Irene Maciá's Blog: Un Alma Libre De Mente Inquieta, page 2

February 14, 2022

Un poco de amor propio

Hoy quiero formalizar una decisión que tomé hace varias semanas, pero esta fecha es la mejor paradoja para comprometerse con ella. Y es que para poder sentirme a gusto con los demás, primero debo sentirme bien conmigo misma.

Voy a regalarme un poco de amor propio. No, no me llames egoísta, porque es un gran acto de generosidad.

Ningún hombre será capaz de satisfacer mis posibles complejos de inferioridad, porque si se juzga mi personalidad y el que pueda atraer a los demás, es en base a estereotipos de la sociedad que yo puedo elegir perfectamente si me afectan o no. No voy a dejarme llevar por cualquiera que, sin apenas conocerme, ya me piropea en exceso o se ofrece como un blasfemo Mesías, pues las apariencias son las que más engañan cuando encima las idealizo con mi imaginación, si es que me aún falta información importante. Tampoco debo "probar" con X o con Y, a ver si tengo la suerte de que me toca la lotería: jugar sin seguridad con el desconocido azar, precipita las posibilidades de estrellarse a lo kamikaze. Yo no haré de mamá o de reeducadora con un chico, porque no le volcaré mis carencias y será él quien tenga que cambiar sus imperfecciones si quiere. Si ya lo aborrecía de antes, ahora todavía más: en caso de estar con alguien románticamente, no me precipitaré a convivir con él (y menos, si no llevamos ni un año) porque estamos bien y mandarlo a paseo si nos va mal, o por anteponer mi independencia material utilizando a un hombre como medio y no su amor como fin. Sí: un noviazgo, y más el matrimonio, implican unos compromisos "in crescendo" que no se deben tomar a la ligera. ¿Y qué decir del impulso sexual? No me dejaré llevar por alguien que pretenda engatusarme por esa vía a la primera de cambio. No soy ninguna facilona, y mucho menos una superficial. La soltería es el periodo de meditar si seríamos capaces de asumir algo que no es solo un sentimiento cambiante, sino una decisión firme. Esto implica que, del mismo modo, tampoco pienso ceder a quienes aseguran al 100% que acabaré encontrando pareja (menos, si quienes me lo dicen son los felizmente emparejados), porque tampoco existen garantías de que pueda aparecer. Pero al menos, gracias al amor propio y al no depender de los demás, podría vivir mi hipotética soltería perpetua siendo feliz con lo que soy y lo que hago por mi cuenta. Si yo no le gusto a alguien sanamente como pareja, es sencillamente su problema.

Pero ojo: todo esto que quiero para mí, también lo deseo para ti en la misma cantidad. Tú eres de los que necesitan aprender tanto como yo.

Tú nunca has sentido por mí el existente amor a primera vista, solo la atracción física o el elogio hacia tu persona que posibilita tu interés inicial y constante en mí. Si encima me has buscado a mí porque estás hambriento de necesidades afectivas, como perfectamente lo podrías haber hecho con cualquier otra mujer que encaje con mis apariencias, es de lo peor que podrías haber hecho conmigo. La intensidad pasional desde el inicio no es sinónimo de calidad, durabilidad o de que podríamos acabar juntos. Todo lo contrario: el ofrecérmelo todo con una disponibilidad constante, te coloca automáticamente en la "friendzone". Si me ruegas mi amor, ofreciéndote como mi enésima opción por si me sigue yendo mal en el amor, nos humillaría mutuamente por no valorarnos adecuadamente. Pactar que nos emparejemos porque somos idénticos y buscamos lo mismo, como si nuestro afecto se pudiera adquirir por eBay o Amazon. Eso no es amor, sino conveniencia para satisfacer un vacío. Solo estarás listo para tener pareja cuando, al igual que yo, la quieras pero no la necesites. Será cuando por fin comprendas que tu atractivo está en lo que ofreces como individuo y vas abriendo con sencillez y el tiempo suficiente.

En este San Valentín, regalémonos mutuamente el amor propio que tantas veces es una insatisfecha necesidad primaria.
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Published on February 14, 2022 14:31

January 27, 2022

La (in)convenciencia de probar y cohabitar

Año nuevo, vida nueva.

Ésta es una de las primeras ideas que se nos vienen a la cabeza en cuanto arranca el mes de enero. Nos replanteamos nuestros objetivos, consideramos darle una nueva oportunidad a los que fallaron en el año anterior, los desechamos si todavía los vemos poco viables...

En el plano sentimental, los emparejados también inciden mucho en este aspecto a la hora de tomar decisiones trascendentales. Entre los no casados, una de las áreas más tenidas en cuenta es la de la convivencia, e incluso hay muchos casos en los que ni siquiera se piensa en ello porque se pasa directamente a la acción.

Muchos alegan que es uno de los pasos definitivos para asentar una relación, pero paradójicamente, otros tanto afirman todo lo contrario: se convive "para probar a ver qué tal les va, y si ya entonces empieza a ir mal, es que es señal de que la relación nunca terminará de cuajar y que hay que desestimar el matrimonio y la familia por completo". A esto, también es imposible no sumarle la motivación económica: con dos sueldos en vez de uno, podremos independizarnos antes de nuestros padres y cada uno gastará menos en una casa.

