Kobda Rocha's Blog, page 2

October 20, 2020

3 poemas de Diana del Ángel

(Clasificación A // Rated A)
Primer beso
Ya me chupó el Diablo, mamá,ya tengo la cara rota y el estómago encharcado,ya sentí su aliento mugrey no podré quitármelo ni con zote ni con cloro;ya mi beso sabrá siempre a la baba de su lengua.
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Flor de lis
Cansada de la esperasin sol ni lluviaflorezco para mí.
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Hojalateros
Es cierto que beben. También es cierto que hablan de las mujeres como cosas, cosas que no han tenido, hay que decirlo, como un auto o una casa. Y la verdad es que es más fácil tener una mujer, aunque pobre, que una casa o un auto, aunque pobres. Tener una mujer pobre aunque sea cinco minutos, tal vez dos; tenerse en ella un momento y en tenerse en ella tenerse un poco a sí mismos o hacerse a la idea de que se tienen porque también es muy cierto que ellos no se tienen; no lo saben pero lo sienten o, más bien, no se sienten. Se sientan, eso sí, en la banqueta y escuchan en una grabadora música triste. De por sí es triste, se sabe, oír la música del acordeón pero es más triste si habla de traición o desamor o muerte, y es más triste si además se la escucha en la banqueta donde todo mundo oye y puede saber y escribir o inventar que llevas una triste vida en ti, en medio de tus pantalones grasientos, entre los callos de tus manos. Y es que es una creencia popular que ellos sienten que la calle es suya; que por eso gritan y viven allí, sin pena ni gloria, más sin gloria... quién sabe. La calle es de quien la ocupa pero ellos sólo alcanzan a ocupar una esquina y ésa sí, podría decirse casi con certeza, que es suya. Y desde ahí miran a las mujeres como cosas, a las casas como inalcanzables y a los autos como empleos.
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Published on October 20, 2020 12:15

July 10, 2020

Cuatro grandes, enormes, sublimes...

(Clasificación A // Rated A)
La desesperación José de Espronceda 
Me gusta ver el cielo con negros nubarrones
y oír los aquilones horrísonos bramar.
Me gusta ver la noche sin luna y sin estrellas,
y sólo las centellas la tierra iluminar.
Me agrada un cementerio de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno, que impida el respirar;
y allí un sepulturero de tétrica mirada
con mano despiadada los cráneos machacar.
Me alegra ver la bomba caer mansa del cielo
e inmóvil en el suelo, sin mecha al parecer,
y luego embravecida que estalla y que se agita
y rayos mil vomita y muertos por doquier.
Que el trueno me despierte con su ronco estampido
y al mundo adormecido lo haga estremecer,
que rayos cada instante caigan sobre él sin cuento,
que se hunda el firmamento me gusta mucho ver.
La llama de un incendio que corra devorando
y muertos apilando quisiera yo encender;
tostarse allí un anciano, volverse todo tea,
y oír cómo chirrea. ¡Qué gusto! ¡Qué placer!
Me encanta una campiña de nieve tapizada,
de flores despojada, sin fruto, sin verdor,
ni pájaros que canten, ni sol haya que alumbre,
y sólo se vislumbre la muerte en derredor.
Allá, en sombrío monte, solar desmantelado,
me place en sumo grado la luna al reflejar,
moverse las veletas con áspero chirrido
igual al alarido que anuncia el expirar.
Me gusta que al averno lleven a los mortales
y allí todos los males les hagan padecer:
les abran las entrañas, les rasguen los tendones,
rompan sus corazones sin de ayes caso hacer.
Insólita avenida que inunda fértil vega
de cumbre en cumbre llega y arrasa por doquier,
se lleva los ganados y las vides sin pausa
y estragos miles causa. ¡Qué gusto! ¡Qué placer!
Las voces y las risas, el juego, las botellas,
en torno de las bellas alegres apurar,
y en sus lascivas bocas, con voluptuoso halago,
un beso a cada trago alegres estampar.
Romper después las copas, los platos, las barajas,
y abiertas las navajas, buscando el corazón;
oír luego los brindis, mezclados con quejidos
que lanzan los heridos en llanto y confusión.
Me alegra oír al uno pedir a gritos vino,
mientras que su vecino se cae en un rincón;
y que otros, ya borrachos, en trino desusado,
canten al dios vedado impúdica canción.
Me agradan las queridas tendidas en los lechos,
sin chales en los pechos y flojo el cinturón,
mostrando sus encantos, sin orden el cabello,
al aire el muslo bello… ¡Qué gozo! ¡Qué ilusión!  
 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Lamentos de un ciego Don Juan Rico y Amat 
Siempre en tinieblas como en noche oscura, triste, dudoso y ciego el corazón; nunca logra por más que lo procura el ánima halagar con la ilusión. 
Siempre llorando y siempre padeciendo, combatido de penas y de afán, mis dulces esperanzas van muriendo al tiempo mismo que naciendo van. 
Mi alma se contempla apasionada, hace esfuerzos en vano por romper esa cadena con que está cerrada la magnífica puerta del placer. 
Los ojos sirven de cristal al alma por donde ve la dicha mundanal, y pierde su ilusión, pierde su calma, cuando mira empañado su cristal; 
mas piensa que es de noche y su esperanza aguarda ansiosa al refulgente sol, pero es inútil, pues ni a ver alcanza del alba pura el nítido arrebol. 
Nunca han visto mis ojos esa hoguera que llaman sol los hombres que la ven. Sólo siento su fuego, mas quisiera la luz que arroja recoger también. 
Pasa la noche y al nacer el día busco anhelante el sol que nunca vi, mas no lo puedo hallar en mi agonía porque es la noche eterna para mí. 
¡Oh, si pudiese descorrer el velo que me oculta del mundo su ilusión...! Pero es de hierro y en su triste anhelo no lo puede rasgar el corazón. 
Toda mi vida y mi esperanza diera por un instante sólo superar tan compacta y altísima barrera y a ese mundo una vez poder mirar. 
Es harto débil el poder humano y este candado eterno habrá de ser; sólo de dios la omnipotente mano esta venda fatal podrá romper. 
Si ha de estar para mí siempre cerrada la puerta del placer y la ilusión, no necesito el alma para nada y ha sido inútil darme corazón. 

  - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
La crueldad de los malditos Paulina Dávila Velázquez 
Yo soy el libro sin voz ante esta verborrea contaminada. Salpico en la herida rastros de memorias tercas. Murciélago deshecho mi sangre... Perpetrador de falacias, ven a corromperme el hígado en esta recitación de poesía. 
Pasos que pasean, hielo que cae, huellas en el agua, suicidio renacido. 
Mis cenizas ensangrentadas llueven en la arena. ¿Qué voz tiene mi padre? Una bofetada dulce. 
Dios, ¿por qué me pesas? ¿Por qué me miran tus culposos ojos? 
Porque bebimos la sangre y comimos la carne. Dios de caníbales. Pasadas pesadas pesadillas. 
La víbora de la mujer, tu sangre; el acoso del cielo, del ojo felino. Muerte cansada, muerto cansancio, cansancio mortal, cansado muero. 
Dios, ¿por qué me entristeces? Cuerpo asesinado, eterno suplicio, vista asesinada, escultura nauseabunda, sonrisas de pútridas heces. 
Dios, ¿por qué me conmueves? Dolorida metáfora enmascarada. Diste tu muerte a quien la rogó. Manual, camino, oído, exilio, pesadumbre, guía de turistas. 
Dios, ¿por qué me tocas? Somos pedazos corrompidos de carne de inocentes. 
Dios, ¿por qué me rozas?   
 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Cansancio Oliverio Girondo 
Y de los repropósitos y reademanes, 
y de los rediálogos idénticamente bostezables, 
y del revés y del derecho, 
y de las vueltas y revueltas, de las marañas y recámaras, de remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios, 
de lo insípido y lo sípido, de lo remucho a lo repoco y lo remenos. 

 Recansado de los recodos y repliegues, de recovecos y refrotes, de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos. 

 Repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje 
y treta terca en tetas y recomienzo erecto y reconcubitedio y reconcubicórneo sin remedio 
y tara vana en ansia de alta resonancia 
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario 
y poro loco 
y parco espasmo enano 
y monstruo torvo sorbo del malogro, y también de lo pornodrástico. 

 Cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos, 
de tanto error errante y queja quena, 
desatino tísico, 
y ufano urbano bípedo hidéfalo, 
escombro caminante por vicio y sino y tipo y libido y oficio. 

 Recansadísimo 
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea 
y de la revirgísima inocencia 
y de los instintitos perversitos 
y de las ideítas tan reputitas 
y de las ideonas tan reputonas 
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias. 

 Desde qué mares padres y lunares mareas de resonancias huecas 
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas. 
Sempiternísimamente archicansado 
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio, 
remeditativo o remetafísico y reartístico típico, 
de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua 
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones, recópulas de sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras. 

 Simplemente cansado del cansancio, 
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento 
y al silencio... 
  - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

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Published on July 10, 2020 09:06

Cinco grandes, enormes, sublimes...

(Clasificación A // Rated A)
La desesperación José de Espronceda 
Me gusta ver el cielo con negros nubarrones y oír los aquilones horrísonos bramar. Me gusta ver la noche sin luna y sin estrellas, y sólo las centellas la tierra iluminar. 
Me agrada un cementerio de muertos bien relleno, manando sangre y cieno, que impida el respirar; y allí un sepulturero de tétrica mirada con mano despiadada los cráneos machacar. 
Me alegra ver la bomba caer mansa del cielo e inmóvil en el suelo, sin mecha al parecer, y luego embravecida que estalla y que se agita y rayos mil vomita y muertos por doquier. 
Que el trueno me despierte con su ronco estampido y al mundo adormecido lo haga estremecer, que rayos cada instante caigan sobre él sin cuento, que se hunda el firmamento me gusta mucho ver. 
La llama de un incendio que corra devorando y muertos apilando quisiera yo encender; tostarse allí un anciano, volverse todo tea, y oír cómo chirrea. ¡Qué gusto! ¡Qué placer! 
Me encanta una campiña de nieve tapizada, de flores despojada, sin fruto, sin verdor, ni pájaros que canten, ni sol haya que alumbre, y sólo se vislumbre la muerte en derredor. 
Allá, en sombrío monte, solar desmantelado, me place en sumo grado la luna al reflejar, moverse las veletas con áspero chirrido igual al alarido que anuncia el expirar. 
Me gusta que al averno lleven a los mortales y allí todos los males les hagan padecer: les abran las entrañas, les rasguen los tendones, rompan sus corazones sin de ayes caso hacer. 
Insólita avenida que inunda fértil vega de cumbre en cumbre llega y arrasa por doquier, se lleva los ganados y las vides sin pausa y estragos miles causa. ¡Qué gusto! ¡Qué placer! 
Las voces y las risas, el juego, las botellas, en torno de las bellas alegres apurar, y en sus lascivas bocas, con voluptuoso halago, un beso a cada trago alegres estampar. 
Romper después las copas, los platos, las barajas, y abiertas las navajas, buscando el corazón; oír luego los brindis, mezclados con quejidos que lanzan los heridos en llanto y confusión. 
Me alegra oír al uno pedir a gritos vino, mientras que su vecino se cae en un rincón; y que otros, ya borrachos, en trino desusado, canten al dios vedado impúdica canción. 
Me agradan las queridas tendidas en los lechos, sin chales en los pechos y flojo el cinturón, mostrando sus encantos, sin orden el cabello, al aire el muslo bello… ¡Qué gozo! ¡Qué ilusión!   
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Lamentos de un ciego Don Juan Rico y Amat 
Siempre en tinieblas como en noche oscura, triste, dudoso y ciego el corazón; nunca logra por más que lo procura el ánima halagar con la ilusión. 
Siempre llorando y siempre padeciendo, combatido de penas y de afán, mis dulces esperanzas van muriendo al tiempo mismo que naciendo van. 
Mi alma se contempla apasionada, hace esfuerzos en vano por romper esa cadena con que está cerrada la magnífica puerta del placer. 
Los ojos sirven de cristal al alma por donde ve la dicha mundanal, y pierde su ilusión, pierde su calma, cuando mira empañado su cristal; 
mas piensa que es de noche y su esperanza aguarda ansiosa al refulgente sol, pero es inútil, pues ni a ver alcanza del alba pura el nítido arrebol. 
Nunca han visto mis ojos esa hoguera que llaman sol los hombres que la ven. Sólo siento su fuego, mas quisiera la luz que arroja recoger también. 
Pasa la noche y al nacer el día busco anhelante el sol que nunca vi, mas no lo puedo hallar en mi agonía porque es la noche eterna para mí. 
¡Oh, si pudiese descorrer el velo que me oculta del mundo su ilusión...! Pero es de hierro y en su triste anhelo no lo puede rasgar el corazón. 
Toda mi vida y mi esperanza diera por un instante sólo superar tan compacta y altísima barrera y a ese mundo una vez poder mirar. 
Es harto débil el poder humano y este candado eterno habrá de ser; sólo de dios la omnipotente mano esta venda fatal podrá romper. 
Si ha de estar para mí siempre cerrada la puerta del placer y la ilusión, no necesito el alma para nada y ha sido inútil darme corazón. 

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La crueldad de los malditos Paulina Dávila Velázquez 
Yo soy el libro sin voz ante esta verborrea contaminada. Salpico en la herida rastros de memorias tercas. Murciélago deshecho mi sangre... Perpetrador de falacias, ven a corromperme el hígado en esta recitación de poesía. 
Pasos que pasean, hielo que cae, huellas en el agua, suicidio renacido. 
Mis cenizas ensangrentadas llueven en la arena. ¿Qué voz tiene mi padre? Una bofetada dulce. 
Dios, ¿por qué me pesas? ¿Por qué me miran tus culposos ojos? 
Porque bebimos la sangre y comimos la carne. Dios de caníbales. Pasadas pesadas pesadillas. 
La víbora de la mujer, tu sangre; el acoso del cielo, del ojo felino. Muerte cansada, muerto cansancio, cansancio mortal, cansado muero. 
Dios, ¿por qué me entristeces? Cuerpo asesinado, eterno suplicio, vista asesinada, escultura nauseabunda, sonrisas de pútridas heces. 
Dios, ¿por qué me conmueves? Dolorida metáfora enmascarada. Diste tu muerte a quien la rogó. Manual, camino, oído, exilio, pesadumbre, guía de turistas. 
Dios, ¿por qué me tocas? Somos pedazos corrompidos de carne de inocentes. 
Dios, ¿por qué me rozas?   
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Cansancio Oliverio Girondo 
Y de los repropósitos y reademanes, de los rediálogos idénticamente bostezables, y del revés y del derecho, y de las vueltas y revueltas, de las marañas y recámaras, de remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios, de lo insípido y lo sípido, de lo remucho a lo repoco y lo remenos.  Recansado de los recodos y repliegues, de recovecos y refrotes, de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos.  Repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje y treta terca en tetas y recomienzo erecto y reconcubitedio y reconcubicórneo sin remedio y tara vana en ansia de alta resonancia y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario y poro loco y parco espasmo enano y monstruo torvo sorbo del malogro, y también de lo pornodrástico.  Cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos, de tanto error errante y queja quena, desatino tísico, y ufano urbano bípedo hidéfalo, escombro caminante por vicio y sino y tipo y libido y oficio.  Recansadísimo de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea y de la revirgísima inocencia y de los instintitos perversitos y de las ideítas tan reputitas y de las ideonas tan reputonas y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias.  Desde qué mares padres y lunares mareas de resonancias huecas y madres playas cálidas de hastío de alas calmas. 
Sempiternísimamente archicansado en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio, remeditativo o remetafísico y reartístico típico, de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones, recópulas de sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras.  Simplemente cansado del cansancio, del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento y al silencio... 
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Himno al dolor Esteban Echeverría 
Devora fiera insaciable, monstruo, o demonio execrable, que avasallas la creación; devora como lo has hecho, si no te hallas satisfecho, con furor aún más deshecho, mi robusto corazón.  Cebe, cebe en mis entrañas, con más rencorosas sañas tu furia el diente voraz; y en ellas continuo asida, como el cáncer a la herida, lo que me resta de vida consuma en su afán tenaz.  Roe, roe; tu constancia no abatirá mi arrogancia, ni mi orgullo tu furor. Nada, nada desconhorta un corazón que conforta alma grande, a quien importa poco, placer, mundo, y amor.  Roe, roe, y en mi seno tu mortífero veneno derrama: no he de gemir; y cual Jacob, sin testigo, contra el ángel enemigo, lucharé firme contigo hasta vencer o morir.  No temas, no, que me espante tu fuerza y poder gigante, aunque frágil caña soy. Mi alma es símil a la roca cuya frente al cielo toca, y la tempestad provoca siendo mañana, lo que hoy.  Hollada la sierpe, vibra su dardo, hiere y se libra del villano pie veloz; o sobre el tigre, enroscando su flexible cuerpo blando lucha incansable, burlando su instinto y saña feroz.  Devora: tu fiero brío yo provoco y desafío armado de mi razón; yo, masa de vil arcilla, yo, flor que un soplo amancilla, trama débil y sencilla, despojo de la creación.  Yo, miserable gusano, luz que alienta efluvio vano, insecto, chispa mortal; yo, menos que un ente aerio, yo, esclavo vil de tu imperio, yo, polvo, nada, misterio... nacido en hora fatal.  Yo te provoco: descarga sobre mí con mano larga tus iras: yo callaré; y sellando como el sabio a toda queja mi labio, cual firme monte a tu agravio inmóvil siempre estaré.  Yo te provoco: dios eres dios terrible que a los seres impones tu dura ley; dios que su furia sedienta con gemidos alimenta, como el oso su cruenta zarpa en indefensa grey.  Dios inexorable y fuerte que divides con la muerte el vasto imperio del mal; desde que el hombre perverso, en oscuro día adverso, fue lanzado al universo del crimen con la señal.  Yo te provoco: al infierno pide su penar eterno, su angustia y noche sin fin; su exquisito sentimiento, el vivaz remordimiento, la congoja y el tormento del soberbio serafín.  Pídele con sus delirios sus indecibles martirios, el hielo y llama voraz; la sed, la rabia y despechos de los más précitos pechos, y aquellos marmóreos lechos do no hay sueño ni solaz.  Pide también a la tierra cuantos dolores encierra, cuanto ha, y debe padecer; y sobre mí con violencia lanza toda su inclemencia: que de mi alma la excelencia no se dejará vencer.  Yo te provoco: cuatro años los tormentos más extraños probaste iracundo en mí; agotando de mi vida, de mi juventud florida la fuente excelsa, que henchida los de un mundo de glorias vi.  Yo te provoco: cuatro años de mil y mil desengaños me hiciste apurar la hiel; y en un Páramo desierto, do todo era negro y yerto, me dejaste al descubierto presa de borrasca cruel.  Yo te provoco: tu mano de mis fatigas temprano la copiosa mies cegó, dejándome los abrojos, para doblar mis enojos, y el recuerdo y los despojos de un tiempo feliz que huyó.  Yo te provoco: ¿qué males, qué ansias o penas fatales me podrán sobrevenir, que no haya firme sufrido? ¿Qué pasión no habré sentido? ¿Qué idea no habré podido grande o noble concebir?  Mi espíritu en su carrera ha recorrido la esfera de lo terrestre y lo ideal; visto su forma desnuda, y sondado sin ayuda los abismos de la duda, del bien, la vida y el mal.  Cuando los otros insanos a pasatiempos livianos el juvenil brío dan; y en el labio la sonrisa, con inquietud indecisa, flores de la vida a prisa deshojando torpes van. 
Mi corazón de tormentas desatadas y violentas sufrido había el rigor; y laso en un solo día, muerto al placer y alegría, dicho, en su congoja, había adiós eterno al amor.  En la edad en que sin tino del error por el camino mueve tropezando el pie la turba insana, y apura, sumida en tiniebla oscura, del placer la copa impura que vacía siempre ve:  ya mi espíritu ambicioso para su ardor generoso buscaba un nuevo manjar; y en sus vuelos soberanos, libre de lazos mundanos, de la creación los arcanos osaba altivo indagar.  Como en un espejo terso, reflejaba el universo sus maravillas en él; nada, nada se encubría a la inteligencia mía, y mi ardiente fantasía era un mágico pincel.  Gloria, gloria era el acento que en el cielo, tierra y viento yo escuchaba resonar; gloria mi pecho exhalaba, gloria durmiendo soñaba, y su fantasma miraba doquier como astro brillar.  Ella me llevara ufano a contemplar del Océano el tempestuoso furor; ella entre cultas naciones a buscar dignas lecciones de graves meditaciones; nuevo alimento a mi ardor.  ¿Dónde se fue tanto sueño, porvenir tan halagüeño, tanta sublime pasión? ¡Dolor impío! Triunfante tu brazo asoló pujante, el edificio gigante, que labrara mi ambición.  Tú agotando, poco a poco, has ido el ardiente foco de luz que mi alma abrigó; y con tu soplo de muerte convirtiendo en masa inerte una edad joven y fuerte, que mil frutos prometió.  ¿Qué esperanza me has dejado, qué idea no has sofocado en mi espíritu al nacer? ¿Qué pasión o sentimiento no me has trocado en tormento? ¿Qué amor o contentamiento en hastío o desplacer?  ¿Qué ilusión o dulce engaño en funesto desengaño? ¿Qué dicha en triste pesar? ¿De qué angustia no has cercado mi corazón desolado? ¿Qué lágrima no has helado en mis ojos al brotar?  Nobles y grandes pasiones, pensamientos y visiones sublimes, gran porvenir; estudio, vigilias largas, siempre fastidiosas cargas para débil cuerpo, amargas horas de oscuro vivir,  y de frío desaliento; 
todo, todo en un momento ¡oh inescrutable Dolor! para mí estéril ha sido, grano en el agua esparcido; y en fuente lo has convertido de despecho y amargor.  ¿Qué aflicción o desventura podrá parecerme dura? ¿Qué puedes robarme ya? ¿Qué placer del mundo activo puede tener atractivo para mi pesar esquivo? ¿Qué llenar mi alma podrá?  Ven, ven ¡oh Dolor terrible! De tu poder invisible haz un nuevo ensayo en mí; verás que una alma arrogante es como el duro diamante, que siempre brilla flamante sin admitir mancha en sí.  Ven ¡oh Dolor! en silencio; ven, pues ya te reverencio como a genio bienhechor, que mueve influjo divino; no cual numen que previno inexorable destino para venganza y terror.  Como animando la tierra el aire impuro destierra con su ardiente rayo el sol; así tú, ¡oh Dolor fecundo! lacerando el cuerpo inmundo, que se ase reptil al mundo, eres del alma el crisol.  Tu intensa llama le aplicas, la limpias y purificas de la escoria material; sublimando la excelencia de su peregrina esencia, hasta darle una potencia divina, excelsa, inmortal. 
Tú pruebas su fortaleza, su constancia y su grandeza en el yunque del sufrir; el triunfo glorificando del que contigo luchando sufre y calla, sofocando de sus huesos el gemir.  Sin tu influjo, el hombre henchido de vanidad, sumergido yace en el mar del placer; y cree en su delirio ufano, cuando se arrastra gusano, tierra y cielo soberano sujetar a su poder.  Ven, que tal vez atesora alguna fibra sonora mi pecho aun lleno de ardor; que a tu inhumana porfía exhalará una armonía capaz de darme alegría, y de vencerte ¡oh Dolor!  Ven luego; que un alma noble firme, incontrastable, inmoble es contra la adversidad; como el Océano sublime que de ley común se exime, y en cuya frente no imprime mancilla el tiempo, ni edad. 




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Published on July 10, 2020 09:06

June 20, 2020

Oraciones

(Clasificación A // Rated A)
Salmo 23
El Señor es mi pastor, nada me faltará.En praderas de delicados pastos me hará descansary conducirá mi alma hacia fuentes de tranquilas aguas.
Aunque camine por el valle de las sombras,no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo.
Tu vara y tu cayado me sostienen.Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida.
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Las letanías de Satán Charles Baudelaire 
Oh tú, el más sabio y el más hermoso de los ángeles, 
dios traicionado por la suerte y privado de toda alabanza, 
príncipe del exilio que padece injusticia  y que, aunque vencido, te levantas más fuerte. 

Tú que lo sabes todo, rey de lo subterráneo, 
familiar curador de la angustia humana. 
Tú que aún a los leprosos y a los parias malditos 
despiertas por amor el gusto al paraíso. 
Oh tú que de la muerte, tu vieja y fiel amante, 
engendras la esperanza. ¡Que loca encantadora! 
Tú que das al proscrito esa mirada, ¡calma!, 
que en torno a un patíbulo condena a todo un pueblo. 

Tú que sabes en qué rincones de tierras envidiadas 
encierra el dios celoso las piedras más preciadas. 
Tú, cuya mirada conoce los profundos arsenales  donde duerme sepultado el pueblo de los metales. 
Tú, cuya larga mano oculta los precipicios  al sonámbulo que camina errante al borde de los edificios. 
Tú que magníficamente suavizas los duros huesos  del borracho empedernido pisado por los caballos. 

Tú que para consolar al hombre frágil que sufre 
nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre. 
Tú que imprimes tu marca, ¡oh, cómplice sutil!,  en la frente de Creso, despiadado y vil. 

Tú que pones en los ojos y en el corazón de las jóvenes 
el culto por las llagas y el amor por los andrajos.  

Báculo de exiliados, lámpara de inventores, 
confesor de colgados y de conspiradores, padre adoptivo de aquellos que en su negra cólera 
arrojó del paraíso terrenal el dios padre. 
¡Gloria y loor a ti, Satán! En las alturas del cielo donde reinaste  y en las profundidades del infierno donde vencido sueñas en silencio, 
haz que mi alma un día, bajo el árbol de la ciencia, cerca de ti repose, 
cuando sobre tu frente, igual que un templo nuevo, esparza su ramaje. 
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Himno a Satán Leopoldo María Panero 
Tú que eres tan solo una herida en la pared  y un rasguño en la frente  que induce suavemente  a la muerte,  
tú ayudas a los débiles mejor que los cristianos,  tú vienes de las estrellas y odias esta tierra  donde moribundos descalzos se dan la mano día tras día  buscando entre la mierda la razón de su vida. 
Yo, que nací del excremento, te amo;  y amo posar sobre tus manos delicadas mis heces. 
Tu símbolo es el ciervo y el mío es la luna. Que caiga la lluvia sobre nuestras faces,  uniéndonos en un abrazo silencioso y vil  en que, como el suicidio, sueño sin ángeles ni mujeres,  desnudo de todo, salvo de tu nombre,  de tus besos en mi ano y de tus caricias sobre mi cabeza. 
Rociaremos con vino, orina y sangre las iglesias,  regalo de los magos;  y debajo del crucifijo  aullaremos. 
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Nocturno Gabriela Mistral 
Padre Nuestro que estás en los cielos, ¿por qué te has olvidado de mí? 

Te acordaste del fruto en febrero al llagarse su pulpa rubí, te acordaste del negro racimo y lo diste al lagar carmesí, arrojaste las hojas del álamo con tu aliento en el aire sutil, has herido las nubes de otoño ¿y no puedes volverte hacia mí? 

Caminando vi abrir las violetas, el falerno del viento bebí, 
he bajado amarillos los párpados por no ver más enero ni abril, 
he apretado la boca anegada de la estrofa que no he de exprimir, 
¡y en el ancho lagar de la muerte aún no vienes mi pecho a oprimir! 

Me negó quien besó mi mejilla, me vendió por la túnica ruin; 
yo en mis versos el rostro con sangre, como tú, sobre el paño le di; 
en la noche del Huerto me han sido Juan cobarde y el Ángel hostil. 
Llevo abierto también mi costado y no quieres mirar hacia mí. 

Ha venido el cansancio infinito a posarse en mis ojos al fin, 
el cansancio del día que muere y el del alba que habrá de venir, 
el cansancio del cielo de estaño, el cansancio del cielo de añil, 
y ya perdido en la noche levanto el clamor aprendido de ti: 

Padre Nuestro que estás en los cielos, ¿por qué te has olvidado de mí!? 




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Published on June 20, 2020 13:24

June 8, 2020

Capital de súper héroes

(Clasificación A // Rated A)
Ahora que están de moda los súper héroes norteamericanos, hay que decirlo, saltan a la vista varias incomodidades y preguntas tales como "¿Existe acaso algún súper héroe mejicano?" o "¿Por qué aun con tantos súper héroes el mundo sigue igual de mal?". No discutiré cuestiones profundas por ahora, en realidad sólo quiero hacer notar un detalle que me pareció extraño: en la cultura del cómic, existe una tendencia a nombrar a los personajes con la misma letra nombre y apellido. No sé si sea una medida económica, un método mercadotécnico o una manipulación psicológica de algún tipo; lo cierto es que sucede y yo no sé por qué, si será acaso una treta maquiavélica de los gringos o sólo una coincidencia... En fin, he aquí una lista con algunos nombres de personajes de cómics que servirá como ejemplo de lo antes establecido:
Archie AndrewsAtom AntAva AyalaBeaky BuzzardBeast BoyBenny the BallBernard BrashearBetty BoopBig BirdBilly BatsonBobby BumpsBoo-Boo BearBruce Banner Bucky Barnes Bugs BunnyBuster BrownBuzz Buzzard Cassandra Cain Choo Choo Claude Cat Cool Cat Count von Count Curt Connors Daffy Duck Daisy Duck Dare Devil  Dee DeeDeputy Dawg Devil Dinosaur  Dick Dastardly Dinah Drake  Dinky Doodle Donald Duck Fancy Fancy Farmer Al Falfa Flip the Frog Frankie Franchetti Fred Flinstone Gabby Gator Gabby Goat Gandy Goose  George Geezil Goopy Geer Great Gonzo Green Goblin Greer Grant Guy Gardner Harold Hamgray Henery Hawk Huckleberry Hound J. Jonah Jameson Jr. Jackie Jokers Jane Jetson Jessica Jones  Jonn Jonzz  Judy Jetson Jughead Jones  Kamala Khan Kate Kane Klark Kent Lana Lang Laurel Lance Lena Luthor Lex Luthor Little Lotta Little Lulu Lois Lane Martian Manhunter Marvin the Martian Matthew Michael Murdok  Mickey Mouse Mighty Mouse Miles Morales  Millie the Model Minnie Mouse Mr. Magoo Olive Oyl Otto Octavius Patchy the Pirate Penelope Pitstop Pepé le Pew Pepper Potts  Pete Puma Peter Parker Peter Petruski  Petunia Pig Pink Panther Playboy Penguin Poopdeck Pappy Porky Pig Pooch the Pup Prince of Power Rachel RothReed Richards Richie Rich Road Runner  Sabrina Spellman Salem Saberhagen Scott Summers  Screwy Squirrel Shropshire Slasher Silver Sable Silver Surfer  Sponge-Bob Square-Pants  Stephen Strange Sue Storm The Thing Tubby Tompkins  Vicki Vale Victor Von-Doom (Doctor Doom) Wade Winston Wilson Wally Walrus Wally West Wellington Wimpy Willie Whopper Winnie Woodpecker Wonder Woman  Woody Woodpecker Zatanna Zatara 
Muy extraño, ¿no? Es en serio desconcertante, de pronto hilarante, pero cuando uno lo ve de fondo ya no parece simple casualidad. Quizá estas palabras exageran de conspiranoia, pero también es interesante detenerse a considerarlo un poco. Lo que es más, el fenómeno no sucede solamente en el nombre de los personajes sino también en el título de los cómics. Una pequeña lista para ejemplificar aquestos devaneos:
Avengers Academy Avengers Arena Avengers Artificial Intelligence Avengers AssembleFantastic Four Guardians of the GalaxyInfamous Iron Man Invincible Iron Man Merrie Melodies Power PlayersSensational Spider Man Sesame Street Silly SymphoniesSpectacular Spider ManSuperhero Squad ShowSuperior Spider Man Teen TitansThimble Theatre Web Warriors Wolverine: Weapon X
¿Y los mejicanos dónde quedaron en toda esta maniobra? Digo, no creo que sea incidental el que en La familia Burrón, el extraterrestre, es decir el personaje que no pertenece al suelo mejicano, el que viene de fuera, el extranjero, se llame Kakiko Kukufate. Bueno, al menos habrá que enorgullecerse de que tenemos un Aarón Abasolo, un Chapulín Colorado, y un Tin Tan. Y también, por supuesto, nadie podrá negar que tenemos al mejor, el que ni todos los súper héroes gabachos juntos podrían vencer: Pedro Páramo.
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Published on June 08, 2020 13:50

April 28, 2020

3 poemas de Luis Paniagua

(Clasificación A // Rated A)
Mi vecina
Mi vecina es malvada. Todos los días, justo a la misma hora que yo elijo, abre las llaves de la ducha. Me hace pensar que conoce mis horarios; me hace pensar en una imagen vaporosa enfrente de un espejo; me hace pensar en una sombra que nace de otro cuerpo pero se pega al mío... Y alguno de los dos, siendo el doppelgänger, monstruosamente repetido en los gestos del hermano inocente, que sin saber engendra el envés de sí mismo.
Mi vecina es siniestra. Todos los días, encima de mí, abre las llaves de la ducha: primero la caliente, luego la fría, y la va regulando hasta encontrar la temperatura exacta que prefiere mi cuerpo, y se ducha conmigo. Yo oigo el agua que cae, que escurre, que forma un remolino y que pasa y que siempre es la misma dado que nos bañamos en el mismo río. Y me hace pensar en un titiritero, un perverso Geppetto que, por encima de mí y con hilos acuosos, controla mis pasos, mis movimientos.
Mi vecina es terrible. Seguro estoy que quien me toca es ella a través de mis manos que tiene dominadas. Me hace pensar, incluso, que ha tomado el control, también, de mi escritura.
Mi vecina es hermosa... y predecible.
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Constancia de vecindad
A veces, cuando no puedo dormir, pongo atención a los ruidos que me quitan el sueño y escucho el ajetreo de mis vecinos: chancletean las pantuflas, barren a deshoras, arrastran improbables objetos contundentes, chirriantes...
En ocasiones pensaba en ellos como en fantasmas: almas en pena que arrastraban tras de sí las invisibles pero sonoras, pero estridentes cadenas de sus culpas.
Ahora prefiero imaginarlos, vivos aún, hechos un manojo de angustia, balando, pues, de miedo, encañonados por implacables, inefables, insensibles, siniestros sicarios, y que esos ruidos no son más que las paletadas rápidas que logran al cavar sus propias tumbas.
Son así, pues, los blancos corderitos que convocan mi sueño. Mas temo que van, desde mi corazón, sin más al matadero.
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Naufragio
Vienes desde muy lejos: desde el sueño a tu cuerpo,de tu cuerpo a la cama,de la cama a esta noche,de esta noche a mi sueñoy me despiertas.
Me sacas del sopor,de la cama caldeada:estás sedienta.
¿Qué desiertos cruzaste?,me pregunto ahuyentandolos mosquitos del sueño.
¿Qué parajes lejanos?,me interrogo en silencio,mientras salgo del cuartoy paso a la cocinapor un vaso de agua.
¿Qué inclementes paisajeso secretos encantoshas dejado atrás tuyopor llegar junto a mídesde tan lejos,sedienta como un náufrago,pero silenciosa,con un enigma adentrocomo el de una botella?

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Published on April 28, 2020 11:20

April 27, 2020

De "El rehilete" de Armando Gutiérrez Méndez

(Clasificación A // Rated A)
El alma de los monstruos
Cuando San Agustín era obispo de Annaba fue a Etiopía con algunos servidores de Cristo para predicar ahí el evangelio, y vio en aquel país muchos hombres sin cabeza que tenían dos ojos grandes en el pecho. San Agustín decide que los monstruos de Etiopía carecen de alma, ya que ésta reside en la cabeza, y por eso no los bautiza. Meses después fue a Egipto y vio en aquel país muchos hombres que tenían dos cabezas. Uno de sus detractores le pregunta si entonces bautizará dos veces a los monstruos de Egipto, ya que al tener dos cabezas tendrán entonces dos almas. San Agustín evita entrar en polémicas escabrosas y se marcha inmediatamente de Egipto sin bautizar a los monstruos. Ya de regreso decide nunca más internarse en las tierras inauditas de África y permanece en Annaba hasta su muerte, donde su fe y su ciencia jamás fueron ya perturbadas.
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El incorpóreo
Se avergonzaba de tener cuerpo, ni en busto ni en retrato permitió que su imagen se reprodujera, no se bañaba y soportaba la enfermedad sin tomar remedio. "Buscar el bienestar del cuerpo --afirmaba-- es no conocerse a sí mismo". Amelio consigna: "Conocimos un cuerpo tapizado de llagas, enjuto, encorvado, torpe en sus movimientos. Tiempo ha que el maestro se había desentendido de ese cascarón". Durante varias ocasiones en su vida, y mediante la purificación y el ejercicio del pensamiento, pudo elevar a sí mismo hasta una compleja y extática unión con lo divino; pero esto duraba muy poco y cuando regresaba descubría con tristeza que el cuerpo seguía ahí, y las úlceras y las pústulas en la piel y las anginas de pecho y la gota y el hambre y el reprimido deseo sexual y el insomnio y el dolor y la hediondez.
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El misterio de las vírgenes locas
Cierto día un taumaturgo fabricó una gigantesca mosca de bronce que permanecía suspendida en el aire y proporcionaba a cuantos la veían pensamientos púdicos. Las mujeres escitas destruyeron la importuna mosca y pregonaron que se entrearían a quien les obsequiara un elefante. Entonces el taumaturgo metió un elefante dentro de una botella, lo entregó a las mujeres y, en lugar de la recompensa amorosa, pidió que le permitieran reconstruir su mosca. Las mujeres, enfurecidas, le arrancaron los ojos y lo hicieron su esclavo. El taumaturgo, no obstante, conservaba sus poderes y se vengó engendrando una plaga de serpientes, luego otra de sanguijuelas, liberó al elefante, que creció tanto que destruyó la ciudad. Hecho esto, el mago se encerró en una esfera de cristal donde no se corrompía la carne. Cuando las mujeres escitas regresaron no lo dejaron salir de ahí, reconstruyeron la ciudad y vivieron felices muchos años, entregadas a los nobles placeres de la carne mientras el mago las contemplaba indolente desde su esfera de pureza.
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Ramera
La mujer que se agranda los ojos con color negro, se engalana con telas azafrán, se coloca redecillas de cobre para sostener ss senos, se encamina a la zona de sepulcros, y, dominada por el prurito sensual y bajo un nombre fingido, se exhibe desnuda, la vulva tensa y fragante de hipómanes, en un cuarto de tapices desgastados y ennegrecidos por el humo de las lámparas, y recibe las caricias de los que entran y les exige la paga, y a falta de hombres, y si el torrente de vino añejo aún empapa su entrepierna, no vacila en someter su culo a un asno, y luego regresa a su casa, ya entrada la noche, llevando en su pelo, en sus manos, en su pecho y en sus piernas, el olor del falerno y la peste del lupanar. Estas mujeres están obligadas a colgar en la puerta de sus casas, a manera de insignia, una rama de laurel rosa.(lex voconia, 169 a.C.)
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Bocavulva
En sus estudios vulvarios, el profesor Pedro Martín Sarmento apunta que la analogía entre la boca y la vulva era tan evidente para los nahuas que al nombrar a esta última usaban el vocablo tepilli, palabra compuesta con las raíces tentli (labios, boca) y pilli (niño, bebé). El pintor flamenco Pedro Hays representa la entrada del infierno como una gran boca velluda y rosada. En forma de una vulva los matabeles veneraban a su diosa Ma; otras representaciones de Ma la describen como una gran boca que se traga a los hombres y luego escupe su sangre. Al final de la casida La mujer galante, el poeta persa Onsiri escribe: "Yo, flor que se abre lasciva, con prurito en la carne, yo vine a darte placer, florida vulva mía, paladarcito inferior mío".
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La cuadratura del círculo
En sus vanos intentos por demostrar cómo el cuadrado se hace igual al círculo, el cosmómetra Paolo Zingarelli delineó un poderoso talismán geométrico con el cual, supuso, sería posible evocar a los ángeles. Algunos años después de haber dado a conocer su talismán, Zingarelli, quizá abrumado por el fracaso del mismo, escribió: "El cielo y sus ángeles son una curva, ¿qué puedo hacer yo, qué pueden hacer los demás hombres, si todos somos una asíntota?" A pesar de todo, en los últimos años de su vida siguió intentando cuadrar el círculo.
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Historia del rabino, la mujer y el sensual
Cierta noche, al entrar en una posada, Josué ben Perajia y su discípulo fueron recibidos por la dueña, una mujer de sonrisa liviana que en el acto les quitó las sandalias, lavó sus pies con perfume y los condujo a la mesa. Josué ben Perajia alabó la fragancia, el mantel blanco y, después de cenar, la comida y el vino. "¿Qué dices tú?", le preguntó a su discípulo. "Rabí --respondió éste--, la mujer tiene hermosos ojos". "¡Malvado! ¿De esto te ocupas?", exclamó el rabino y lo abofeteó. La mujer intercedió por el discípulo y el rabino la llamó viciosa, entonces la mujer tomó un ladrillo y lo arrojó a su cabeza. Esa misma noche, luciendo una venda en la frente, Josué ben Perajia abandonó la posada. La mujer y el discípulo, por su parte, cogieron el ladrillo, lo colocaron encima de la mesa y empezaron a adorarlo.
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La tierra cóncava
Antes de internarse en el Polo Sur, de donde ya no regresaría, el capitán francés Justin Prérogue escribió en su bitácora: "Y declaro que la tierra es cóncava, que el cielo no es infinito, sino circunscrito, que el Sol es un guijarro ignífero situado en el centro de la Tierra, que las estrellas son chinas brillantes que forman parte del gas que llena el interior del globo, que lo que llamamos planetas son pequeñas esferas de piedra, huecas también, y que en el interior de cada una de ellas existe otro mundo, por lo tanto, concluyo que nuestra propia esfera terrestre está contenida dentro de otra más grande, dotada ella misma de un universo particular, y así sucesiva e infinitamente.".

