When Women Kill Quotes

“Comencé a sufrir el mismo dolor de espalda del que se quejaba mi madre. Una pulsación lenta y grave que me ceñía la cintura y me impedía trabajar. Tenía que levantarme más temprano para así alcanzar a hacer las cosas. Despertar, sacudir las sábanas, preparar la leche para la niña. Barrer, juntar la mugre, botarla a la basura. Ventilar, trapear, encerar, recoger. Cada dos o tres horas debía detenerme. Supongo que el doctor me encontró en una de esas pausas, quieta, o escuchó mi quejido y me descubrió a medio camino de levantar el canasto de la ropa sucia. Quiso saber cuánto dolor sentía del uno al diez. No contesté.”
― Alia Trabucco Zerán, Las homicidas

“And I don’t mean reclaiming wrongly persecuted figures like the witches Silvia Federici rescues from the stakes, or the killjoys Sara Ahmed vindicates as both the most disruptive and the most necessary members at the family dinner table. I’m speaking, rather, of the genuine wrongdoers, proven killers, almost irredeemable beings who are, at the same time, essential to a feminism intent on expanding accepted ideas of what men and women should feel, to include men who no longer base their masculinity on violence and women who are able to express rage without being seen as somehow less human.”
― Alia Trabucco Zerán, When Women Kill: Four Crimes Retold

“La rabia...supone siempre la existencia de un agente que causa un mal. Se trata de una emoción que apunta con el dedo a una injusticia, no a una mera falta de fortuna, y admitir esa injusticias supone exigir una reparación...en el cuerpo de las mujeres, la rabia suele ser adjetivada como desmedida, irracional, o de origen histérico, apelativos que cumplen la función de deslegitimar las causas de esa rabia y borrar así a su responsable.”
― Alia Trabucco Zerán, When Women Kill: Four Crimes Retold

“and that of Hans Pozo’s murder. She condemns the conservative 1920s newspapers”
― Alia Trabucco Zerán, When Women Kill

“Christine and Léa Papin, two”
― Alia Trabucco Zerán, When Women Kill

“la Corte deja a Rojas a un paso del paredón. Sugiere convertir a la protagonista del crimen de la calle Lord Cochrane en la primera fusilada del siglo veinte, revelando lo que verdaderamente se castiga en la mujer criminal y lo que no se puede perdonar jamás: su doble transgresión, penal y de género.”
― Alia Trabucco Zerán, Las homicidas