Aunque a muchos les duela, ésta es una gran prueba de la mentalidad consumista que se ha apoderado de esta sociedad. Se le añade a la pareja un toque de conveniencia emocional y de interés materialista. Las palabras "intentar" y "probar" indican que se parte de una desconfianza que te acabas creyendo mediante autosugestión, y que de entrada no estás dispuesto a volcarte al 100% en la relación, porque ya vas a tirar la toalla cuando se desmonta un cuento de hadas libre de las inevitables penurias que también forman parte de la vida. Todo esto, y no el propio matrimonio como institución, es lo que está provocando que España sea uno de los países con una de las tasas más elevadas de rupturas y divorcios.

¡Menudo y tan alto precio el que se paga por no saber dar su tiempo y su lugar a cada cosa! Es muy sencillo y tentador el seguir los dictámenes pasajeros del corazón, y no pensar con la cabeza en las consecuencias de nuestros actos a largo plazo. En la fase de enamoramiento, en la cual todo se idealiza porque no se conocen bien los defectos o a la propia pareja, solemos precipitarnos a situaciones de riesgo sin evaluar la posibilidad de un batacazo que negamos a creernos. Cuando ya es verdadero amor, no te importan los percances que puedan surgir porque los aceptas y decides continuar con la determinación de enfrentarlos en pareja (obviamente, con el objetivo de triunfar).

Lanzarse a cohabitar con alguien a quien apenas conocemos "por intentar y probar", se transforma en una trampa abismal si finalmente descubrimos con la misma intensidad que el Príncipe Azul era realmente un chupóptero o un rompecorazones (ejem, ejem). Y ya ni te cuento si el gozo de la independencia de los padres se queda en un pozo cuando, tras una abrupta ruptura por no saber afrontar los desafíos implícitos en una pareja, acabas arruinado y con un montón de deudas a compartir con tu ex. Al conocer sinceramente a tu pareja y asimilar vais a pasar toda la vida unidos, no necesitáis pasar por ninguna prueba de (des)confianza para confirmarlo, aunque os hayáis pasado diez años de relación sin convivir en ninguno de ellos. En el instante en que las parejas asimilan que el matrimonio no es un broche final de adorno, sino el inicio de la gran aventura en el que se asumen todas sus subidas y bajadas, son quienes más asientan el sentido de la estabilidad con una alta autoestima y tolerancia a la frustración a partes iguales.

Si piensas que el matrimonio es solo porque estáis súper enamorados y todo os va fenomenal a la perfección, mejor no te cases. Si os vais a convivir juntos porque no estás completamente seguro de que es la persona con la que vas a pasar el resto de tu vida, mejor no cohabites. Si no eres consciente de que un noviazgo conlleva inversiones y esfuerzos por conocer bien al otro, mejor no te emparejes y dedícate el tiempo suficiente para conocerte y quererte bien a ti mismo.
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Published on January 27, 2022 15:30

December 30, 2021

El lugar puesto por el tiempo

Quisiera despedir este año 2021 ensalzando la lección más valiosa que me han dejado estos últimos 12 meses, que seguramente ya os sonará porque la describí en septiembre, con motivo de mi cumpleaños.

De hecho, es una enseñanza de tal magnitud que incluso diría que no abarca solo este año, sino que ha dado una vuelta de campana a todo el conjunto de mi vida, pues por fin ha dado respuesta a muchísimos interrogantes que tardaron en contestarse en su momento.

Sí: en su día, era incapaz de ver las respuestas. Y como no las obtenía inmediatamente (o no las veía de la forma en que a mí me gustaba), su posible llegada me parecía una eternidad, o me desesperaba tanto que hasta me enfadaba con la sociedad y me sentía la más incomprendida del Universo. Por qué no, mi rabia también iba hacia un Dios del que estaba hambrienta, pero del que paradójicamente dudaba mucho.

Todas las contestaciones necesarias se resumen en una sola frase:

El tiempo pone a cada uno en su lugar, el que realmente se merece.

Imposible no acordarme de las palabras de Jesús a Pedro: "Lo que yo hago ahora, tú no puedes entenderlo. Lo comprenderás más tarde". Cada uno tenemos un único y propicio instante, singular para cada uno de nosotros, en el que abrimos los ojos de la forma más satisfactoria jamás perceptible.

Las cosas no se hacen a nuestra manera, pecando de una arrogancia que puede acabar volviéndose en nuestra contra. Es más, puede que acabemos avergonzándonos y arrepintiéndonos de habernos guiado por nuestros propios instintos, porque lo realizado por la Divina Providencia es tan magnífico que nos quedamos pequeños y hay que ser muy avispado para advertirlo.

No es necesario ni aconsejable precipitar la época de la siega, pues después los frutos sembrados y cosechados hablan por sí mismos. Quien planta la injusticia o la hipocresía, acabará picando en ese mismo anzuelo. Y si es por el método "en el pecado se lleva la penitencia" y no retributivo directo, tienes igualmente un motivo para morirte de risa ante el espantoso ridículo de esa persona. En paralelo, quien se ha sacrificado por una única semilla que ha cuidado como a la niña de sus ojos durante los meses o años de cultivo, puede estar seguro de que recibirá la provisión que necesita, o incluso una recompensa doblada o triplicada si el proceso ha estado adornado de honestidad y transparencia.

Estoy siendo plenamente satisfecha en varios episodios de mi vida requiriendo tan solo unos segundos o minutos, y también esbozo esa misma ligera y satisfactoria sonrisa de Máximo Décimo Meridio en el final de "Gladiator".

De pequeña, yo enrojecía de ira cuando alguien llamaba maníaco hipocondríaco y corruptor de menores a Michael Jackson. Ahora, solo hay que echar un vistazo a cualquier rincón del planeta y a "según qué enseñanzas educativas".

No necesito mendigar migajas económicas en mis épocas de escasez, pues debo ser agradecida si la Divina Providencia me da las oportunidades para poder autosuperarme, y más cuando me ha hecho fuerte a través de adversidades que fueron mucho peores y más vacías.

Pero ante todo, tampoco necesito suplicar el mal amor de terceras personas, especialmente de hombres, cuando el amor verdadero de cualquier parte de mi entorno puede nacer de lo mucho que aprecio mi misma dignidad.

Que tengáis un feliz año nuevo 2022, en donde el mejor regalo sean las bendiciones para el alma.
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Published on December 30, 2021 16:29

November 30, 2021

Chiquilla: el arte de ser genuina

Una de las efemérides (o mejor dicho, dos de ellas) más resaltables que hemos tenido en el calendario del año 2021 ha sido el 75 aniversario del nacimiento y 30 del fallecimiento del cantante Freddie Mercury, el legendario vocalista del grupo Queen. Él, que fue rompedor y revolucionario en todos los aspectos musicales, pronunció una frase célebre que ya he convertido en uno de mis referentes en la lucha por el éxito académico y laboral:

"No tengo el miedo de hablar claro, y decir las cosas que quiero hacer, o hacer las cosas que quiero hacer... Pienso que ser natural, y ser genuino y ser triunfar".

De seguir vivo hoy en día, y sabiendo cómo actualmente reina la corrección política y el premio a la mediocridad, Freddie Mercury habría vuelto a alborotar a la sociedad, e incluso levantando más de una ampolla. El famoso y tan llevado al extremo "Qué dirán", el que probablemente sea el apellido más común en España, nos ha privado a menudo de un más que posible maravilloso resultado que, a la larga, perfectamente se podría haber vuelto a nuestro favor. Porque de la misma forma en que Mercury alcanzó el Olimpo de la música de manera apoteósica, el tiempo también pone a cada uno en el lugar que realmente se merece.

¿Cuántas veces os han advertido de que, por decir mucho lo que piensas, te vas a buscar el descarte ajeno? ¿Cuántas veces han desalentado vuestros proyectos académicos y laborales por vuestra edad, por vuestra inexperiencia, por los recursos materiales que provisionalmente no teníais...? Es muy fácil acomodarse a la recepción del premio a la mediocridad, porque sabemos que es lo más rápido y sencillo aunque nos dejemos nuestros sueños y valores por el camino. Nos cuesta mucho esfuerzo pensar en que, en muchas ocasiones, la senda con más esfuerzo y dedicación es la que más satisface por más tiempo cuando llegas a la meta. Y dentro de ese esfuerzo, la naturalidad y el ser genuino son dos de sus principales ingredientes.

Recuerdo que a mí, hasta hace relativamente poco tiempo, mucha gente, incluso de mi edad, me llamaba "Chiquilla". Pese a que es cierto que ahora aparento menos edad de la que tengo (y de pequeña, era al revés: aparentaba más de los que tenía), me llamaba la atención porque, biológicamente, ya no tenía edad de ser una niña. Con el pasar de los años, me doy cuenta de que es por aquello que llegó a escribir Friedrich Nietzche, cuya filosofía, paradójicamente, no comparto: cuando conquistas tus aspiraciones, eres como el inocente niño que disfruta jugando a construir castillos en la arena, sin preocuparse por quién pueda destruir esa fortaleza que has armado en la orilla del mar. Pero claro está que, para mí, el Superhombre o la Supermujer es aquel que es capaz de sacrificarse en abnegación con tal de lograr un fin transparente y noble. Solo así, el gozo puede ser más puro y profundo.

Así que mentalizaos de que nada os frene en la lucha por vuestros sueños si los mismos son limpios de corazón, y como diría aquella canción de Queen demostrada científicamente como la que más euforia produce de la historia de la música: "Don't stop me now".
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Published on November 30, 2021 10:01

October 19, 2021

El papa y la mama

Si te has reído al leer el título de este post, quizás sea porque te habrá recordado a populares expresiones "cañís", como se suele decir coloquialmente. En mi caso, me siempre me acuerdo de aquellos sketches de Cruz y Raya que estaban protagonizados por el gitano Juan de Dios y todo su Ekipo Ja.

Pero no, no tiene nada que ver con el asunto a tratar hoy. Es más, hablaré de algo muy serio y que, espero, pueda ser reivindicativo. Puede que si dijera que va en pos de las mujeres, resulte más atractivo. Pero espero que igualmente siga interesando si, de improviso, acabo dando un triple salto mortal adornado con un tirabuzón.

Se me llega a hacer muy cuesta arriba empezar a adentrarme en mi mensaje principal, sabiendo el tipo de temas que voy a tocar y en la clase de tiempo que vivimos. Sin embargo, en esta vida siempre hay que armarse de valor para que se te escuche alto, porque aunque no quieras hacerlo, no te queda otro remedio.

Como si se tratase de una segunda parte de mi post "No soy inferior, ni me siento así", me aproximo nuevamente a todo ese papel que tanto se les exige ahora a las mujeres en la Iglesia, como si acaso nunca en la vida se las hubiese valorado por encima del matrimonio o la contemplación. Pero es que aquí lanzaré el dardo a la diana suprema: ahora también se exige que, en el catolicismo, las mujeres sean nada más ni nada menos que Papas. Y cuando se invierte el sexo en el título, ya os podréis imaginar el chiste.

Yo confieso, nunca mejor dicho, que cuando veo a la mayoría de gente de extrema izquierda reclamando esto, puedo percibir que, muy probablemente, ni siquiera a ellos mismos les interesan las bases bíblicas del cristianismo. Y si es así, solo es con una previa rebaja de sus valores al de una espiritualidad más, quitándole el carácter Supremo y dotándole de una cierta inspiración gnóstica, en donde cada uno encuentra a su propio Dios por sí mismo. Es más: sociológicamente hablando, me percato de que lo que más puede atraer de la figura del Papado desde el ala más ultra progresista, es la posición de poder y sus privilegios, más que la propia vocación religiosa. A esto, hay que sumarle una buena dosis de corrección política a la hora de buscar un forzada igualdad.

Yendo al grano: no solamente me llega a parecer hasta una muestra de orgullo pura y claramente terrenal, sino una pérdida de tiempo. ¿Pérdida de tiempo la igualdad en general? Claro que no, pero sí el buscarla como y donde no se debe, con el revanchismo contra cualquier institución y más contra la Iglesia Católica. Por otro lado, la pérdida de tiempo está en afanarse por el Papado femenino, cuando hay áreas muchísimo más urgentes en donde las mujeres necesitan nuestra inmediata ayuda.

Los cielos y la tierra del mundo, que también se manifiestan en forma de poderes y riquezas, terminarán pasando; esfumándose contra las Palabras del evangelio. Lo que nos llevaremos a la Eternidad serán los tesoros acumulados directamente en el Cielo, y para mí vale muchísimo más la lucha de las mujeres que batallan diariamente contra desgracias como el cáncer de mama, que ir yo como una posesa buscando el primer lugar de relevancia con la manifestación de una tiara sobre mi cabeza.

Mientras muchos reclaman gratuitamente ver a una mujer sentada en el Gran Sillón del Vaticano, millones de ellas suplican por un solo minuto más de su vida. Mientras criticamos constantemente los materiales del Vaticano tecleando desde un sofá en una red social, luego no invertimos los suficientes recursos para investigar contra el cáncer. Mientras muchos se impacientan porque les encanta usar injusta e inadecuadamente a las mujeres para satisfacer la soberbia del alma, millones de mujeres escuchan canciones del grupo The Mamas & The Papas en una sala de espera, buscando tranquilizarse para saber su posible diagnóstico médico.

Preguntémosle a cualquier mujer víctima del cáncer de mama, que en su mayoría sufren diagnósticos tardíos de su enfermedad por la falta de la debida atención sanitaria que se observa desde hace años, si ahora mismo está interesada en convertirse en el próximo femenino de la palabra Papa, con todo el batallón de combate que se le está viniendo encima en su propio cuerpo y que perfectamente se podría haber evitado desde antes de comenzar. Hay que ser muy necio para no darse cuenta de que hasta las reinas coronadas como Inés Sainz Esteban (muy guapa, pero por encima de todo, es muy inteligente), serían capaces de renunciar a la fama por amanecer un día más junto a sus seres queridos. Y los méritos que Inés Sainz ha tenido y tiene, más importantes que el de ser Miss España 1997, se los ha trabajado con el empeño y la valentía de sus propias manos. Hazañas como la de, sin ser Papa, ha peleado contra el cáncer de mama por estar ahí para su hijo como mamá, y no como una celebridad.

Por supuesto que las mujeres, y también los hombres, debemos de sacar pecho contra las injusticias. Eso sí, debemos apechugar por lo que de verdad importa. Aunque si a pesar de ello, insistís en preguntarme mi opinión sobre las mujeres en el Papado, mi respuesta la tenéis abriendo la Biblia en 1ª Timoteo 2: 5.
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Published on October 19, 2021 12:53

September 25, 2021

Lo que no comprendí entonces, lo entiendo ahora

"Respondió Jesús y le dijo: 'Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después'."
JUAN 13: 7

Para los que recordáis mi post de hace un año y me vais a preguntar si ahora mismo me encuentro con el síndrome post-cumpleañero, mi respuesta es un rotundo sí. Lo sufro todos los años, solo que en este 2021, no sabría decir si en qué medida exacta con respecto al anterior. Y es que en este último cumpleaños, viví una de las experiencias más impactantes y reveladoras de mi vida, y además fue a lo largo de más de un día.

El fin de semana pasado, coincidiendo con mi cumpleaños, la cruz y el icono de las Jornadas Mundiales de la Juventud bajaron en peregrinación a mi tierra. Sí, exactamente los mismos elementos regalados por el viejo Lolek hace 40 años y que nunca han sido cambiados en todo este tiempo transcurrido.

Yo los vi por primera vez a través de TVE1, con motivo de la visita de Lolek a Madrid en el primer fin de semana de mayo de 2003. Yo, que por entonces era una niña de casi seis años, estaba recuperándome de unos días enferma y me contagió mucho ver un ambientazo como el que imperaba en la base militar de Cuatro Vientos. Me contagiaron jóvenes sueños y, sobre todo, esperanza, la misma que allí cantó Diego Torres en directo y que me sorprendió por no ser una melodía litúrgica y solemne que yo solía asociar a lo religioso (fue lo que más se me quedó grabado, y no ha sido hasta hace relativamente poco que pude ponerle nombres a la canción y al intérprete).

Lo que yo nunca me hubiera imaginado es que aquella cruz y ese icono que me conformé con ver por la tele siendo demasiado pequeña, también llegarían hasta mí dieciocho años después. Ahora que lo pienso, me siento demasiado mayor, pero en modo paradójico. He crecido biológicamente, pero no fue hasta que me planté frente a la cruz y el icono cuando volví a sentirme, simultáneamente, pequeña otra vez.

No me hizo falta toda la ostentación que caracteriza al Vaticano. En ningún momento la eché de menos. Tal es así, que hasta uno de los sacerdotes que predicó en las paradas en mi pueblo (quien además fue el que me dio la Primera Comunión, como si de un reencuentro múltiple se tratase) nos remarcó la sencillez de una cruz que está por encima de cualquier parafernalia que pueda distraernos de ella. Y es que quien ocupó la cruz hace 2000 años, se hizo siervo y humilde por toda la humanidad, y del mismo modo eran quienes lo acompañaron en esos momentos. Lolek tampoco quiso añadirle ninguna clase de adornos a esa cruz, y era para remarcar que el crucificado triunfó sobre la muerte y que el madero vacío simboliza la victoria de la Resurrección.

Es increíble como algo tan aparentemente simple, me hizo toparme de bruces con todo lo que fui en el pasado y con lo que me he convertido. No, no pienso ser yo la que se erija como pontífice, porque eso es precisamente lo que menos me merezco y lo que más pasaba por mi cabeza durante el peregrinaje. No quiero presumir de santa ante honores que nunca me he merecido por mi defectuosa condición de ser humano. Me lo he prohibido terminantemente.

Nadie se imagina el gran shock que supone percatarse de que el recuerdo de cualquier error cometido durante el existir, puede empañar cualquier mérito propio por completo. Nadie se imagina el gran shock que supone emocionarse al ver cómo, a pesar de no merecerlo, recibimos respuestas y compensación por los propósitos de los tormentos pretéritos. Solo el Supremo Amor, lo único que necesitamos llevarnos al Otro Lado cuando abandonemos éste, puede hacer algo tan maravilloso como hacernos comprender que todo es y puede ser más fácil de lo que parece, si cada uno ejecutásemos nuestros propios sacrificios.

No solamente vi la cruz y el icono de las JMJ de cerca: también tuve el gran honor de tocar la cruz y de cargarla durante un trecho. Otra prueba más de que los caminos del Señor son más altos que los de los mortales. La noté ligera, y fue porque le añadí valor sentimental hacia el significado de la cruz, en vez de evocar a la única fuerza de Hércules o a la invulnerabilidad de Aquiles para gloria olímpica.

El tiempo pone a cada uno y a cada objeto en su sitio, y los antecedentes contenidos durante el trayecto vital tienen un significado y propósito escondido que nos hace abrir los ojos para objetivos muy importantes. Quizás es por eso que, por primera vez en diez años, me he puesto aquella camiseta de las JMJ Madrid 2011 que me trajeron de allí cuando éstas acababan de terminar, después de un periodo que recuerdo con mucha incomodidad, pero cuyo recuerdo se me hace más llevadero al confirmar por qué tuve qué pasar por ahí y las razones que me han terminado dando de ello.

En este último cumpleaños mío, que ha puesto el broche de oro a este plan caído del Cielo ante el espejo de mi vida, me he acordado mucho de Máximo Décimo Meridio, el protagonista de 'Gladiator'. Habrá gente que querrá considerarme una guerrera por todo lo que he andado y luchado en 24 años, pero el poderoso imperio romano cedido por el emperador Marco Aurelio se me queda demasiado grande: nada reconforta más a mi conciencia que la paz de regresar a la calidez de la patria, del hogar y de la justicia para mi alma.
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Published on September 25, 2021 11:14

August 30, 2021

¿Tienes dinero? (No tener nada y darlo todo)

La reflexión que publiqué el mes pasado, viene muy a colación con lo que voy a escribir en este post. Casi que podríamos decir que es una especie de segunda parte o spin off de "Ser alguien en la vida", porque el contenido irá en su misma línea. Sin embargo, aquí profundizaremos en algo mucho más concreto.

Ya conté entonces que no nos servirá de nada el afán por la gloria material (y muchas veces, pasajera) si, al final del todo, te quedas sin lo más importante, que son los tesoros del alma. Ese afán materialista puede ser por voluntad propia o por contentar a otros que puedan juzgarnos. En fin, como queriendo buscar la otorgación de una dignidad.

Una dignidad que llega a un punto de que solo lo material puede darnos derechos y libertades como seres humanos, aquella que ya mencioné en "Ser alguien en la vida". Si no ofreces de inmediato una cantidad mínima de recursos físicos para una abundante intimidad, a veces excesiva para ser tan precipitada, no mereces ser amado. Si estás pasando por una situación abusiva que no te permite algo tan natural como ser tú mismo en libertad, incluso en lo más fundamental, trágate esos abusos sin filtro ni defensa hasta que tengas dinero para largarte de ahí.

Dinero, independencia económica, casa propia. Llámalo como quieras, que no dejan de ser señales de la degradación moral del planeta, aquella que nos ha impuesto que no tenemos derecho a recibir lo inmaterial si primero nos falta lo material. Peor todavía: que los que ya disponen de lo segundo, hasta pueden mirarnos por encima del hombro o darnos lecciones de la facilidad para hacer y lograr cosas.

Gravísimo error. No lo cometas jamás.

Primero, no sabes si la persona a la que le impones ese requisito, está pasando por un calvario para obtenerlo y además caminando por una senda llena de piedras, y no de arena lisa como la que te ha tocado a ti. Segundo, esa persona a la que le arrebatas derechos por lo que directamente no tiene desde el principio, es capaz de regalar cosas mucho más únicas y valiosas que, posiblemente, para ti sean difíciles (o imposibles, si te vas a un escaparate) de encontrar. Tercero, a veces quien más dinero tiene, es el que más daño hace a los demás.

Es que eso es para contestar cabreado: "No, no tengo dinero. ¿Y QUÉ? Aunque esté pasando por las peores penurias, no me hace falta dinero para tener la capacidad de incluso desvelarme por ti y estar dispuesto a sacrificarme para conseguir tu bienestar por encima del mío". Y es que a menudo, la zona de confort, esa misma que quita la paciencia bastante rápido en las exigencias, es tan tentadora que nos hace orgullosos en cuanto a infravaloración.

Una de mis parábolas favoritas de la Biblia es la del buen samaritano porque explica muy bien esto a la perfección. El fariseo y el levita, los que tenían material y posición de sobra para lo que se les antojara, fueron los primeros en dejar tirado al hombre malherido en medio del camino, todo porque tenían porque estaban muy ocupados con sus obligaciones. Quien se molestó en parar su viaje para recoger al hombre, curarle las heridas y conducirlo hasta la posada; era quien menos dinero tenía, y encima de una región rival con la que su pueblo no se llevaba bien. El samaritano lo tenía todo en contra y aún así, lo ofreció todo por el otro hasta el extremo.

Antes de preguntarle a un individuo si tiene dinero para ser libre, párate a pensar en esto: aquel a quien hoy juzgas por sus posesiones o por sus apariencias, mañana puede llegar a ser el buen samaritano que a ti te meta un buen zasca y te haga un gran favor.
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Published on August 30, 2021 14:59

July 24, 2021

Ser alguien en la vida

Acaban de comenzar los JJOO Tokyo 2020, aquellos que se han retrasado un año por lo que ya todos sabemos. Sabiendo de la misma manera que sus atletas son deportistas de élite, me resulta inevitable acordarme siempre de la gran presión a la que son sometidos en los entrenamientos para ganar competiciones. Y encima, en varios casos, tener que compaginar ello con el desempeño de una formación académica o una carrera laboral paralela al deporte. Todo para ganar una copa o una medalla.

Trasladando lo anterior al contexto del trabajo, y más concretamente cuando empiezan a insistirte en ello desde tus estudios, a menudo se repite un mantra de pseudo-motivación que ya me suena a cliché: "Tienes que estudiar para conseguir un buen trabajo, HAY QUE ESTUDIAR PARA SER ALGUIEN EN LA VIDA".

