Diarios Quotes
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Alejandra Pizarnik1,717 ratings, 4.66 average rating, 238 reviews
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“Quiero estudiar, quiero aprender, quiero escribir. Tengo veintidós años. No sé nada. Nada fundamental. No sé lo que debería haber aprendido hace muchos años. Nadie me enseñó nada. Sé, en cambio, lo que debería saber mucho después. De allí que me sienta anciana y niña al mismo tiempo.”
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“Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan… Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión, un grito, sangre aullando.”
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“«Siempre estuve enamorada de gente que no existe y aquí estás vos, hoy…». «Amas en mí a alguien que no existe»,”
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“Tengo miedo y no puedo vivir en este mundo y lo quiero, claro que lo quiero, pero no sé cómo se hace.”
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“Enamorarse a solas es enamorarse del silencio, un silencio con humo y espejos. El amor, si es algo, es dos que se miran. Tú has intentado crear su mirada en tu mágico laboratorio poético. No quejarse si estás quemada y dolorida. En vez de dos ojos salió una sonrisa de desprecio. La que esperabas, sin duda. Pero como era demasiado insoportable revelarte que buscabas la desdicha pura te entregaste falsamente a lo que no buscabas.”
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“Y le dije: por favor, no me hagas daño, por favor, no te rías de mi amor. Y luego le dije: por favor, acéptame como alguien cuya sola alegría es tu existencia en este lugar miserable.”
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“Heredé de mis antepasados las ansias de huir. Dicen que mi sangre es europea. Yo siento que cada glóbulo procede de un punto distinto. De cada nación, de cada provincia, de cada isla, golfo, accidente, archipiélago, oasis. De cada trozo de tierra o de mar han usurpado algo y así me formaron, condenándome a la eterna búsqueda de un lugar de origen. Con los labios expresamente dibujados para exhalar quejas. Con la frente estrujada por todas las dudas. Con la malicia instintiva de la prohibición. Heredé el paso vacilante con objeto de no estatizarme nunca con firmeza en lugar alguno. ¡En todo y en nada! ¡En nada y en todo!”
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“¡Caer! ¡Estoy cayendo! Mientras me río, no sé por qué, me siento impura. Cuando lloro, no sé por qué, me siento yo y me purifico. ¡Cómo sufro! Mi alma es un trozo amorfo, blanquecino y lloroso...”
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“¿no te da miedo la locura? —¡Por favor! Es lo único maravilloso en esta sucia vida de mierda.”
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“Estoy ebria de soledad, de espera, de deseos abstractos, de entidades llenas de designios mágicos. ¡Qué noche para morir! ¡Qué instante para hacer el amor!”
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“8 y 1/2 h. Mi cuerpo no quiere levantarse, sino seguir durmiendo. Entreabro los ojos, aspirando los objetos de la habitación. Los cierro de nuevo, suspirando. ¡Cuántas cosas pierdo! ¡Cuántas sensaciones, vivencias, aprendizajes! ¡Todo por morir un poco más! ¡Todo por vivir menos, en ésta, mi dolorosa e irreal realidad!”
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“La miopía exalta la individualidad. Verme a mí perfectamente y a los otros como pobres seres borrosos.”
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“Hay cicatrices que se rebelan para volver a su condición primera: heridas. Y su frenesí no se conforma tampoco con retroceder un ciclo: quieren el acto nuevamente.”
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“Hay algo de prohibido en el hastío, algo que hace avergonzarse de hastiarse. Como si no bastara con el sufrimiento está también la vergüenza.”
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“seguirás siendo alguien muy ridícula, muy melancólica, pintoresca y graciosa durante unos minutos, fatigante y atrozmente aburrida en la convivencia diaria.”
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“miras como yo: con los ojos y con las manos y con el sexo y con el alma mientras la memoria hecha de piel de tambor bate ritmos cada vez más urgentes, que en verdad son llamadas, que en verdad son plegarias tácitas hechas de un silencio alborotado en donde las cosas corren y mi amor corre y todo en mí es un agua precipitada, absolutamente loca y ardiente.”
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“Suicidarse es perder la noción de la fatalidad y del destino. No tener más miedo de lo que todavía puede venir a hacerme doler y sufrir. Suicidarse es reconocer que lo peor está ocurriendo ahora. El suicidio es el rechazo rotundo del presente. Por eso pocos neuróticos ansiosos se suicidan, están siempre a la espera de un mal mayor. Suicidarse implica la máxima atención y lucidez, decirse «esta soy yo, ahora, aquí». Y saber, también, que no se debe esperar más. Suicidarse es cerrar una puerta, la de la sala de espera.”
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“Todo mi ser aspira a una sola cosa: encontrar a quien yo sé, no en el sueño sino en el lugar de los cuerpos tangibles.”
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“Mi justificación —ante nadie— es mi enfermedad. Si a alguien le rompen un tendón o un ligamento no lo acusan de «desarmonía física», no lo acusan porque llora y se lamenta. A mí me sucedió algo y yo estoy enferma. Lo anoto porque no tengo a quién decírselo.”
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“Fiesta de la autodestrucción —imposible, imposible cualquier cosa, todo imposible, imposible el amor, todo imposible,”
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“¿cómo podés irte y dejarme a solas conmigo, a solas con mis manos poderosamente nostálgicas esta noche?”
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“Y nadie o casi nadie es amado de la manera en que yo lo deseo —exceptuando algunos perros”
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“Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)”
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