Mañana tendremos otros nombres Quotes

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Mañana tendremos otros nombres Mañana tendremos otros nombres by Patricio Pron
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Mañana tendremos otros nombres Quotes Showing 1-14 of 14
“Al igual que otras muchas mujeres, había sido educada para preguntarse cómo la veían hombres como J. y de qué forma debía actuar para no decepcionarlos; con enorme dificultad, a lo largo de su vida, Ella se había liberado al menos parcialmente de las implicaciones de esa educación, pero ésta regresó de alguna manera cuando se descubrió preguntándose si J. se sentía atraído por Ella en lugar de preguntarse si Ella encontraba atractivo al joven”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Nunca elegimos, sólo vivimos en lo que es. Lo que no existe es sólo como idea, y como toda idea, no puede ser habitada. Permaneces a la espera, mientras uno cree que decide algo.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Pero marcharse de la ciudad era precisamente lo que no se debía hacer, pensaba: la ciudad -había dicho Él, y Ella estaba de acuerdo- creaba sus propias visiones de evasión; si se realizaban, si el proyecto de una vida rural y futura era llevado a cabo, decía Él, la revelación de que tampoco la vida en las pequeñas poblaciones era completamente satisfactoria dejaba al sujeto sin alternativas.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Aquella tarde, dos días atrás, al regresar del trabajo, Él ya había dispuesto dos sillas frente a la ventana más grande del apartamento. Lo hacía a veces, por lo general a comienzos del verano, para aprovechar el sol: le gustaba que lo encandilase mientras leía, que el calor se le expandiese por el rostro y por el nacimiento del cabello y lo cubriera mientras su mente estaba en otro sitio, como si el sol fuera una de esas mantas bajo las que se ocultaba para leer cuando era niño, aparentemente a solas en un mundo minúsculo pero por completo personal al que no podían ingresar ni sus padres ni sus hermanos.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Debía de haber una forma de separar también los recuerdos, de modo que, de todo lo que habían hecho juntos y les había sucedido, Él solo se quedara con la mitad para que le fuese más liviana la carga.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Una y otra vez veía a personas tratando de concebir nuevas maneras de interacción amorosa, ratificando -en los hechos- la presunción de la idea del amor romántico no se ajustaba a la realidad de su plasmación, y que era ese desajuste entre las expectativas y la realidad lo que hacía a las personas escribir novelas de amor y canciones”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Un plan que era el de, podía decirse así, «estar juntos», todo lo que fuese posible y de forma tan consciente y deliberada como pudieran.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Un padre le preguntaba a su hijo, cuando Ella pasaba a su lado: «¿Compramos estas flores para tu madre?»; la respuesta del adolescente la sorprendió: «Y yo qué sé. Es tu esposa, no la mía».”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“los actores y las actrices pornográficos más reputados eran aquellos cuyo nombre también contenía el mayor número de letras situadas en el lado derecho del teclado.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“si Él fuese un ladrón, un ladrón reputado y eficacísimo, robaría su ausencia y la arrojaría al mar para que nadie pudiese continuar padeciéndola, mucho menos Él.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“Muchas veces Ella había pensado que el grupo de mensajería instantánea que compartía con sus amigas, y los intercambios que tenían lugar en él, que a menudo suponían su intervención en los asuntos de las otras, las convertían a todas en las ghostwriters de las historias de las demás, en particular de las amorosas.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“A diferencia de las generaciones anteriores —de la suya, por ejemplo—, todos ellos eran conscientes de los costes no sólo morales de las desigualdades económicas y de la precariedad; también, de las consecuencias irreversibles para el medio ambiente que tenía el consumo: todo apuntaba a que tuvieran miedo, y su ocio orbitaba alrededor del miedo también, era el de una generación a la que las superficies lisas —cuya manifestación última, pensaba Él, debían de ser la depilación definitiva, los ángulos redondeados de los ordenadores portátiles que «todo el mundo» tenía en el barrio y los colores planos y seductoramente infantiles de las aplicaciones de móviles— ofrecían un simulacro de estabilidad y orden, eran el equivalente al café de comercio justo, la carne producida en granjas en las que los animales eran, supuestamente, tratados de forma ética y la reducción de la huella de CO2 en virtud de los desplazamientos en bicicleta y coche eléctrico. ¿Cuánto CO2 producía, en contrapartida, el transporte de las frutas exóticas con las que se confeccionaban los batidos de moda? ¿Qué formas específicas de producción, con su sabiduría de sí y su conocimiento de la naturaleza, estaban siendo barridas por la proliferación de los cultivos de soja sin los cuales no habría «soja lattes» ni helados veganos? ¿Cuánta deforestación producía la emergencia del café que no necesitaba sombra para su cultivo y su omnipresencia en la vida cotidiana? ¿A qué coste humano se extraían los minerales semipreciosos que eran necesarios para el funcionamiento de sus teléfonos móviles y ordenadores, que solían cambiar cada par de años? ¿Quién pagaba, literalmente con su vida, por las camisetas a seis euros con las que se apropiaban de la historia musical del siglo xx y de sus modas, casi todas horribles? ¿A cuánto se pagaba la hora de quienes les llevaban la comida a domicilio y los conducían al aeropuerto en una celebración unilateral de la supuesta economía colaborativa? ¿Quién y para qué usaba los datos que producían con cada desplazamiento y cuando utilizaban la función de geolocalización de sus teléfonos? ¿Cuáles eran los costes económicos y políticos de su desinterés por la prensa y, en líneas generales, por cualquier otra cosa que no fuera un destino turístico? ¿Cómo es que no veían el plan maestro y su participación en él?”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
“«Todos trabajamos ya para las empresas de telecomunicaciones», afirmaba Bg. a menudo; también, y sobre todo —decía—, aquellos que abogaban por la gratuidad de los «contenidos», que no era tal sino un cambio de manos: ya no eran los productores de esos «contenidos» quienes ganaban dinero, sino los proveedores del acceso a ellos; es decir, las compañías de telecomunicaciones.”
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres