernado por hombres porque estas dos fueron adelantadas a su tiempo y quizás por eso se tenían buena y se caían bien y se piropeaban cada vez que podían. Porque eran severas y talentosas, porque no se andaban con medias tintas y porque sabían que lo suyo iba a trascender.
Cecilia dice que una de las que va a cantar este fin de semana es Gracias a la Vida, esa que grabó en 1970, cuando quería reinventarse y que inesperadamente marcó el comienzo de su declive artístico. La va a cantar con lo que le queda de voz, pero con lo que le sobra de emoción. Con el eco de un ímpetu escénico que fue además el rasgo común de las dos más trascendentes cantantes chilenas de la historia de la música popular.
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July 27, 2017
Un Macron para Chile
La elección de Emmanuel Macron en Francia le ha dado nuevos aires a la economía europea. No sabemos cuál será el éxito de su gestión, pero su libertad de los estereotipos que han dividido a los franceses augura bien para el fortalecimiento del euro y de la Unión Europea en general. Lo refrescante de Macron es la dificultad que uno tiene de catalogarlo como de izquierda o de derecha. Viene del Partido Socialista francés, un partido apegado a los sindicatos y a la injerencia del Estado en la economía. Sin embargo, sus planteamientos, sin renunciar al rol del Estado de velar por los intereses de los ciudadanos, nos dan la esperanza que una economía excesivamente rígida finalmente va a superar las ideologías del pasado. No estamos en presencia de una figura equidistante de la izquierda y la derecha, sino de alguien que quiere superar esa dicotomía para llegar a una síntesis superior. Tomar de la izquierda el ideal de crecimiento con equidad; tomar de la derecha la importancia de la iniciativa individual para la creación de riqueza.
Nosotros nos enfrentamos a una elección presidencial dentro de pocos meses. Ojalá alguno de nuestros candidato(a)s sea capaz de articular una visión como la de Macron. Vale decir, que supere nuestra propia historia de desencuentros, que nos permita finalmente sobreponernos a los traumas del pasado, que algunos consideran legado de la dictadura militar, otros del “socialismo con gusto a empanada y vino tinto”.
¿A qué me refiero con esta reflexión? En primer lugar, a clarificar objetivos. Ellos son dos. Uno es recuperar la inversión y el crecimiento para hacer de Chile en el período más corto posible una sociedad económicamente desarrollada. El otro, que el crecimiento sea compartido por todos y que logremos instalar una igualdad real de oportunidades sin importar la cuna.
Luego vienen los medios. ¿Cómo lograremos esos excelsos objetivos que, creo, todos los chilenos podemos compartir? ¿Vale la pena enfrascarnos en disputas sempiternas sobre si el Estado o el mercado nos van a llevar a esa sociedad que añoramos? ¿O continuar debatiéndonos en la animadversión a los subsidios a la demanda por parte de unos o a la provisión pública por parte de otros? En estas materias debemos ser absolutamente pragmáticos. Con las capacidades reales del Estado (no las ideales o las que imaginamos) y las fortalezas y limitaciones que tienen nuestros mercados de verdad (no los que imaginamos en nuestros modelos teóricos), ¿qué nos conviene hoy? Si una política pública que utilice a los mercados nos acerca a nuestro ideal de sociedad, bienvenida sea ella. También necesitamos un Estado moderno y capaz de velar por el interés común.
Un Macron chileno será aquel político (o aquella política) que tenga la sabiduría y prudencia para dar el paso que el país necesita, que esté más allá de los traumas que nos han separado y que logre unirnos en pos de un país mejor.
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Reforma y quiebre político
Hace 50 años, en un frío 28 de julio, se publicó en el Diario Oficial la ley N°16.640 de Reforma Agraria. Ya antes la Iglesia Católica había impulsado su propia reforma testimonial basada en la repartición de sus tierras. Es más, incluso ya se había legislado sobre el tema -para satisfacer exigencias de la Alianza para el Progreso- durante el gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez. No obstante, el alcance de esta última legislación fue muy limitado, pero su implementación requirió el debilitamiento de los derechos de propiedad constitucionales que luego, bajo los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende Gossens, permitieron realizar un cambio radical en la tenencia de la tierra en Chile (Ibáñez y Lüders, 1983). La Reforma Agraria incitó así un profundo quiebre en las relaciones sociopolíticas del país.
