Andrés Trapiello's Blog, page 5
November 18, 2019
En la tumba de Chaves Nogales
JORGE Bustos hizo una crónica magnífica y sobria de aquel acto. Las palabras que yo leí, escritas la víspera, son estas.
"El prólogo de A sangre y fuego se escribió y publicó al inicio de la guerra civil, pero tardó más de cincuenta en ser leído y en que se le prestara atención. De haberse leído en 1937, muchos habrían comprendo al fin la naturaleza devastadora de los totalitarismos europeos que fascinaron a millones de personas, a las que alentaron a cometer los más horribles crímenes en nombre del Progreso y de la Historia. Chaves fue testigo de cómo tales crímenes empezaban a cometerse en España, de donde tuvo que salir para salvar su vida. Hoy los totalitarismos han mutado en populismos y nacionalismos e igual que entonces amenazan con destruir Europa, a sangre o, como estamos viendo estos días, a fuego. Estamos aquí un puñado de españoles para rendir homenaje a un hombre valiente, junto a su tumba, lejos de su país, que le ignoró durante décadas. Fue también alguien comprometido como escritor y periodista con la verdad de los hechos cuya obra no es sino la constante defensa de la libertad e igualdad de todos. Al maestro Manuel Chaves Nogales le debemos por todo infinita gratitud y consideración. Esas palabras que leí al principio y todas cuantas completan su admirable prólogo de A sangre y fuego nunca debieran ser olvidadas. Ciudadano del mundo, que esta tierra lejana y esta tumba sin nombre te sean leves".
Tumba sin lápida de Manuel Chaves Nogales, parcela CR-19, en el cementerio de North Sheen
"El prólogo de A sangre y fuego se escribió y publicó al inicio de la guerra civil, pero tardó más de cincuenta en ser leído y en que se le prestara atención. De haberse leído en 1937, muchos habrían comprendo al fin la naturaleza devastadora de los totalitarismos europeos que fascinaron a millones de personas, a las que alentaron a cometer los más horribles crímenes en nombre del Progreso y de la Historia. Chaves fue testigo de cómo tales crímenes empezaban a cometerse en España, de donde tuvo que salir para salvar su vida. Hoy los totalitarismos han mutado en populismos y nacionalismos e igual que entonces amenazan con destruir Europa, a sangre o, como estamos viendo estos días, a fuego. Estamos aquí un puñado de españoles para rendir homenaje a un hombre valiente, junto a su tumba, lejos de su país, que le ignoró durante décadas. Fue también alguien comprometido como escritor y periodista con la verdad de los hechos cuya obra no es sino la constante defensa de la libertad e igualdad de todos. Al maestro Manuel Chaves Nogales le debemos por todo infinita gratitud y consideración. Esas palabras que leí al principio y todas cuantas completan su admirable prólogo de A sangre y fuego nunca debieran ser olvidadas. Ciudadano del mundo, que esta tierra lejana y esta tumba sin nombre te sean leves".


Published on November 18, 2019 01:19
November 11, 2019
Vox / votos / bótox
LO que estamos viendo ahora hacer a Santiago Abascal, tras los abultadímos resultados electorales, no es sacar pecho, sino bótox. Abascal se ha convertido al fin en lo que quería: ser el bótox del nacionalismo... catalán.
Published on November 11, 2019 04:59
«La fábrica de voxistas trabaja a tres turnos» (Pero Grullo)
APARTE de la gratitud que todos le debemos por habernos traído hasta aquí, se pregunta uno quiénes de cuantos ayer sostuvieron que Mariano Rajoy era una fábrica de independentistas (lo que justificaba una moción de censura contra él aliándose con... los independentistas), dirán hoy que Pedro Sánchez es una fábrica de voxistas.
Y como escribe esta mañana Jorge Bustos: «El centro ha muerto, ¡viva el centro!».
Y como escribe esta mañana Jorge Bustos: «El centro ha muerto, ¡viva el centro!».
Published on November 11, 2019 00:00
November 10, 2019
El trabajo gustoso
NO ha visto uno, hasta donde yo sé, que nadie se haya tomado en serio la promesa electoral más espumillante de estas elecciones. La ha formulado Íñigo Errejón: reducción de la semana laboral de cinco a cuatro jornadas. Tiene además sentido que lo haya propuesto ese muchacho, que redujo las obligaciones de su beca hasta dejarlas en cero y empantanó en el absentismo leyes y proyectos en la Comunidad de Madrid que seguramente habrían traído ya el chavismo a este valle de lágrimas.
Dejemos de lado si tal medida es o no viable. Yo no lo sé, yo no he estudiado esa compleja ciencia que analiza y pronostica los flujos monetarios, mercancías y bienes de consumo, y si un hombre docto como Errejón asegura que ha encontrado la piedra filosofal, no tenemos por qué no creerle. ¿No fue ese el secreto de Hugo Chávez, no ya subsidiar a todo el mundo, sino la de vender duros a cuatro pesetas? Cierto que los duros se le acabaron pronto a su admirado comandante, y arruinó Venezuela, pero esa es otra historia. Ni siquiera querría uno saber ahora si los patronos (y el Estado, en el caso de los funcionarios) están en condiciones de pagar lo mismo por menos. Supongamos que es posible, admitamos que trabajando menos mejorarán nuestra sanidad, nuestra educación y nuestro bienestar material e intelectual. Centrémonos únicamente en esas veinticuatro horas de ocio que el señor Errejón quiere brindarnos.
¿Para hacer qué? Ha trabajado uno desde niño (sí, como los de Dickens), sigo trabajando y me gustaría acabar, como Cervantes, escribiendo “con el pie en el estribo” (y, ah, si además se pareciese al prólogo del Persiles). Son muchos (en Japón casi todos) los que pagarían por trabajar, gentes a las que si les acompañara la salud no querrían jubilarse nunca... El poeta Juan Ramón Jiménez habló del “trabajo gustoso” y Eugenio d’Ors de “la obra bien hecha”. En estas dos frases queda resumido el gran proyecto humano, volviendo del revés la enconada maldición bíblica: ganarse el pan sin derramar una sola gota de sudor, bien al contrario, haciendo del trabajo algo tan fácil y gustoso que las horas dedicadas a él nos parezcan pocas, incluidas las del amor, que es, como sabemos, todo menos un pasatiempo.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 10 de noviembre de 2019]
Dejemos de lado si tal medida es o no viable. Yo no lo sé, yo no he estudiado esa compleja ciencia que analiza y pronostica los flujos monetarios, mercancías y bienes de consumo, y si un hombre docto como Errejón asegura que ha encontrado la piedra filosofal, no tenemos por qué no creerle. ¿No fue ese el secreto de Hugo Chávez, no ya subsidiar a todo el mundo, sino la de vender duros a cuatro pesetas? Cierto que los duros se le acabaron pronto a su admirado comandante, y arruinó Venezuela, pero esa es otra historia. Ni siquiera querría uno saber ahora si los patronos (y el Estado, en el caso de los funcionarios) están en condiciones de pagar lo mismo por menos. Supongamos que es posible, admitamos que trabajando menos mejorarán nuestra sanidad, nuestra educación y nuestro bienestar material e intelectual. Centrémonos únicamente en esas veinticuatro horas de ocio que el señor Errejón quiere brindarnos.
¿Para hacer qué? Ha trabajado uno desde niño (sí, como los de Dickens), sigo trabajando y me gustaría acabar, como Cervantes, escribiendo “con el pie en el estribo” (y, ah, si además se pareciese al prólogo del Persiles). Son muchos (en Japón casi todos) los que pagarían por trabajar, gentes a las que si les acompañara la salud no querrían jubilarse nunca... El poeta Juan Ramón Jiménez habló del “trabajo gustoso” y Eugenio d’Ors de “la obra bien hecha”. En estas dos frases queda resumido el gran proyecto humano, volviendo del revés la enconada maldición bíblica: ganarse el pan sin derramar una sola gota de sudor, bien al contrario, haciendo del trabajo algo tan fácil y gustoso que las horas dedicadas a él nos parezcan pocas, incluidas las del amor, que es, como sabemos, todo menos un pasatiempo.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 10 de noviembre de 2019]
Published on November 10, 2019 23:50
November 9, 2019
Mañana y Sabed que pervivo
https://www.elmundo.es/opinion/2019/11/09/5dc5bd49fdddff981a8b45f4.html
Sabed que pervivoJORGE BUSTOS
JORGE BUSTOSSábado, 9 noviembre 2019 - 02:15Compartir en FacebookCompartir en TwitterEnviar por emailVer 7 comentariosEs en este grave instante español cuando el liberal se levanta del sofá para comunicar a los expertos la noticia de su existencia
JOSÉ MANUEL VIDAL / EFEEl jueves me llamó Elvira Roca y me razonó lo que pasa con Ciudadanos. "Su votante no es como el de los demás partidos, que tienen clientela fija. Al votante de Cs lo tienes que convencer en cada elección". Si Elvira está en lo cierto, todos los males de Rivera proceden de su éxito de abril, cuando recibió demasiados votos prestados que lo empujaron a ser quien no debía. Desde septiembre ocupa su posición original, pero nadie regresa indemne a Ítaca, si regresa. ¿Se dará cuenta a tiempo el votante de que Cs es mucho más importante que Albert Rivera y de que ha de votar al segundo para proteger lo primero? Sin una sigla que aspire a la representación de la idea liberal, España se precipita a la reedición de su peor pasado. No se trata de salvar al general malherido, sino de mantener en pie el estandarte del centro en un país amenazado por tal grado de sectarismo que por momentos se vuelve irrespirable.El liberalismo es un credo delgado, una temperatura moral antes que una ideología, una doctrina tan modesta que en su ideario incluye la disposición a entenderse con el que piensa de otro modo. Su único principio inamovible es la aversión al dogmatismo tribal y el recelo del poder no sometido a la ley que a todos nos iguala. Al verdadero liberal se le conoce porque sabe revisar sus posiciones y asume el precio electoral de todo pacto porque ese es el privilegio del coraje. Por eso, de cuantos errores ha cometido Rivera hay uno del que puede estar orgulloso: la acusación de veleta por levantar vetos. Llamar veleta a un centrista no es más que la forma que tienen los erizos de llorar por no ser zorros. Y gritar consignas testosterónicas no revela más valor sino menos inteligencia. La moderación exige una sosegada seguridad en uno mismo desde la que abrazar el mundo, que nunca se detiene, mientras que la aparente firmeza del fanático solo esconde el miedo infantil a lo desconocido. La voz más alta suele pertenecer a quienes más paralizados están por el pánico a lo nuevo o lo distinto, aunque esos paralíticos intelectuales en España han pasado demasiadas veces por hidalgos de mucha honra.Hay razones prácticas para votar mañana a Cs: es el único partido que puede poner límites a Sánchez y evitar a la vez que el alma del PP sea canibalizada por Vox. Si Cs se desploma, el bloqueo es seguro. Todos sentimos que el ambiente se enrarece día día, que a un extremismo contesta otro extremismo. Pero es en este grave instante español cuando el liberal une a la cabeza el corazón. Y por muy decepcionado que esté o muy deprimido que lo quieran, oye las campanas que doblan a muerto y se levanta del sofá, serenamente, para comunicar a los expertos la noticia de su silenciada existencia. «Sabed pese a todo que pervivo. Y que España será también lo que yo diga».
MañanaEn estas elecciones, apoyemos a los que expliquen cómo pagaremos lo que necesitamos sin crear desigualdades entre españoles y sin desfondar el país
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FERNANDO SAVATER9 NOV 2019 - 00:00 CET
Albert Rivera, el pasado miércoles durante su intervención en un acto con simpatizantes a bordo de un barco en Sevilla. PACO PUENTES
Despierten las almas dormidas y sobre todo las anestesiadas. Las elecciones de mañana no van de amigos o adversarios de Franco, que por mucho que insistan los rentabilizadores de tumbas no tiene intención de volver. Tampoco tratan de izquierdas generosas y derechas cicateras, amigas de los privilegiados. Fíjense un poco y verán que no faltan privilegiados de izquierdas en el mundillo cultural, en los medios de comunicación, en los puestos de gestión que nunca cambian de manos y sobre todo entre los aprovechateguis que proclaman identidades maltratadas para subvencionarse mejor. Ni por supuesto consisten en votar a quienes prometen más de lo que sea sino en apoyar a los que expliquen cómo pagaremos lo que necesitamos sin crear desigualdades entre españoles y sin desfondar el país para nuestro futuro europeo. Lo más urgente es frenar con decisión política y legal a los que pretenden descuartizar el Estado para expoliar a los compatriotas de sus derechos y apropiarse en exclusiva de lo que han conseguido gracias al esfuerzo de todos y ahora quieren disfrutar solos.
Sigo pensando que, entre los partidos constitucionalistas (o sea, que no solo soportan la Constitución por imposición legal sino que la defienden por convicción política), Cs continúa siendo necesario. Ahora han decretado que está a la baja quienes profetizan de acuerdo con sus deseos hasta lograr que se cumplan. Lo mismo hicieron en su día con UPyD, limpia y precursora, a la que los mensajeros del bipartidismo (es decir, la mayoría de los comunicadores) declararon ya descartada para que finalmente lo fuera. Pero hay un índice que no falla y marca lo recomendable: la animadversión preferente que tienen a Cs los nacionalistas de todas las latitudes y el lumpen de izquierdas y derechas. Por sus enemigos les conoceréis...
Sabed que pervivoJORGE BUSTOS
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MañanaEn estas elecciones, apoyemos a los que expliquen cómo pagaremos lo que necesitamos sin crear desigualdades entre españoles y sin desfondar el país
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FERNANDO SAVATER9 NOV 2019 - 00:00 CET

Despierten las almas dormidas y sobre todo las anestesiadas. Las elecciones de mañana no van de amigos o adversarios de Franco, que por mucho que insistan los rentabilizadores de tumbas no tiene intención de volver. Tampoco tratan de izquierdas generosas y derechas cicateras, amigas de los privilegiados. Fíjense un poco y verán que no faltan privilegiados de izquierdas en el mundillo cultural, en los medios de comunicación, en los puestos de gestión que nunca cambian de manos y sobre todo entre los aprovechateguis que proclaman identidades maltratadas para subvencionarse mejor. Ni por supuesto consisten en votar a quienes prometen más de lo que sea sino en apoyar a los que expliquen cómo pagaremos lo que necesitamos sin crear desigualdades entre españoles y sin desfondar el país para nuestro futuro europeo. Lo más urgente es frenar con decisión política y legal a los que pretenden descuartizar el Estado para expoliar a los compatriotas de sus derechos y apropiarse en exclusiva de lo que han conseguido gracias al esfuerzo de todos y ahora quieren disfrutar solos.
Sigo pensando que, entre los partidos constitucionalistas (o sea, que no solo soportan la Constitución por imposición legal sino que la defienden por convicción política), Cs continúa siendo necesario. Ahora han decretado que está a la baja quienes profetizan de acuerdo con sus deseos hasta lograr que se cumplan. Lo mismo hicieron en su día con UPyD, limpia y precursora, a la que los mensajeros del bipartidismo (es decir, la mayoría de los comunicadores) declararon ya descartada para que finalmente lo fuera. Pero hay un índice que no falla y marca lo recomendable: la animadversión preferente que tienen a Cs los nacionalistas de todas las latitudes y el lumpen de izquierdas y derechas. Por sus enemigos les conoceréis...
Published on November 09, 2019 01:58
November 3, 2019
Cinco minutos
SON tres de los títulos que más me gustan de la literatura española. Dos son libros de Eugenio d’Ors y el otro de Guilermo Díaz-Paja. El arte de quedarse solo, de Díaz-Plaja, parece un preludio para los de d’Ors: Cuando ya esté tranquilo y Cinco minutos de silencio. Los tres hablan de la vida, de todo y de nada, de esto y de aquello, más que Contra esto y aquello, título estupendo también de Unamuno. Si nos dieran cinco minutos de silencio legítimo, creo que sería suficiente. Cualquiera de estas tres cosas, soledad, calma y silencio, serían magníficos puntos de apoyo para mover el mundo, si poseyéramos además la palanca necesaria, que no puede ser otra que la voluntad de poder.
En Una leve exageración, el último libro de Adam Zagajewski publicado en España, cuenta algo enternecedor de su padre. Al parecer este se dedicó a lo largo de su vida a despreocupar a su madre, con tendencia al pesimismo. El 1 de septiembre de 1939 sus padres vivían en Varsovia. Cuando empezaron a caer sobre la ciudad las primeras bombas que iniciaban la invasión de Polonia y la segunda guerra mundial, el padre del poeta trató de restarle importancia al hecho: «Tú tranquila, son maniobras, no va a haber ninguna guerra». «Mi padre», añade Zagajewski, «le regaló a mi madre un cuarto de hora de paz, prolongó especialmente para ella durante quince minutos el período de entreguerras». Esa es la razón por la que las orquestas de los Titanic que en el mundo ha habido, hay y habrá cuentan con tantas simpatías: hay muchos, demasiados, dispuestos a darlo todo por un cuarto de hora más de tranquilidad.
Los informes son inquietantes: continentes helados hundiéndose en el mar a la vista de todos, miles de especies animales que se extinguen, antes incluso, algunas, de que hubieran podido ser catalogadas, extenuación de los veneros de agua potable y millones de pájaros que dejan vacíos nuestros cielos como cuartillas en blanco... Sólo en España han desaparecido en los últimos veinte años diez millones de golondrinas. Durante un momento estos pensamientos cruzan mi frente como el vuelo de una golondrina estival. Dejo la lectura. Miro al vacío. Al poco, devuelvo los ojos a la lectura. Y como quiero, necesito, exijo cinco minutos de silencio, repito de una manera sarcástica y cínica: es todo una leve exageración.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 3 de noviembre de 2019]
En Una leve exageración, el último libro de Adam Zagajewski publicado en España, cuenta algo enternecedor de su padre. Al parecer este se dedicó a lo largo de su vida a despreocupar a su madre, con tendencia al pesimismo. El 1 de septiembre de 1939 sus padres vivían en Varsovia. Cuando empezaron a caer sobre la ciudad las primeras bombas que iniciaban la invasión de Polonia y la segunda guerra mundial, el padre del poeta trató de restarle importancia al hecho: «Tú tranquila, son maniobras, no va a haber ninguna guerra». «Mi padre», añade Zagajewski, «le regaló a mi madre un cuarto de hora de paz, prolongó especialmente para ella durante quince minutos el período de entreguerras». Esa es la razón por la que las orquestas de los Titanic que en el mundo ha habido, hay y habrá cuentan con tantas simpatías: hay muchos, demasiados, dispuestos a darlo todo por un cuarto de hora más de tranquilidad.
Los informes son inquietantes: continentes helados hundiéndose en el mar a la vista de todos, miles de especies animales que se extinguen, antes incluso, algunas, de que hubieran podido ser catalogadas, extenuación de los veneros de agua potable y millones de pájaros que dejan vacíos nuestros cielos como cuartillas en blanco... Sólo en España han desaparecido en los últimos veinte años diez millones de golondrinas. Durante un momento estos pensamientos cruzan mi frente como el vuelo de una golondrina estival. Dejo la lectura. Miro al vacío. Al poco, devuelvo los ojos a la lectura. Y como quiero, necesito, exijo cinco minutos de silencio, repito de una manera sarcástica y cínica: es todo una leve exageración.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 3 de noviembre de 2019]
Published on November 03, 2019 02:40
October 30, 2019
La maté porque era mía
ESTA es la imagen: han llevado el buque, un gran trasatlántico, contra el muelle. Lejos de aminorar la marcha cuando se estaban aproximando, lo han acelerado. Habían prometido a quienes viajaban en él que a medida que llegaran a tierra el barco saldría volando: ¿quién puede juzgar un sueño? Necesitaban la aceleración para un despegue espectacular, sin precedentes: «Apreteu, apreteu!», o sea, «¡A toda máquina!». Naturalmente el barco se empotró contra el cemento, embistiéndolo con furia de cabra hispánica, pero pese a los desperfectos en proa y casco, el buque sigue a flote. Algunos han pedido al capitán que suelte el timón para llevar el barco a astilleros y repararlo, pero él y la oficialidad, incluso parte de la marinería, han declarado que si no vuela, ya sólo sirve hundirlo. Y en eso andan metidos ahora, intentando barrenarlo para llevarlo al fondo, mientas cantan a coro aquellas palabras que pronunció Giménez Caballero al entrar con las tropas de Franco en Barcelona: «¿Cataluña? La maté porque era mía».
Published on October 30, 2019 03:15
October 28, 2019
Con la peña hemos topado
La última película de Alejandro Amenábar ha recordado a quienes no lo frecuentan el nombre de don Miguel de Unamuno. Trata del archiconocido enfrentamiento entre Unamuno y Millán Astray, fundador de la Legión. ¿Dijo o no Unamuno «Venceréis pero no convenceréis»? La controversia es bastante bizantina. Según los testimonios de los testigos presentes, lo que dijo Unamuno iba en el sentido que sugieren los verbos vencer y convencer cuando van juntos. Una de las frases más conocidas del Quijote, «con la iglesia hemos topado, Sancho», se cita siempre mal, porque lo que Cervantes escribió fue «con la iglesia hemos dado». Cuando alguien me reprochó haber traducido el Quijote al castellano actual, le recordé que el primer traductor del Quijote había sido el pueblo, cambiando ese dado, arcaico y anfibológico, por un más corriente y natural topado. Y nosotros acabamos de toparnos con la peña de comediantes.