Al principio, me lo llegué a creer. Con el tiempo, acabé cogiéndole mucho asco. No porque no crea que sea importante estudiar y trabajar, sino porque se le pone tanto énfasis a esto que da la impresión de que un individuo vale más por su currículum vitae que por su calidad humana, permitiéndonos el lujo de juzgar a una persona por sus titulaciones y su experiencia laboral: si su formación u ocupación es escasa o limitada, no nos conviene un vínculo personal con ella; pero si es extensa y prometedora, es un gran partido. Como si acaso los que se hicieron a sí mismos partiendo de ser unos "muertos de hambre", no pudieron llegar lejos con sus propias manos (siempre y cuando sean limpias y honradas, claro).

En una sociedad donde tanto se lucha por erradicar tabúes, doy un paso al frente para una de mis peculiares reivindicaciones: estudiar y trabajar NO nos hace ser alguien en la vida, porque cada uno de nosotros ya somos alguien desde que somos concebidos en el vientre de nuestra madre. Nuestra dignidad como ser humano no se compra ni se vende, porque ya viene implícita en nuestra naturaleza.

Retornando al ejemplo de los atletas olímpicos que he puesto al principio, creo que la mayoría hemos sido como ellos en nuestros campos de trabajo: sacrificamos muchas cosas importantes en el camino hacia la meta, a veces demasiado por querer ser los primeros en llegar, en vez de preocuparnos solamente por llegar. Nos dejamos más que la sangre, el sudor y las lágrimas porque podemos perdernos a nosotros mismos y a la gente importante de nuestra existencia.

Ante situaciones así, en las cuales la adicción al trabajo pasa por encima de lo que somos en esencia; siempre me acuerdo del último, inacabado y nunca publicado post en Instagram de Álex Lecquio, el difunto hijo de Ana Obregón. De hecho, pudimos conocer esta publicación gracias a ella. Ojalá nunca en tu vida conviertas tu carrera por ser un lobo del capitalismo (o del comunismo, por qué no) en el sustituto de los instantes de felicidad junto a tus allegados, porque el día que te diagnostiquen una enfermedad terminal, el triunfo académico y laboral se quedarán en un pasaporte a la nada. Es una pena que muchas veces tenga que aparecer un cáncer o algo similar para que aprendamos a apreciar lo imprescindible. En definitiva, lo que de verdad nos hace personas.

No necesito aumentar el grosor de mi expediente de estudio y empleo para algo tan sencillo e innato como es ser alguien en la vida. Lo que te hace alguien en la vida, no te lo otorga un título académico. Lo que te hace alguien en la vida, no te lo cuelga un oro al cuello, ya sea en forma de medalla o de nómina. Lo que te hace alguien en la vida, no te lo ofrece toda la gloria humana del mundo.

No tiene ningún precio ser alguien en la vida.
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Published on July 24, 2021 14:53

June 21, 2021

Dar explicaciones

Como si de un designio de la Divina Providencia se tratase, a partir de cierto año empecé a escuchar, desde mi entorno, las siguientes respuestas cada vez que contaba determinadas circunstancias mías: "No me des explicaciones", "No hace falta que me des explicaciones." o "¿Por qué tienes que darme tantas explicaciones?".

Estas contestaciones se volvieron cada vez más frecuentes hasta la actualidad, llegando a leerlas o escucharlas varias veces en una misma semana. Reconozco que todas esas palabras llegaron a chirriarme, pero porque, después de una ligera molestia ante una posible crítica destructiva hacia mi persona, al final resultaban ser una gran verdad que yo recibía como algo prácticamente novedoso en mi vida. Novedoso porque me percaté de una idea errónea con la que he vivido hasta hace muy poco: es una equivocación criarnos viviendo siempre pendientes de lo que los demás opinen de nosotros (es decir, cómo se sobrepasa un dañino cuidado de las apariencias), y peor aún, someternos constantemente y sin filtros a sus exigencias.

Esto último me lo repetían constantemente de pequeña, pero debido a mi sensibilidad hacia los comentarios negativistas de otros (y quizás, también por mi excesiva "buena educación"), pensaba que este consejo era una pérdida de tiempo. No es hasta que por fin te pones en pie y te mantienes firme como una roca, haciéndote valer por encima de tus defectos y aceptándote como eres, cuando empiezas a vivir plenamente a gusto contigo misma.

Mientras no hagamos daño a nadie o no tenga por qué hacerlo, no debemos renunciar gratuitamente a lo que somos. Si terceros te critican constantemente de manera tóxica y muy poco constructiva, encima basados en la ignorancia, el problema serio lo tienen ellos y no tú. Si te ponen de excéntrica para arriba, tan sencillo como decir bien seria: "Sí, ¿y qué? A nadie le importa lo que yo haga porque no dejo de ser persona y, cuando me equivoco, soy capaz de corregir sin patalear como tú. ¿Algún problema?". Vive y deja vivir, como quien dice.