Mucho se ha escrito sobre el tema desde 1967 y aún no existe una visión consensuada sobre las causas y consecuencias del proceso de Reforma Agraria. Recientemente han aparecido, entre otros, los libros de Moreno (2013), artífice de la Reforma Agraria bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalva, Valdés y Foster (2016) y Avendaño (2017) y un artículo muy rico en información, de Cuesta y otros (CEP, 2017). Entre los escritos anteriores destacaremos acá solamente las obras de Jacques Chonchol, ejecutor de la reforma bajo el gobierno de Salvador Allende, de Rafael Moreno, y una descripción de la historia del proceso, de Garrido y otros (1988).
Simplificando el debate al máximo -por restricciones de espacio- es posible preguntarse, por un lado, si el proceso de reforma agraria en Chile se realizó para resolver un problema económico-social (la baja tasa de crecimiento de la producción agraria y la dependencia de los trabajadores del sector de sus patrones) o si lo que en el fondo se trató de hacer -en un país muy influenciado por la Guerra Fría- es redistribuir la riqueza para reducir significativamente el poder político de los grandes agricultores. Y por el otro lado, se cuestiona si esos mismos objetivos socioeconómicos no se podrían haber logrado -como opinamos- por medios que afectaran menos la producción agraria y que generaran también menos convulsión sociopolítica.
Tal como hoy en materia de educación, salud y pensiones, existía entonces un razonable acuerdo sobre los objetivos a lograr en materia agraria. Las diferencias, igual que en el presente, se dieron en el cómo lograrlos. Por motivos ideológicos y/o electorales se optó entonces por repartir tierras por la vía de expropiaciones prácticamente sin compensación, en vez de consensuar los cambios institucionales necesarios para un desarrollo agrario vigoroso y la creación de programas de desarrollo social bien focalizados. En términos socio-políticos la opción expropiatoria tomada resultó ser extraordinariamente costosa. ¿Aprendimos la lección? A veces pareciera que no.
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Factor Ossandón
Después de casi un mes de las primarias presidenciales, el senador Ossandon aún no se reúne con el ganador de las mismas, Sebastián Piñera. El senador siente que es suficiente con hacerse a un lado y en cambio, en el entorno del expresidente, esperan de él un apoyo más explícito. Pero quizás la atención del piñerismo debería estar más en lo que representó el senador en la primaria y no en conseguir un apoyo de su persona por qué cómo lo dijo el mismo Ossandón, él no puede decirle a sus electores como votar en noviembre.
El senado por Santiago oriente logró una importante votación en las primarias, más allá de su tradicional fortaleza en Puente Alto ahora pudo demostrar que en las comunas populares que tenía una ventaja comparativa importante. El voto de derecha popular a lo largo del país se identificó en mayor proporción con su mensaje.
Tratar de insistir en que el senador por Santiago asuma un rol activo en la campaña, puede terminar siendo un autogol para la campaña de Sebastián Piñera. Primero porque por más que el precandidato Ossandón haya reconocido rápida e hidalgamente su derrota el pasado 2 de julio, en ese mismo instante con un cambio de actitud que empezaba a dejar atrás las reciclas y descalificaciones de los debates y de su franja televisiva para dar paso a su operación retorno, nadie podría creer que este giro fuera sincero sino tomaba distancia de convertirse ahora en un partidario férreo del candidato que hará ayer denostaba.
En segundo lugar, el regreso de Ossandón a RN fue un movimiento inteligente, porque al mismo tiempo que lo hace ver como políticamente ordenado en relación a su natural tentación por la confrontación, obligó a su partido a no poder hacer nada más que abrirle las puertas, y el declarar que se dedicará a apoyar a los candidatos a parlamentarios de RN le da un rol que lo libera de asumir cualquier otro en el comando presidencial. La señal es que vuelve a tomar control y a ganar amigos donde le importa y le servirá hacia el futuro de su partido.
La lección aprendida de Ossandón es evidente, le dolió mucho que su partido de toda la vida lo obligara en los hechos por su falta de apoyo a competir como independiente, es justo creer que si RN se hubiera cuadrado detrás de él sus resultados podrían haber sido aún mejores en las primarias. El no contar con una estructura a lo largo de Chile hizo que el candidato se diera cuenta de la importancia de las redes y lealtades que debía seguir acrecentando al interior de su partido.