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Published on April 27, 2020 11:18

April 26, 2020

3 poemas de Mónica Suárez

(Clasificación A // Rated A)
Punta sombría
A veces siento que soy cada vezmenos tinta, menos cuerpo, menos ojos abiertosy me caigo.Me resbalo en el lodazal de mi propio laberinto,de mi siempre lamento que gotea.Cansada estoy de mí, de mi triste mueca,de esta palabra grisy del raro olor a muerte que me viste.
Qué ganas de no ser más que palabracarente de memoria y deseo.No sé si quiero rescatarme,si busco salvarme de mí,de la persecución en la memoria,de los días siempre exactos,niebla a niebla,iguales a un no querer comprender que no se miraesta llaga abierta en la pupilaque seguirá abiertapor los latidos infinitos de los días.
Tumbada estoy ahora en estas lágrimas,sobre este vómito herido de palabray no sé si quiero levantarme.
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Incrustada niebla
Yo no sé si es la sombra de viejos paraísosla que congela el ser en indiferencia y frío.A veces nos lamemos como animal heridocicatrices ajadas que dejan los abismos.
Pero no nos miramos, permanecemos solos,incapaces de entregarnos a la espiral del ojoy es como si el infierno que palpita en nosotrosnos dejara desnudos en nuestro propio lodo.
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En la almohada del aire
Qué fácil es mirar al árbol desnudarse,quitarse sin pudor su envejecido trajey abandonarlo así en la almohada del aire.
Por qué no puedo yo quitarme igual la piel marchita,abandonar junto con ella las más graves heridassin que mi cuerpo sangre,sin que me cueste tanta vida.


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Published on April 26, 2020 18:49

February 24, 2020

De "Labranza de amor" de Hugo Ramón García Guzmán

(Clasificación A // Rated A)
Contacto
Contengo en el ambiente por sorpresaal viento en esta noche sublimada,tu sinopsis que se hace de la naday persigue mi ser como una presa.
Contacto en el espacio tu promesade volverte verdad inesperada,voy buscando en la sombra proyectada:tu suave sensación que tengo impresa.
La montaña se mira poderosa,el firmamento en astros se culmina,y presiento tu esencia sigilosa.
Tu existencia me invoca y me trasminay la llevo presente y silenciosacon la luz sideral que me ilumina.
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Inesperada
Mas, delicadamente, aparecisteal encanto de aquella primavera,vestida de crepúsculo viniste,inesperadamente por mi vera.
In promto para mí, aconteciste,como una flor que brota en la pradera,en gotas de frescura floreciste,desprendiendo tu negra cabellera.
Delineó tu figura enamoradala luz del sol que supo que vendrías,para dejarla en mí, pirograbada;
y tomando tus manos en las míascon el temblor de amor de tu mirada,me fundí con tu sangre en agonías.
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Impresiones
Realizo al horizonte tu capturacon la luz que distante se enardeceal sentir en secreto que acontecetu insistencia lejana que perdura.
Tu silueta se plasma en mi estructuraen esta tarde sola que anochece,por el campo silvestre que enmudecey a momentos me grita tu figura.
Tu cuerpo en la montaña lo presientoy me llenas de ti, sin condiciones,cuando tomas de mí cada fragmento.
Se fijan en mi piel tus emociones,percibo tu latir, tu leve aliento,y recorren en mi ser tus impresiones.
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Emociones
Cuando a veces a solas te percibopor el suave entreluz en el poniente,tu figura me llega transparentecomo débil perímetro furtivo.
Te descubro en la nada y te reciborodeada de una atmósfera latente,por el aire te muestras inminentey yo entre mis silencios te concibo.
Cuando quiero escapar de todo ahito,me llegas como el sol en lo intangiblecuando muere la tarde al infinito.
Y se forma tu cuerpo perceptible,y lo siento en el aire circunscritoaunque estés para mí como invisible.
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Licencia
Somos como la luz cuando amanececon los tonos candentes de su lumbre,que va cubriendo en oros de la cumbrehasta el valle despierto que enardece;
como la plenitud que resplandeceal mediodía con radiante encumbre,que se vuelve después en dulcedumbreal crepúsculo sol cuando atardece.
Asteroide fugaz que desconjugala humanidad que sola descompensay el hombre por el hombre se subyuga.
Pero al fin somos sólo una dispensa,un permiso de ser, un tiempo en fuga,una nada minúscula que piensa.
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Published on February 24, 2020 10:19