La peña de los comediantes, como se les llamaba en época de Cervantes, ha tenido siempre un fino instinto de supervivencia, desde Lola Flores a Alaska y los Pegamoides, como bien retrató Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte. Obligados tantas veces a sobrevivir, los cómicos han aprendido a pensar a salto de mata y a distinguir sin asomo de duda una pegatina donde pone «No a la guerra» de otra que pone «No a Eta» y saber cuál de las dos es conveniente pegarse en el esmoquin durante la ceremonia de gala del Festival de San Sebastián en «los años de plomo». «La España actual es la que ideó Franco», acaba de soltar Amenábar en una entrevista, promocionando su película. El día del orgullo gay y los matrimonios homosexuales, el aborto, el divorcio, la Constitución del 78, la sanidad y la enseñanza para todos, la libertad de expresión y manifestación... exactamente lo que ideó Franco para una España que dejó atada y bien atada. Tampoco Elejalde ha querido dejar atrás a su jefe y lo ha sobrepasado por elevación, declarando que «en los últimos 83 años en España no nos hemos movido». ¿Seguro? ¿Nada? ¿Seguimos como en 1936? Qué sé yo... En la peña de comediantes se aman los gestos y molinetes, la retórica y las grandes frases, como aquella que don Latino le dijo a Max Estrella en un diálogo inmortal de Luces de bohemia: «Max, no te pongas estupendo».
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 27 de octubre de 2019]
La peña de los comediantes, como se les llamaba en época de Cervantes, ha tenido siempre un fino instinto de supervivencia, desde Lola Flores a Alaska y los Pegamoides, como bien retrató Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte. Obligados tantas veces a sobrevivir, los cómicos han aprendido a pensar a salto de mata y a distinguir sin asomo de duda una pegatina donde pone «No a la guerra» de otra que pone «No a Eta» y saber cuál de las dos es conveniente pegarse en el esmoquin durante la ceremonia de gala del Festival de San Sebastián en «los años de plomo». «La España actual es la que ideó Franco», acaba de soltar Amenábar en una entrevista, promocionando su película. El día del orgullo gay y los matrimonios homosexuales, el aborto, el divorcio, la Constitución del 78, la sanidad y la enseñanza para todos, la libertad de expresión y manifestación... exactamente lo que ideó Franco para una España que dejó atada y bien atada. Tampoco Elejalde ha querido dejar atrás a su jefe y lo ha sobrepasado por elevación, declarando que «en los últimos 83 años en España no nos hemos movido». ¿Seguro? ¿Nada? ¿Seguimos como en 1936? Qué sé yo... En la peña de comediantes se aman los gestos y molinetes, la retórica y las grandes frases, como aquella que don Latino le dijo a Max Estrella en un diálogo inmortal de Luces de bohemia: «Max, no te pongas estupendo».
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 27 de octubre de 2019]
Published on October 28, 2019 01:47
October 24, 2019
De bibliotecas
“Poco y de poco valor es lo que yo puedo aportar a este asunto, porque nunca he frecuentado las bibliotecas, como no sea la mía propia, muy deficiente e incompleta como se puede imaginar cualquiera. Para mí la biblioteca es principalmente un lugar de trabajo, y el mío está en mi propia casa. He contado con la ventaja de interesarme por asuntos, autores y libros poco solicitados o a trasmano, de modo que me ha resultado más sencillo comprar los libros en el Rastro o en las librerías de viejo, mucho más visitadas por mí que las de nuevo, y por las mismas razones. Por lo general muchos de los libros que me interesan hubo un tiempo en que ni siquiera estaban en las bibliotecas, de modo que hubiera sido otra vez más una pérdida de tiempo ir a buscarlos allí. Pero hay otra razón para no frecuentar en mi caso las bibliotecas: me distraigo mucho. En general me gustan más las gentes que los libros, y aunque espero menos de las gentes que de los libros, estoy convencido de que en una biblioteca me pasaría todo el rato mirando a esta y aquella, al vecino, al bedel. Yo para leer, si no es el periódico, necesito estar solo, y aún así tampoco soy de mucho leer. A mi edad es cosa sabida que somos más de releer, y esos libros ya los tiene uno a mano. Un día fui a una biblioteca a dar una conferencia y la bibliotecaria por ser amable me sacó unos ejemplares de unos libros míos para que los dedicara; algunos estaban tremendos, sucios, rotos, pegajosos, no se cómo nadie podía leer en ellos, y me di cuenta entonces de los pocos medios que tienen las bibliotecas y de que los lectores se merecen más respeto, y que los libros son como la ropa, visten un sueño y no los podemos tener hechos un andrajo”.