Ossandón sigue trabajando para su campaña y no lo hará para otros, eso es un dato de la causa. Lo importante es que la campaña presidencial de Chile Vamos logre identificar y conectar con los electores de esa derecha popular que hace tiempo andan huérfanos e incómodos. No es extraño que si comparamos las mejores comunas de Franco Parisi el 2013 y el desempeño del senador en primarias, encontraremos una profunda similitud. Es este el verdadero desafío cómo hacer para que ese mundo que se siente ajeno a la derecha tradicional siente que es incorporado y valorado no solo en la propuestas, sino también en roles visibles dentro de la estructura de campaña.
El factor Ossandón debe ser entendido más allá de la persona del senador, esto será clave para diseñar como se amplía la base electoral de Chile Vamos en la elección presidencial pero más importante que esto, es ver cómo el referente de centroderecha demuestra su capacidad de apertura a sectores distintos de nuestra sociedad en la lógica de construir una mayoría inclusiva y no excluyente.
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Inglés desde la primera infancia: una política pública que no debe esperar
Mucho se ha hablado últimamente de los descendidos niveles de inglés de los chilenos a la luz de las estadísticas o estándares internacionales, como los que genera la agrupación English First (EF). El foco ha estado puesto en “lo poco y mal que hablamos”, a lo que se suma la timidez propia de la idiosincrasia chilena, donde el grueso de la población no se atreve a hablar y practicar. Pero, sin necesidad de consultar a expertos en enseñanza del inglés, existe la creencia bastante extendida entre la población de que mientras antes se comience a aprender una lengua extranjera, más fácil y fluida será su adquisición. Es por eso que han proliferado los colegios y jardines infantiles que ofrecen esta opción como un “plus”, a pesar de que la enseñanza del inglés es de carácter obligatorio en el sistema público sólo desde 5° básico.
Un grupo de organizaciones ligadas a la enseñanza del inglés (fundaciones, universidades, institutos, representantes de colegios bilingües entre otros) acudió al llamado de nuestra organización—la cual promueve la enseñanza del inglés desde los primeros años a través de su proyecto We Learn que se implementa en escuelas públicas ubicadas en localidades rurales a participar de una Mesa Interinstitucional de Trabajo cuyos integrantes analizaron y generaron propuestas para la enseñanza temprana del inglés como lengua extranjera desde los primeros años de escolaridad en Chile.
Con una destacada convocatoria a reuniones, en las que se expuso y conversó con gran altura de miras sobre el tema, nos pusimos al día en la investigación internacional y nacional sobre el aprendizaje temprano del inglés y sus potenciales beneficios; discutimos sobre qué tipo de formación inicial y continua deben tener nuestros profesores de inglés para poder desempeñarse en el primer ciclo, revisamos la propuesta curricular del Ministerio de Educación para este ciclo y nos preguntamos sobre el rol que deben tener los equipos educativos y directivos de las escuelas para incorporar el inglés a la comunidad y que no sea así una asignatura aislada. También nos cuestionamos el peso que tienen los adultos significativos de nuestros estudiantes a la hora de estimular o frenar su avance en este idioma. Finalmente, conversamos sobre la valoración social que se hace en Chile del inglés y de los chilenos respecto de éste. Las conclusiones, que se resumieron en un documento final que fue entregado al Ministerio de Educación y a todas las autoridades gubernamentales, avalan el consenso tácito que nos hace pensar que mientras antes mejor: debemos comenzar a anticipar la obligatoriedad del inglés en los colegios.
En dicho dossier, primero que todo, hacemos patente la necesidad de estimular la investigación sobre el aprendizaje del inglés desde la edad temprana en el contexto chileno. Es imperativa la creación de un currículum para el primer ciclo básico que sea realista y que transite de manera gradual al segundo ciclo. Éste debe ser realizado consultando a los profesores de inglés que ya se desempeñan en esta etapa y cuentan con la experticia en aula. A la luz de ello, es urgente mejorar la formación inicial y continua de nuestros profesores de inglés, estableciendo criterios mínimos y comunes de manejo del idioma y las metodologías pertinentes para este grupo etario.
Los integrantes de la Mesa Interinstitucional de Trabajo también consideraron de vital importancia que el Estado impulse un giro cultural en la valoración del idioma inglés: es urgente un cambio de mentalidad a nivel de equipos directivos, profesores de otras asignaturas, padres, apoderados y comunidad educativa para que los niños no carguen con nuestras aprensiones ante este idioma. No podemos desaprovechar esta etapa, en que los estudiantes no tienen vergüenza ni miedo de expresarse en otro idioma y están más abiertos a adquirir la pronunciación y las estructuras de otra lengua de forma intuitiva. El inglés ya no se aprende para poder hablar con personas de habla inglesa: el inglés se aprende para poder conectarse con un mundo globalizado que se mueve principalmente en dicho idioma. Mientras antes abramos este mundo a nuestros niños, más y mejores oportunidades les estaremos brindando.
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Mirando el futuro de la educación: las claves del cambio
Xavier Martinez-Celorio en su Informe España 2016, sotiene que las escuelas que innovan se destacan principalmente por instalar cambios que vienen desde las bases y que podrían resumirse como: transformación organizacional y metodológica mediante nuevas formas de relación con el alumnado; una mirada centrada en el alumno; metodologías destinadas al desarrollo de proyectos; pluralidad en diversas metodologías; evaluación formativa; cambios de estructura de tiempo y espacio, tirando abajo los muros de las aulas; trabajo conjunto de profesionales y familias; eliminación de los problemas de convivencia mediante la instauración de un clima afectivo y emocional positivo; y profesores reflexivos abiertos a la creación y a la imaginación.
La innovación educativa que observamos en los últimos 10 años, y que busca superar el modelo pedagógico tradicional, elimina el concepto tradicional de la clase para optar por grupos de trabajo diversos en edades e intereses y cambia la figura del profesor que dicta conocimiento, a una de tutor especialista que articula el aprendizaje de los alumnos, para que aprendan a través de proyectos o desafíos, lo cual les motiva a pensar, a descubrir, a diseñar o crear.
Ciertamente, no podemos decir que un solo tipo de metodología será la que prevalecerá en el futuro, ni tampoco cuál debería ser más efectiva. Pero lo que sí sabemos, es que si seguimos enseñando como lo hemos hecho hasta hoy, quedaremos atrás en instalar una cultura de adaptación, conectividad y creatividad que el mundo necesita. El futuro necesita hombres y mujeres capaces de adaptarse, de tolerar la frustración, de potenciar la imaginación y en especial, de aprender a colaborar y no a competir.
Podemos ya olvidarnos entonces, del profesor que dicta cátedra y motiva mediante el castigo y el premio, así como de la metodología que usa el texto tradicional de estudio que trae como consecuencia el aprendizaje que desarrolla una mentalidad fija y estática. Debemos abrazar todo lo que centre el aprendizaje en producir una mentalidad abierta a explorar y a evolucionar. Según Carol Dweck, autora del libro Mindset: La Nueva Psicología del Éxito (2007), fracasar es una oportunidad para evolucionar. En efecto, el desafío nos ayuda a crecer y el esfuerzo y la actitud, son las que determinan nuestras capacidades. Según Dweck, el talento natural puede transformarse en una trampa que limita nuestro potencial.
Quizás un elemento que pasamos por alto, pero que resulta básico en esta nueva realidad, es el propio clima interno dentro de las instituciones de educación. Así es, como el positivo vínculo entre profesores, las equilibradas relaciones laborales entre directivos y sindicatos, y en primera instancia, una mirada estratégica de los sostenedores motivando a celebrar el fracaso y asumir riesgos, se verá recompensada por el desarrollo de una cultura de evolución y cambio.
No ayudan en nada los comportamientos conflictivos entre superiores y subordinados, pues solo perpetuarán la mentalidad fija, centrada en cumplir metas de corto alcance. Podrán ser efectivas en producir resultados y cumplir con los presupuestos, pero un Director con liderazgo que envenena y desmotiva mediante la desmedida exigencia, será como ponerle un poderoso combustible a un motor con menor octanaje; en el mediano plazo terminará rompiendo el motor. Simon Sinek, creador del concepto del “círculo dorado”, habla de la confianza como elemento clave para el desarrollo sano de una institución. Cuando los subordinados se sienten amenazados por sus “líderes” su desempeño se ve mermado significativamente.
Así pues, si bien todas las instituciones deben y pueden emprender su propio camino de innovación escolar, es clave entender que no podrán iniciar cualquier tipo de proyecto. Debe existir congruencia con el proyecto educativo e identidad de la escuela, además de clima favorable. Si bien menos importante, pero relevante, es la voluntad de poner recursos a disposición para invertir en buscar nuevas metodologías y probar aquellas que producen mejores resultados de acuerdo a la propia realidad y circunstancia de un colegio.