El día que por fin decidí aplicar esto en serio, las fuerzas liberadoras comenzaron actuar en mí de veras. Y, de la mano con esta enseñanza, las justificaciones, y más a quienes tampoco tengo que dárselas, también fueron desapareciendo progresivamente. Nadie tiene por qué pensar mal de nosotros, y si piensan así con equivocación, déjales que ellos carguen con esa responsabilidad para que no te dominen.

También es cierto que existirán otras tantas críticas que, siendo constructivas y con buena intención, nos puedan incomodar. Aquí tampoco valen las excesivas explicaciones o arriesgarnos a perder nuestra propia humildad. Como he dejado entrever más arriba, si cometes errores, no cometas la inmadurez de culpar siempre a otros a modo de excusa, pero no dejes de caminar hacia adelante y sin mirar atrás, una vez consigas ponerte en pie tras el dolor que provoca una caída temporal.

¡Cuántos sufrimientos nos hubiéramos ahorrado cada uno en el pasado con algo tan simple en nuestra cabeza! ¡Cuánto tiempo de bullying nos hubiéramos sus antiguas víctimas con esta premisa, y más si nos hubiera servido para descubrir que muchos de los abusones solo encubrían su cobardía bajo una coraza de cristal! ¡Nunca en la vida existió un mejor empoderamiento que el de la autoconfianza persistente!

Sí, la esposa del César no solamente debe de ser fuerte, independiente y valiente; sino además parecerlo.
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Published on June 21, 2021 15:33

May 29, 2021

La lástima y la pena

Supongo que a muchos os sonará el nombre de Eric Clapton, famoso músico cuya carrera comenzó a fraguarse en los años sesenta. Su canción más famosa es, probablemente, la balada "Tears in heaven", compuesta a raíz de la muerte de su pequeño hijo al caer éste desde varios pisos de altura. Esta canción, emblema de sus conciertos durante décadas, es el recuerdo constante de una gran pena que Clapton no tuvo problema en mostrar y revivir. Sin embargo, tras infinidad de tiempo, llegó un momento en que el rockero se negó a seguir cantando "Tears in heaven" en sus presentaciones en directo. El motivo es que le había costado demasiado superar la pérdida de su hijo y que interpretarla constantemente le suponía una revictimización que jamás le haría salir del pozo.

A lo mejor, la mayoría habéis pensado que Eric Clapton ha demostrado tener la sangre fría, pues una de las pocas tragedias de las cuales uno nunca se recupera es de la pérdida de un hijo. Como mucho, solo se aprende a convivir con el dolor para hacerlo lo más llevadero posible, pero siempre seguirá ahí durante toda la vida. No sabemos si Clapton responde al último supuesto o es que realmente ha dejado atrás el fallecimiento de su niño. El caso, es que cuando te paras a pensar y extrapolas estos planteamientos a otras circunstancias, comienzas a ver varias cosas muy claras.

En infinidad de ocasiones he vivido experiencias muy duras que me han marcado profundamente, creándome secuelas que permanecieron en mí con fuerza, repercutiéndome además durante mucho tiempo, incluso años. La inhibición de los primeros momentos tras la pena evolucionó hasta una especie de "afán vengativo y compensativo" manifestado en forma de dar lástima y relamerme las heridas, o al menos así lo considero yo en el presente. Aunque llegara al punto de hacer daño a mi entorno.

En medio de aquellas ansias por recuperar mediante la lástima lo que a mí me habían arrebatado en la pena, no me daba cuenta de que la lástima retardaba aún más mi proceso de recuperación. Es normal, porque como me llegaron a decir, olvidar y perdonar son regalos en forma de gracia. No se puede obligar a nadie a hacerlo si en esos momentos no lo siente, por mucho que le cueste años. Cada uno somos un mundo y los problemas nos repercuten de manera distinta. Si perdonamos por quedar bien, pero seguimos rencorosos y sin olvidar, es un perdón falso que no merece la pena, como si nunca hubieras disculpado. Debe ser el afectado quien se dé cuenta de ello, y si no sucede nunca, también debemos tragarnos nuestro orgullo y aceptar la posibilidad de no poder perdonar nunca aunque duela.

Sin embargo, es cierto que cuando la víctima por fin da el paso de soltar, olvidar y perdonar naturalmente; lo cual consiste en poder vivir sin tener el problema en cuenta pese a jamás justificarlo o regresar exactamente al punto previo al percance, se quita un gran peso de encima. Es más, es entonces se arrepiente profundamente de haber recurrido a la lástima y se da cuenta de que, cuando al fin la vida comienza a recompensarte por lo que has sufrido, lo que menos debes hacer es aprovecharte de ello para ser falsamente el centro de atención de los demás.

Pena es cualquier mala situación cuyo dolor y duelo tenemos todo el derecho de atravesar en el tiempo que sea necesario para cada uno de nosotros. Lástima es cuando utilizas ésta última para volverte imprescindible ante el mundo, pero anclándote en una etapa que no tiene por qué durar eternamente.
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Published on May 29, 2021 05:01

Un Alma Libre De Mente Inquieta

Irene Maciá
Reflexiones introspectivas y personales de la escritora Irene Maciá.
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