[Publicado en El Cultural en un reportaje más amplio sobre ese asunto]
[Publicado en El Cultural en un reportaje más amplio sobre ese asunto]
Published on October 24, 2019 02:33
October 14, 2019
Monumentos de amor
ASÍ llamó el poeta Juan Ramón Jiménez al libro que pensaba dedicar a Zenobia Camprubí, su mujer y la mujer de su vida, Monumento de amor: cartas, poemas, retratos y fotografías, evocaciones... Ninguno de los dos pudo verlo publicado. Murió ella de un cáncer voraz en 1956, después de cuarentaitrés años de matrimonio, y un año y medio más tarde, desquiciado por el dolor y la vida, murió el poeta. El libro apareció al poco tiempo, en 1959. No llega a cien páginas. La segunda edición, que se publicó en 2017, pasa de las mil doscientas. En algún momento, y muerta ya la que fue mujer, amante, madre, hija, hermana, Juan Ramón redactó la dedicatoria que pensó poner al frente de su obra: «A Zenobia de mi alma, este último recuerdo de su Juan Ramón, que la adoró como a la mujer más completa del mundo, y no pudo hacerla feliz». No era verdad. Si hubiera leído los diarios que Zenobia dejó inéditos, habría visto cuán errado anduvo en eso: Zenobia, que lo adoraba, fue feliz a su lado, y de qué modo.
Ha recordado uno toda esta historia al leer ahora La peor parte, de Fernando Savater, que este dedica a Sara Torres. Lo ha subtitulado «Memorias de amor». Al morir ella, también de un cáncer devastador, Savater se ha quedado a la deriva, azotado por la pena más honda y a menudo sintiéndose culpable por no haberla acompañado en ese «amor constante más allá de la muerte» que es todo verdadero amor. Y añade: ahora lo sé, cuando era amado era fuerte y amaba porque era alegre, y la muerte de la persona amada es el fin de la alegría. Una pena observada es el título del libro que C.S.Lewis escribió en un trance parecido, pero el de Savater no es la historia de una pena, ni una pena observada, sino una historia de amor emocionante, desgarradora a veces y verdadera siempre. Se la cuenta a ella, sólo a ella, por hacerla real, quiero decir, por devolverse a la vida, y deja que nosotros estemos presentes en ese darle vueltas en la cabeza y el corazón una y mil veces sin acabar de comprender tanto naufragio. Lean este libro, esperanzador en medio de todo: si alguien ama así, el mundo está salvado. A los que sufren desamor, les consolará, y los hapyy few agradecerán que se les recuerde que son tanto más privilegiados cuanto más frágil es ese don de amar y ser amados, el único don que cuenta.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 13 de octubre de 2019]
Ha recordado uno toda esta historia al leer ahora La peor parte, de Fernando Savater, que este dedica a Sara Torres. Lo ha subtitulado «Memorias de amor». Al morir ella, también de un cáncer devastador, Savater se ha quedado a la deriva, azotado por la pena más honda y a menudo sintiéndose culpable por no haberla acompañado en ese «amor constante más allá de la muerte» que es todo verdadero amor. Y añade: ahora lo sé, cuando era amado era fuerte y amaba porque era alegre, y la muerte de la persona amada es el fin de la alegría. Una pena observada es el título del libro que C.S.Lewis escribió en un trance parecido, pero el de Savater no es la historia de una pena, ni una pena observada, sino una historia de amor emocionante, desgarradora a veces y verdadera siempre. Se la cuenta a ella, sólo a ella, por hacerla real, quiero decir, por devolverse a la vida, y deja que nosotros estemos presentes en ese darle vueltas en la cabeza y el corazón una y mil veces sin acabar de comprender tanto naufragio. Lean este libro, esperanzador en medio de todo: si alguien ama así, el mundo está salvado. A los que sufren desamor, les consolará, y los hapyy few agradecerán que se les recuerde que son tanto más privilegiados cuanto más frágil es ese don de amar y ser amados, el único don que cuenta.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 13 de octubre de 2019]
Published on October 14, 2019 00:07
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