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De la calle a la calle
La afirmación puede resultar demasiado tajante en tiempos de ambigüedad, pero si no hay inversión, será muy difícil volver a retomar el camino del progreso en el país.
El porcentaje de inversión en relación al PIB cayó de la barrera de los 20 puntos, lo cual no pasaba hace décadas, esto se viene a sumar a otras malas noticias en el plano económico, pero paradójicamente, para algunos sectores políticos estos y otros antecedentes no les dicen nada.
¿Cuál es la razón de ello?, será que algunos se acostumbraron a vivir en un país ordenado y que a pesar de lo que pasara existían ciertos consensos que nos permitieron existir y decidir sobre un espacio de certidumbre. Todo eso fue infravalorado y de ser una fortaleza del país pasó a ser la causa de los males actuales.
Que los líderes de distintos partidos, coaliciones o inclusos que los empresarios y trabajadores se pusieran de acuerdo para enfrentar los desafíos de mañana o los problemas del presente se tomó como traición a la clase y quienes lo hacían merecían el desprecio de las fuerzas emergentes, aquellas que desde un fundamentalismo ideológico se han arrogado una supremacía y una pureza moral en su actuar.
Mucho de esto puede desprenderse de lo que se ha dado en llamar el clamor de la calle, esa masa de personas que bajo una consigna, o muchas a la vez, se vuelcan a la protesta para manifestar su descontento.
En el gobierno anterior, la oposición de la época no dudó en estimular las manifestaciones, justificando cada una de ellas de las maneras más extrañas. Los estudiantes tenían derecho a tomarse sus colegios, y en muchos casos destruirlos, por ser una acción democrática, olvidando el principio básico de respeto a quienes no estaban de acuerdo o así no lo deseaban. Pero que va, para ellos en política todo vale. Lo complejo es que fueron criando movimientos que se les tornaron incontrolables y hoy se vuelcan sobre sus propios padrinos.
Si la democracia tiene una valor, más allá de representarnos a todos por iguales, es que establece mecanismo que permiten canalizar los conflictos, ese es un atributo que las dictaduras no poseen. El mejor ejemplo de esto lo vemos en Venezuela hoy día.
El actual gobierno de Bachelet está llegando a su fin de una manera que nadie se habría imaginado en su inicio. No es solo la baja aprobación a quien lo lidera, tampoco la desaprobación a cada una de las políticas propuestas, sino el quiebre en la coalición que lo llevó al poder.
Lo anterior no es un dato menor, una coalición que termina fraccionada con al menos dos candidatos presidenciales y un tercero de fuerzas que pasaron por el gobierno y fueron responsables de instalar algunas de las demandas y soluciones más radicales en su interior como la pésima reforma en educación.
Como corolario de estos años nos queda entender que el maximalismo suena bien en el discurso, pero no en la práctica política. La responsabilidad puede ser menos espectacular, pero contribuye mucho más a las soluciones de largo plazo para las personas. En definitiva, poner a las personas al centro de nuestras preocupaciones antes de las cuotas de poder le servirá como reflexión a un sector importante de la política local.
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Til Til y los proyectos “nimby”
En estos días el Gobierno aprobó la instalación de un relleno de residuos (basura) industrial en la comuna de Tiltil. Este se suma al relleno sanitario de basura domiciliaria ubicado en la misma comuna, una planta de tratamiento de residuos, tres estanques de relave mineros, una planta de molienda de carbón, un criadero de cerdos y otras actividades contaminantes. Til Til también tiene el dudoso honor de cobijar la cárcel de Punta Peuco. Desde luego, la aprobación del nuevo relleno cumple con todos los estándares que exige la ley y utiliza las mejores tecnologías disponibles para evitar daños de filtraciones y otros accidentes.
Sin embargo, los ciudadanos de Tilt Til, liderados por el alcalde, están indignados. Consideran que se han convertido, literalmente, en el basural del Gran Santiago y resienten que buena parte de su comuna esté asignada para recibir los desechos de actividades productivas y de consumo que no los benefician en lo más mínimo, al menos de forma directa.
Las quejas de la comuna de Til Til no son únicas en el mundo ni en Chile. De hecho, hay una expresión en inglés, “not in my backyard” (no en mi patio trasero), conocida por la abreviación “nimby”.
Conflictos por la instalación de obras de infraestructura “no deseadas” hemos tenido muchos en Chile en los últimos años. Famosos son los de Puchuncaví, a raíz de las actividades industriales y portuarias de Ventanas. El lector también recordará el criadero de cerdos de Freirina; la sospechada emisión de contaminantes del puerto de Antofagasta que puso presión para limitar su expansión; el Terminal 2 de Valparaíso y su supuesta muralla de contenedores, y el emblemáticamente fallido proyecto de Hidro Aysén. Aún persisten los conflictos sobre la central hidroeléctrica de Alto Maipo, a pesar de haber sido aprobado y estar en plena construcción.
Proyectos del sector público tampoco han estado exentos de cuestionamientos. Entre varios, el nuevo aeropuerto de Temuco y el Acceso Sur a Santiago son dos ejemplos de conflictos prolongados y que determinaron un costo y plazo de ejecución de las obras muy superior al presupuestado.
Como en toda actividad humana, hay diversas opiniones sobre las causas que generan estas situaciones y no es este el lugar para entrar en los detalles de ellas. Sin embargo, no podemos desconocer que parte del problema es que en Chile no seguimos las mejores prácticas en estas materias. Éstas, a nivel internacional, indican que antes de iniciar una gran obra de infraestructura o construir un proyecto “nimby”, como en el caso de Til Til, es necesario tener un proceso de diálogo con la ciudadanía que permita evaluar alternativas (incluyendo de localización), discutir las características del proyecto (con posibilidades de modificarlo), evaluar sus consecuencias (de manera transparente), adoptar las medidas de mitigación necesarias y, por último, debatir cómo se distribuyen los beneficios del proyecto.
Que las autoridades digan que “sacrificar” la comuna de Til Til fue una opción que el Gobierno tomó hace 20 años atrás, no se hace cargo de las legítimas preocupaciones de sus habitantes y no exime a las autoridades de hacerse cargo de los problemas que se crean, hoy y en el futuro, si se siguen sumando proyectos “nimby” a la comuna.
Más aún, entiendo que hace dos décadas nadie consultó a los vecinos si querían convertirse en el basurero del Gran Santiago. Fue una decisión que puede haber sido técnicamente correcta —y que tal vez se volvería a adoptar hoy si se siguieran las mejores prácticas—, pero donde seguramente no se consideró a la comunidad.
Como economista, hay un criterio que me sorprende no se considere más activamente en casos como los mencionados. Me refiero al concepto de Óptimo de Pareto, un gran economista de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Cuando estamos en una situación pre proyecto y queremos cambiarla, por ejemplo, construyendo un relleno sanitario en Til Til, hay personas que se benefician, ya que no tienen que enterrar la basura en su jardín o guardarla en su departamento, y otros que resultan perjudicados, los habitantes del entorno del relleno sanitario.
Estos se ven afectados por múltiples motivos. Por ejemplo, es posible que baje el valor de sus propiedades; aumente el tráfico de vehículos y la contaminación atmosférica y terrestre; y se generen riesgos asociados a la operación del relleno como emisión de gases tóxicos, invasiones de moscas, contaminación de los caminos de acceso, entre otra.
El criterio de Pareto señala algo que con un poco de reflexión es bastante obvio: el relleno sólo se debe construir si lo que ganan los beneficiados es superior a lo que pierden los perjudicados. En tal caso, la obra representa una ganancia neta para la sociedad en su conjunto.
Además, abre una posibilidad interesante pero muy poco considerada en la práctica. Esto es, que los ganadores compensen a los perdedores por lo menos hasta el punto de resarcirlos de sus pérdidas y como máximo hasta donde llega la ganancia de los beneficiados. En tal caso, nadie queda peor que antes de la ejecución del proyecto. En el ejemplo del relleno sanitario, en principio, la compensación de los perdedores por parte de los ganadores se puede hacer de manera bastante sencilla. Basta con que la tarifa por retirar la basura incluya la compensación. Y esto tiene otra cualidad, se puede pagar de forma permanente o todo de una vez permitiendo que los perjudicados que prefieran se puedan trasladar a otro lugar.
Desde luego, todo esto debe ser conversado con los ciudadanos antes de iniciar el proyecto e incluso de hacer el diseño. Debe ser parte de las conversaciones iniciales a las que me referí anteriormente. No se trata de compensaciones que la empresa ejecutora descuente de sus utilidades. Los beneficiarios deben pagar y este pago ser incorporado en la tarifa que se cobrará por remoción de basura. La empresa ejecutora simplemente retira y procesa la basura por lo que tendrá que ser compensada adecuadamente. No es su función compensar a las comunidades, como lo hacemos hoy día.
Actualmente, en vez de organizar e institucionalizar este mecanismo vivimos en el peor de los mundos. El proyecto se aprueba o rechaza en base a las normas ambientales vigentes y no se consideran criterios como el que acabo de señalar ni se practica el verdadero diálogo con la ciudadanía. Pero como la gente no es tonta —suponer lo contrario es un grave error, además de un insulto— sabe que puede aplicar presión para obtener compensaciones. Más aún, para maximizar la compensación las ejerce cuando más le duele al ejecutor del proyecto. Como todo esto es informal, no está institucionalizado, caemos en malas prácticas tanto de parte de las empresas —que se compran a los líderes de los “perjudicados” y hacen un proyecto de menor calidad de lo que pudo haber sido—, como de los “perjudicados” que, a veces, terminan beneficiando de manera desproporcionada a unas pocas personas.
Creo que el país ganaría mucho buscando maneras de institucionalizar estos procesos. Por de pronto, la calidad de los proyectos mejoraría, los afectados serían justamente compensados y se reducirían los espacios para los abusos que hay en ambos lados.
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DC: signos, sentido e identidad
Los tiempos de las definiciones cruciales han llegado a la Democracia Cristiana. Se trata de las decisiones anteriores a las cuestiones procedimentales y electorales; aquellas que remiten a la identidad, lo que le da un marco de sentido a la acción política. Este es un debate que en las filas falangistas se ha dilatado, pero cuya postergación resulta cada vez más insostenible, tarde o temprano la realidad golpea la puerta.
¿Seguirá siendo la Democracia Cristiana un partido anclado en el centro programático del sistema de partidos chilenos? ¿Transitará hacia un centro pragmático? ¿Mutará su raíz socialcristiana hacia una abiertamente socialdemócrata? ¿Será fuerza de oposición obstruccionista o colaborativa frente a un eventual gobierno de centro derecha?
A partir del actuar de su abanderada presidencial, no es posible extraer señal alguna que permita clarificar, o al menos dar luces, a un escenario que se presenta cada día más confuso y nublado para el partido. Los liderazgos políticos alinean objetivos comunes, trazan vectores de acción y toman resoluciones en momentos críticos. Nada de eso podemos esperar de Carolina Goic, su candidatura es un simulacro, una suerte de globo sonda político de articuladores falangistas que vieron en la senadora una serie de atributos y signos idóneos al momento político actual, pero carentes de sentido, de mística, de un relato, de una épica.
Si de revitalizar una identidad subordinada a la izquierda se tratara, entonces, ¿cómo es posible entender que algunos de sus dirigentes hayan, siquiera pensado, en la posibilidad de alcanzar un acuerdo parlamentario con el PRO? Lo anterior es prueba de que un sector de la DC parece haber abandonado definitivamente la pelea por las causas para subsumirse en la simple disputa por cuotas de representación.
Por contradicciones como éstas, la Democracia Cristiana, ha pasado de ser el eje gravitacional del ordenamiento político en el apogeo de la Concertación, para transformarse en el punto de ebullición de una centro izquierda en crisis bajo el alero de la Nueva Mayoría.
No es trivial lo que suceda el sábado en la Junta Nacional DC. A partir de las decisiones que emanen de este cuerpo resolutivo se marcarán las primeras líneas de una fisonomía política que seguramente adquirirá forma definitiva con posterioridad a la elección presidencial. Lo que está en juego es mucho más que los 12 escaños que obtendría la DC compitiendo sola, versus los 26 que obtendría con un acuerdo con los radicales, los 25 con el PPD, o los 27 que alcanzaría pactando con la Izquierda Ciudadana y el MAS, o el par de escaños más, o escaños menos, que obtendría aliándose con el PRO o con Ciudadanos.
Junto con estas frías definiciones basadas en cálculos y guarismos, se debe dar paso a las sustantivas, las que darán frutos no sólo en la próxima elección, sino que marcarán el derrotero del partido en una próxima generación. En este sentido, no parece del todo descartable una futura escisión entre el ala progresista DC que anhela convergencias con el mundo socialdemócrata (Yasna Provoste, por citar un ejemplo) y sectores más moderados que buscan convergencias con un mundo liberal como el de Ciudadanos de Andrés Velasco (Mariana Aylwin).
Sin ir más lejos, la Unión Demócrata Cristiana Alemana –siempre un referente para la DC chilena- opera bajo una lógica de identidad dual entre La Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Éste parece un escenario plausible entre dos visiones de mundo que conviven bajo un mismo signo, pero que por su falta de coherencia e identidad a todas luces han desvirtuado el sentido del partido Democratacristiano en el ordenamiento político actual.
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Efectos del cambio climático en la Gestión de Riesgo de Desastres
Durante el último tiempo, hemos sido testigos de cómo lluvias, vientos, marejadas e incendios forestales se han ido transformando, con mayor frecuencia, en eventos extremos debido a las condiciones meteorológicas. Dicho escenario tiene su causa principal en el cambio climático.
No es casual que la Convención Marco de la ONU sobre este fenómeno (Cmnucc) ubique a nuestro país entre los más vulnerables debido a sus características geográficas, que incluyen zonas urbanas en áreas costeras de baja altura —proclives a la fuerza del mar durante marejadas y tsunamis—, así como zonas áridas y semiáridas que, expuestas a sistemas frontales intensos, generan condiciones para aluviones.
Esta advertencia ha podido palparse en los últimos eventos climáticos que han causado, incluso, mayor destrucción que los terremotos registrados en el mismo lapso de tiempo.
Recientemente, pudimos observar el alto poder de destrucción del intenso temporal que afectó al litoral central y que sorprendió a los vecinos de la zona, quienes reconocieron que las salidas de mar se presentan cada vez con más violencia, así como los daños que produjo la caída de nieve en la Región Metropolitana y que afectó el suministro energético en miles de hogares. De igual forma, en el norte y centro, en las regiones de Antofagasta, Atacama y Metropolitana se produjeron precipitaciones de grandes intensidades en zonas específicas y en pocas horas, aumentando el caudal de los ríos y activando quebradas.
De hecho, de acuerdo a un estudio de la Cepal (2012), de no tomarse medidas, el impacto del cambio climático proyectado para Chile en términos de pérdidas económicas podría representar un 1,1% del PIB anual de aquí a 2100. Esto plantea una serie de desafíos país, y el Sistema Nacional de Protección Civil (Snpc) y la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi), en su rol coordinador, se han ido adaptando a esta realidad con avances sustantivos, convirtiéndose en referentes internacionales.
Destaca el Programa Chile Preparado, que contempla simulacros de borde costero, y en el sector educación a través del Programa Integral de Seguridad Escolar. De igual forma, desde 2016 se desarrollan ejercicios de evacuación de aluviones. Todo lo anterior se refuerza con información en el sitio web de Onemi.
Gran aporte ha sido también el trabajo de la Plataforma Nacional para la Reducción de Riesgos de Desastres, integrada por una serie de instituciones expertas en la materia, a través del diseño del Plan Estratégico Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, que incluye acciones que aportan a la adaptación al cambio climático, como el monitoreo de amenazas relacionadas con eventos meteorológicos y una respuesta integral del Snpc.
Sin embargo, este nuevo escenario nos obliga a ir más allá en el trabajo de transformación de comunidades vulnerables en resilientes. Además de actividades de preparación, es necesaria una mayor inversión en obras de prevención y planes reguladores que integren la Gestión del Riesgo y la microzonificación (identificación de las amenazas en el territorio) en su diseño. Es decir, un mayor protagonismo de las municipalidades, entendidas como organismo de primera respuesta. Y esta tarea requiere el aporte de todos, con una coordinación público privada robusta, apoyada con el incremento de políticas públicas en la materia.
A la luz de lo anterior, podemos decir responsablemente que Chile cuenta con un SNPC adecuado a nuestra realidad geográfica, económica y cultural que ha demostrado ser el camino correcto para enfrentar las emergencias. No obstante, éste debe ser optimizado y reforzado institucionalmente con una legislación vinculante largamente esperada, para responder así a desafíos cada vez más complejos, entre otras cosas, por los efectos del cambio climático.
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