Trajiste contigo el viento Quotes

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Trajiste contigo el viento Trajiste contigo el viento by Natalia García Freire
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Trajiste contigo el viento Quotes Showing 1-19 of 19
“Decías que el nuestro no era un pueblo, sino la agonía del campo.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“El cordero en su mansedumbre mira de frente a su asesino, nosotros le lameríamos los pies antes que vernos destripados.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Estamos hechos de polvo y mal, como las pesadillas. Nuestro cementerio es un pantano sembrado de cruces podridas que van desapareciendo cada vez que sube el río. Ni siquiera nuestros muertos quieren quedarse con nosotros.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Chssst. Chsst. Les contaré lo que sé. Me da igual. Una vez Lucía vino a mi casa, me pidió que le preparara un novenario de ruibarbo y artemisa y así lo hice. Ya saben para qué sirve. La veía llegar todas las madrugadas mirando siempre a todos lads como si alguien la siguiera, con miedo. Entraba en silencio y tomaba el brebaje, sin decir nada. Luego como si fuse yo un sacerdote, se ponía a hablar, sin mirarme. Me contó tantas cosas de su infancia, de ese pobre hombre que era su padre, de su madre muda como un tronco, de lo que recordaba, porque decía que recordaba poco, cada vez menos.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Las madres han de sentir lo mismo con sus hijos, han de querer ser ellos, estar dentro de un útero, un universo absoluto y cálido que solo ellos conocen, el registro único del secreto del mundo: las entrañas, el reflejo del cosmos, el origen.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Los pinos parecían comerse todo y vomitaban solo hojas secas, astillas y pequeños troncos que pinchaban las nalgas. "Debajo de este bosque", dijo Baltasar, "está enterrado el nuestro". La voz de Baltasar se fue apagando, dejando en mí la imagen del éxodo de cientos de pájaros, de troncos como huesos enterrados.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“No se lo había tragado la tierra, se lo había tragado la selva que es un bosque aún más viejo y más taimado.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Te quería muerto, Tadeo, pero quererte muerto también era quererte bien.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Llegaron nubes chasconas y la tierra se hinchó. Entonces, viste al viento cortarle tres ramas al quishuar. Era un viento de santos enfadados que venía del este y que el bosque recibía de mala gana. Agarraste la piedra que tenía una mancha en forma de rueca hecha de la sangre de tu hermano y la lanzaste lejos. Y te diste golpes en la sien con los nudillos.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“En ese mismo instante te descalzaste y caminaste hacia los tuyos, tu bando. Aunque ya no sabías quiénes eran los tuyos. si hubieses tenido que escoger entre los vivos y los muertos, hubiese sido más fácil. Uno siempre debía irse con los muertos porque los muertos no se comen el coco.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Y tú tenías la culpa de todo por ir a buscar a tu padre. ¿Quién querría un padre como ese?, un padre que era una herida, un padre que seguro construía un nuevo mundo con la misma piedra con la que iba a matarte.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“En ese momento, pensé que quizá ya todos habíamos muerto y habitábamos el inferno de algún dios maníaco, ¿A qué infierno iremos, guambra? ¿Al de los antiguos o al que nos enseñaron? ¿Al de los indios o al del ángel caído? Soy tonto y lento, guambra, y estoy cansado. Y ahora siento que quiero irme al inferno animal que existía desde antes de nuestras madres, allá donde hay un ciervo y no hay más humanos como en el que cuentan los curas. Como la lengua que se gana sin querer, el cielo y el inferno han de ser igual.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Entonces, lo hiciste: siempre era mejor irse con los muertos.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“En ese momento escuchaste un sonido que crecía. Como si los animales que yacían bajo tierra te hablaran solo a ti, como si el bosque solo fuese el culto herbáceo de un vasto cementerio en el que habitaban más bestias que hombres, muertas por la mano del hombre, alimentando la tierra para el hombre; gemían, bramaban, mugían, un coro animal que trasminaba las plantas de tus pies y te agujereaba la cabeza. Reconociste en ese coro el ritmo de tu baile, el que te había llevado a la cueva, y empezaste a moverte esta vez como si tu cuerpo no conociese otra forma más que esa suave danza de la noche.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Les hablaste a las estrellas con voz bajita, pero valiente y les dijiste cosas que no habías dicho a nadie: Que de cuerpo eras hombre, pero habrías deseado parir como una mujer, que habías soñado varias veces con frotarle la joroba a la vieja Gioconda y que un día te measte en las cortinas de tafetán de Esther.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“No tiene nada que ver con el dinero. Yo me había dado cuenta hace tiempo. Todos lo hacen en Cocuán. Prestan y cobran. Lo llaman chulco. Se prestan dinero y se pelean por dinero. Los billetes que circulan por el pueblo están tan desgastados que casi se puede ver a través de ellos. Es como un juego, por debajo de la mesa están todos apostando, se dan la mano, y, si no pagas, te la fracturan, si no pagas, te la rompen, al final, si no pagas, te la cortan. Los juegos tienen reglas y consecuencias. Eso es lo que los atrae. No tiene nada que ver con el dinero.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Llevamos a Diosmadre a su río. Y cuando caminamos nadie nos mira. La salvación de Diosmadre no será historia. Y las hijas de Cocuán recordarán lo que vieron, pero donde vayan nadie las creerá porque Cocuán no está en ningún mapa y solo entre nosotros murmuraremos de aquel tiempo en el que Diosmadre reinó en la tierra.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Se sabía en Cocuán tan poco de todo eso, habíamos llegado a pensar que el mundo era alto y frío, como un castillo durmiendo en la neblina, con un Dios que se acurruca adentro y un cielo pequeñito. Nadie en Cocuán creía en la abundancia del cielo.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento
“Siempre envidié los secretos que guardaba Agustina. Nunca te confesé, Tadeo, que en el fondo de mi corazón yo quería ser hija de esta mala mujer, como la llamaban en el pueblo, porque ella sabía cosas que nosotros no, comprendía el lenguaje del viento y olía a ave; y yo quería que me enseñara a hechizarte a ti y a los pájaros, para que no me abandonaran, y quería conjurar con ella en las noches de viento tibio, con las aves a nuestro alrededor, volando y bailando, borrachas de leche blanca.”
Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento