Hugo García Michel's Blog, page 32
March 21, 2022
Central avionera
Esta mañana, en la inauguración del Aeropuerto Internacional (es un decir) Felipe Ángeles. Es en serio, no es el metro. March 17, 2022
Grandezas
March 16, 2022
Pasolini dixit
February 28, 2022
Arreglo musical civilizado
February 26, 2022
Una duda
February 24, 2022
Padres consentidos
Soy hijo de dos niños consentidos. No sé si eso sea bueno o sea malo. Lo que sí sé es que esa circunstancia determinó mi infancia y, con ella, mi vida toda. Soy hijo de un niño y una niña a quienes se les consintió casi todo. Un niño y una niña que nacieron en familias pudientes y sin premuras económicas. Un niño y una niña que crecieron protegidos por el amor y los cuidados de sus padres, según se entendían el amor y los cuidados paternos y maternos en los años veinte del siglo pasado. Que esos dos hijos consentidos se encontraran en 1940 –a sus respectivos diecinueve y dieciocho eneros–, se enamoraran y se casaran cuatro años más tarde fue una determinación del caprichoso destino que moldea nuestras existencias. Fruto de ese encuentro y de ese matrimonio fuimos mis cuatro hermanos y yo, los cinco hijos de aquellos dos niños consentidos. Así apareció, en 1944, en el pueblo de Tlalpan, al sur profundo del Distrito Federal, capital de la república mexicana, la familia García Michel. Mi padre se llamaba Juan Rubén García Ayala. Mi madre, María Rebeca Michel Ruelas. Juan nació en Mixcoac, DF, el 2 de enero de 1921. Rebeca vino al mundo un año y una semana después, en Autlán de la Grana, Jalisco, el 10 de enero de 1922. Los dos eran habitantes de Tlalpan desde finales de los años treinta. Juan vivía con sus padres, mis abuelos Emiliano y Guadalupe, en la “Quinta Guadalupe”, en la esquina de las calles Coapa y Tesoreros, hoy colonia Toriello Guerra. Rebeca lo hacía en la “Quinta María”, sobre la calle Madero, a cuadra y media del Zócalo de Tlalpan, como se le decía al parque central del entonces todavía pueblo. Se casaron el 5 de octubre de 1944, en la iglesia de San Agustín de las Cuevas, en pleno centro del poblado. Así empezó todo.(En la foto, mi papá y mi mamá, de novios, afuera de la Quinta Guadalupe, año de 1942)
February 22, 2022
Les decían divas, yo las llamo diosas: Ava Gardner
February 20, 2022
Razonable petición
February 19, 2022
Los Michel, fundadores de Guadalajara
Según investigaciones del genealogista Alfredo Peña Pérez II, los primeros pobladores de la ciudad de Guadalajara fueron 63 (en 1542), entre los que se encontraba la familia Michel, encabezada por Juan Michel y su hermano Cristóbal de Ordóñez. Ambos ancestros de mi familia materna. Los dos eran de los pocos sobrevivientes de la Guerra del Mixtón (una serie de enfrentamientos bélicos entre varias tribus indígenas —denominadas de forma genérica chichimecas— pertenecientes a la audiencia de Nueva Galicia (hoy Jalisco), al poniente de la Nueva España, que se sublevaron contra el ejército español a mediados del siglo XVI). Juan se casó con la viuda de Francisco de la Mota y no tuvo hijos de su sangre. Su hermano Cristóbal fue el que dio continuación al apellido con sus hijos y lo hizo como apellido compuesto: Michel-Ordóñez. Juan Michel recibió escudo de armas de mano del rey Carlos I de España por sus servicios a la corona. Los nombres de ambos fundadores de Guadalajara están inscritos en el monumento que conmemora este hecho, en plena capital tapatía. En la portada del libro aparece la imagen del escudo de armas de los Michel.
February 17, 2022
Shosha
Terminé de leer una novela espléndida: Shosha (1978), de Isaac Bashevis Singer. La historia de Aaron Greidinger, un escritor judio en la Varsovia de los años treinta, poco antes de la invasión de Polonia por parte del ejército nazi de Adolfo Hitler. Aaron (o Tsutsi, como le dicen de cariño algunos de sus amigos más cercanos) tiene cierto reconocimiento como literato, pero no consigue hacer la obra que él quisiera y se conforma con colaboraciones en periódicos y revistas o en un intento frustrado por escribir una obra de teatro yidish, patrocinada por un viejo millonario estadounidense y la mujer de este, Betty, una joven actriz judia nacida en Nueva York y que quiere poner la obra en un teatro de la capital polaca, con ella misma como protagonista principal.Aaron proviene de un viejo y mísero barrio judío de Varsovia, donde de niño conoció a una vecina de su edad, llamada Shosha, muchacha de escasa inteligencia y que desde chica padece una extraña enfermedad que le ha impedido crecer físicamente como una mujer normal. Por eso, cuando Aaron y ella se reencuentran, a sus casi treinta años de edad, la joven sigue teniendo el físico de una niña escuálida y de poca estatura, además de ser en extremo tímida e insegura y sobreprotegida por su madre, Bashele. Aún así, Aaron se reenamora de ella y le propone matrimonio, el cual se consuma.
Nuestro protagonista además mantiene relaciones íntimas con cuatro mujeres: la ya citada Betty: Celia (esposa de un amigo suyo mayor que él), Dora (una comunista fanática -chaira, podemos decir hoy- que abraza la adoración a Stalin y más tarde se decepciona terriblemente) y Tekla, una trabajadora doméstica de origen campesino y sangre alemana.
A lo largo de sus páginas, el libro de Bashevis Singer nos va narrando diversas anécdotas mientras la situación política y social se vuelve cada vez más tensa, debido a la amenaza nazi. Todos los habitantes judíos de Varsovia saber que la invasión es inminente y que el horror contra ellos está a la vuelta de la esquina. Algunos huyen de Polonia, otros, los más, se quedan a esperar con resignación lo que se les viene encima. Ya en el epílogo conoceremos la suerte de cada uno de los personajes principales, veinte años después.
Shosha está magníficamente escrita, con ese estilo lleno de amenidad y ligera (aunque profunda) ironía que suele emplear el autor en sus libros. Sobra decir que la recomiendo ampliamente.
PD: Últimamente he descubierto que me encanta leer a autores judíos: Philip Roth, Amos Oz, Joseph Roth, Paul Auster, el propio Isaac Bashevis Singer e incluso los delirantes cuentos de Woody Allen. Habrá que explorar a escritores como Saul Bellow o Vasili Grissman, entre otros, aunque en cuento terminé de leer "Shosha" me arranqué con El baile de Natasha, una historia cultural de Rusia, del inglés Orlando Figes.
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