February 16, 2020

Algunos poemas de Rafael López

(Clasificación A // Rated A)
Ruelas
El diablo, tu divino maestro de dibujo,en tus sueños proclama la virtud de su influjoy mandrágoras cortas con tus manos de brujo.
Y como gran artífice de belleza y gran mago,los cabellos de Ofelia desparrama en tu lagoy en tu claro de Luna crucifica a un endriago.
Y aunque un fauno lascivo se encorva en tu cimera,imitas a Jerónimo: tu querida primeray tu querida última será una calavera.
La inspiración que mueve tu lápiz, digna esde las noches protervas que gozó Gille de Retz,de que Sirenas giman y bailen Salomés.
La ilusión despedaza su divino secretoen el desbordamiento de tu numen concreto,donde tiembla la sombra de un convulso esqueleto.
Taciturna y maligna, tu flotante quimeratiene pechos de esfinge, de mujer la caderay a la flor del acónito huele su cabellera.
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Guadalupe
Guadalupe es el nombre de la virgen indianaque lleva del azteca, como signo de amor,en los ojos, la noche de su negra obsidiana,en la frente, la sombra de su eterno dolor.
Tiene endrino el cabello, cual la muda y arcanaaflicción de esa raza de broncíneo color.Las excelsas mejillas de la faz soberanason dolientes y obscuras cual violetas en flor.
Bajo el áurea diadema, las miradas sombríasbrillan intensamente tristes, dulces y pías,de las densas pestañas en el suelto capuz.
Y los lisos cabellos -luengos mantos de penas-esclavizan la gloria de sus sienes morenascomo el trágico símbolo de esa raza sin luz.
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Voz andrógina
Mixta y cordial dicción la tuyaque no olvidará quien la oyere:vuelta clarín en la aleluyay sollozo en el miserere.
Voz andrógina, de dos sones,favorable para que envuelvala inquietud de los corazonesen su rumor de océano y selva.
Ante el fervor con que interpretasel ensueño de los poetasentre tus labios forastero,
pienso, en viudez de toda calma,con qué gran voz dirás "te quiero"cuando un amor te hiera el alma.
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La mala entraña
Árabe alondra de trazo pagano,en su actitud un anhelo interpreta:desabrochar el collar casquivanoy preguntarle su angustia secreta.
Ama y sufre. Un destino sujetael ademán de la mórbida mano.Casi es sagrada la eximia peinetacomo la mitra del papa romano.
La mala entraña madura sus frutosen la mirada de trágicos lutos.Negras ventanas de los corazones
celosos, notas de muda elegía,flores de bruma, los ojos gachonesmueren en huertos de melancolía.
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Nocturno
Seda obscura sobre sus piernas,qué paradójico ataúd;veo surgir de hondas cisternaslos mástiles de la inquietud.
Rueda en el lánguido sulfatode sus miradas de candor,el puñal del asesinatoentre los juegos del amor.
Cuando los labios sitibundosbeben en su boca feliz,se le adelgaza la narizcomo la de los moribundos.
En el ritmo de su caderapalpitan los flancos del mar,la sangre de la primaveray el dulce veneno lunar.
Aunque limpia de desengañosla joven frente alza inmarchita,parece que tiene mil añoscomo nuestra madre Afrodita.
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Apresúrate
El tiempo pasa jadeante,va corriendo como un lebrel.Apresúrate, caminante,por tener tu gota de miel.
Busca el beso en el labio amante,admira la flor del vergel,escucha al pájaro cantantey prefiere al trigo el laurel.
Y sé como las mariposas,que en las más perfumadas rosasestán a punto de partir.
Goza la vida, sabe todo,que en este gran mundo de lodo,no lo olvides, hay que morir.
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El amor
El amor atraviesa el planodel mundo, haciéndolo temblar.Va en el aire como un milano,como un bandolero en el llanoy como un pirata en el mar.
De perfidia el ojo encubierto,es lazo universal y fiela toda presa en trampa abierto.El amor va por el desiertocomo árabe en su corcel.
El amor en cualquier caminodeja oír su profunda voz.Alegría del peregrinoque juzga cándido al beduinopor lo blanco del albornoz.
El amor medio aventurero,medio cortesano, se vecual un ambiguo caballeroentre gandul y mosquetero,un poco Gravoche y Condé.
Es imposible su añagazabélica de gran capitánarmado de acero y coraza.Pero es más grave la amenazade sus ojuelos de truhán.
Después que la paz de Versallesaliñe al mundo presidiario,pasará el amor por las callescon bonete universitario,
velando sus dientes de loboque un equívoco fulgor cruza,pues bajo su indumento probo,seguirá dedicado al robode la encarnada Caperuza.
El amor lleva en su egoísmouna virtud justa y cabal.Aya del eterno espejismo,Venus vuela sobre el abismocon su sonrisa sideral.
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Cuando en la sombra
Cuando en la sombra taciturnacuajan los focos su alcanfory enciende la fiebre nocturnaVenus, la del fácil amor,
va Scherezada, que prometeun cuento azul en un jardín,con el técnico sonsoneteque sinfoniza su chapín.
Mas en el cuento sólo existeese fruto solemne y tristedonde se finca la desgracia
de Adán y su inquieta costilla,que a veces lleva a la taquillairónica de una farmacia.
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Venus suspensa
Tu presencia en mi sombra se divulgacomo el vuelo de un pájaro escarlatacon el que un pardo atardecer comulga.
Y tu alegría matinal desataun sonoro esplendor sobre mi vida;es una esquila de cristal y plata
que en silencio de muerte sacudidame lleva del pavor del viernes santoal júbilo de la Pascua florida.
Absuelto el corazón de su quebranto,con el hechizo de tu primavera,se agita en rosicler y en amaranto.
Así pinta la nube -pasajeraen el navío ardiente de la aurora-la habitual palidez de su bandera.
El instante de nuevo se avaloracon la esperanza nómade, que el díapugna en fijar al ancla de la hora.
Vuelve el halago de la melodíaque la ilusión maravillada cantaen un crepuscular violín de Hungría.
Un conjuro se gesta en la gargantaa las pupilas de inquietud de ondaque abrió el Maligno en tu perfil de santa.
A la audacia le grito que se esconday a la emoción que siga en su retiro,pues sólo tengo en tu belleza blonda,
un sepulcro de oro a mi suspiroy un sudario de nieve a mi deseo-roto avión en escollos de zafiro.
En un milagro estoy: cuando te veo,se deshace la hora en su segundo,como el relámpago en su centelleo.
Me da la vida su ritmo profundo,la pavesa interior sustenta llamay un insólito abril me embruja el mundo.
Juventud, gracia, amor, es tu anagramaclaro, pero insoluble a mis delirios;quisiera, para descifrar su trama,
ser jardinero, entre dulces martirios,tras cómplice cortina de sonrojosen tu regazo, de rosas y lirios,
sobre tu boca, de jacintos rojos,y tardo Sol de veraniego alarde,demorado en las hiedras de tus ojos.
Y en un palmo de azul, sola tu huella,alivia mi crepúsculo cobarde,cual la paloma de Venus la bella,suspensa en las cornisas de la tarde.
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Published on February 16, 2020 12:32