El viaje inútil Quotes
El viaje inútil
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Camila Sosa Villada2,109 ratings, 4.32 average rating, 369 reviews
El viaje inútil Quotes
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“Todas las que nos hemos arriesgado al deseo somos hijas de Marguerite Duras.”
― El viaje inútil
― El viaje inútil
“Como pessoa, não valho nem o peso do meu cabelo ressecado.”
― El viaje inútil
― El viaje inútil
“Eu teria me suicidado, cansada de ser invisível até para mim. Eu teria me matado sem a escrita, nem que fosse para chamar atenção, por ser estúpida, por fazer isso muito bem. Por me matar bem. Fantasiava que me encontravam morta num altar como uma virgem latina trans, depois de deixar o gás aberto.”
― El viaje inútil
― El viaje inútil
“Voy detrás de las sensaciones fijadas después de esa renuncia. Escribo así, nadando en una fuente llena de sensaciones, de imágenes que dictan su propio retrato. Allí, en esa fuente estoy yo.
Escribo recuerdos, como el de mi papá enseñándome a leer y escribir con una mecánica perfecta.
Todo recuerdo espera ser escrito. Una vive su vida con ánimo de escribir. Pero, en ese sentido, la escritura va muy por detrás de la memoria, es imposible alcanzar la velocidad de la memoria y mucho más alcanzar la velocidad de la memoria y mucho más alcanzarla mientras se escribe. Los pensamientos son veloces, demasiado veloces para este oficio que sigue teniendo el tiempo de una letra detrás de otra, una palabra dando la mano a otra, el ritmo de una mujer cansada. Una se sienta a escribir y entra en ese tiempo lento que nunca alcanza el paradero de la memoria.
La memoria sustenta a la escritura. Escribir es escribir recuerdos.
Para escribir, voy detrás de esos recuerdos, incluso de sueños y expectativas que no son otra cosa más que recuerdos.”
― El viaje inútil
Escribo recuerdos, como el de mi papá enseñándome a leer y escribir con una mecánica perfecta.
Todo recuerdo espera ser escrito. Una vive su vida con ánimo de escribir. Pero, en ese sentido, la escritura va muy por detrás de la memoria, es imposible alcanzar la velocidad de la memoria y mucho más alcanzar la velocidad de la memoria y mucho más alcanzarla mientras se escribe. Los pensamientos son veloces, demasiado veloces para este oficio que sigue teniendo el tiempo de una letra detrás de otra, una palabra dando la mano a otra, el ritmo de una mujer cansada. Una se sienta a escribir y entra en ese tiempo lento que nunca alcanza el paradero de la memoria.
La memoria sustenta a la escritura. Escribir es escribir recuerdos.
Para escribir, voy detrás de esos recuerdos, incluso de sueños y expectativas que no son otra cosa más que recuerdos.”
― El viaje inútil
“A penas llegué a dos o tres capítulos bastante extensos que di a leer a la persona más cercana que tenía en ese momento, a la primera persona a la que le había confesado mi “homosexualidad, una de las primeras amigas que tuve, de esas con las que se comparten los primeros secretos de nuestra vida y nuestra infelicidad, sobre todo.
La novela me dejaba bien parada como una sexy adolescente sin remilgos a la hora de la sexualidad. Lo único que recuerdo con precisión era el momento en el que mi amado profesor de gimnasia me secuestraba para llevarme a vivir a la montaña como una pareja de lobos sin responsabilidades.
Por supuesto, haber confesado aquellas fantasías no fue buena idea. Dizque preocupada por mi enfermedad, es decir mi homosexualidad, los padres se la mostraron a la directora del colegio, la directora del colegio al profesor de gimnasia objeto de mis amores, y luego me llamaro para decirme que no era buena idea andar contando por ahí que era homosexual, y mucho menos escribir una historia como esa. El profesor de gimnasia me volvió invisible, mis compañeros empezaron a rechazarme abiertamente y desde la dirección del colegio amenazaron con contarle todo a mis padres, pues ya no solo era una sospecha mi mariconería. Me quedé sin amigos.”
― El viaje inútil
La novela me dejaba bien parada como una sexy adolescente sin remilgos a la hora de la sexualidad. Lo único que recuerdo con precisión era el momento en el que mi amado profesor de gimnasia me secuestraba para llevarme a vivir a la montaña como una pareja de lobos sin responsabilidades.
Por supuesto, haber confesado aquellas fantasías no fue buena idea. Dizque preocupada por mi enfermedad, es decir mi homosexualidad, los padres se la mostraron a la directora del colegio, la directora del colegio al profesor de gimnasia objeto de mis amores, y luego me llamaro para decirme que no era buena idea andar contando por ahí que era homosexual, y mucho menos escribir una historia como esa. El profesor de gimnasia me volvió invisible, mis compañeros empezaron a rechazarme abiertamente y desde la dirección del colegio amenazaron con contarle todo a mis padres, pues ya no solo era una sospecha mi mariconería. Me quedé sin amigos.”
― El viaje inútil
