Aráoz y la verdad Quotes

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Aráoz y la verdad Aráoz y la verdad by Eduardo Sacheri
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Aráoz y la verdad Quotes Showing 1-5 of 5
“Treinta años después Aráoz va pensando, mientras abre la puerta y siente la noche fresca, casi fría, que los pasos que damos al principio de la vida son tan hondos que desde entonces no podemos sino caminar una y otra vez por esas huellas.”
Eduardo Sacheri, Aráoz y la verdad
“Aráoz va pensando, mientras abre la puerta y siente la noche fresca, casi fría, que los pasos que damos al principio de la vida son tan hondos que desde entonces no podemos sino caminar una y otra vez por esas huellas. Y es un pensamiento tan deprimente, y a la vez tan complejo para esa hora de la noche, que le resulta cada vez más evidente que a la vuelta no va a conseguir pegar un ojo.”
Eduardo Sacheri, Aráoz y la verdad
“y Aráoz ya había aprendido que el miedo es una excelente llave para guardar cosas en la memoria.”
Eduardo Sacheri, Aráoz y la Verdad
“Aráoz sopesa concienzudamente la posibilidad de matarse. Mejor dicho, analiza esa alternativa como parte de su reflexión perpetua, diurna y nocturna, de cara al ventilador de techo suspendido sobre su cama. No es que sienta un impulso demasiado profundo en ese sentido. De hecho, no siente ningún impulso hacia ninguna acción, ningún comportamiento. Pero por eso se pregunta si, careciendo de todo futuro, no sería lo más aconsejable dar por terminada su presencia en Wilde y en el resto del planeta. Se lo dice así, en silencio pero con sorna, y no encuentra respuesta. Matarse debería tener un atractivo. Y no es poca cosa hallar algo atractivo en esa estepa. Matarse tendría que significar dejar de sufrir. Dejar de perder. Tirado así, sobre la cama, con los ojos fijos en alguna de las cuatro paletas del ventilador del techo, no resulta poca cosa. ¿O sí? En realidad, sí. Le da lo mismo matarse que seguir vivo. Así que va a seguir vivo. Resulta menos trabajoso que matarse.”
Eduardo Sacheri, Aráoz y la verdad
“Aráoz cierra los ojos con fuerza, más por desesperación que porque tenga confianza en que dé resultado. Es un experto en no dormir, y por eso sabe al dedillo que poniéndose rígido y contrayendo los músculos lo único que va a lograr será espantar el poco sueño que le queda. El insomnio de esta noche es diferente al de la víspera. Éste pertenece a la categoría «madrugada en blanco»: uno de los peores. Aráoz conoce otro aún más funesto: el del tipo «no pegué un ojo en toda la noche». Ese, lógicamente, es el peor de todos, y lo padece con frecuencia. Pero el «madrugada en blanco», que es el de hoy, es de todos modos detestable y cruel. Lo ataca en noches que comienzan plácidas. Noches que prometen, falsamente, descanso. Esas noches en las que a Aráoz la vida se le antoja posible porque los párpados empiezan a cerrársele y los renglones a confundírsele mientras todavía sostiene un libro sobre el pecho, y basta con sacar un brazo perezoso de entre las sábanas y apagar el velador y abandonarse al sueño con la convicción de que uno despertará ocho o nueve horas después sintiendo que le han quitado unos cuantos años de la espalda. Cierto que desde hace mucho tiempo no tiene una noche de esas. Pero por lo menos algo que se le parezca. Seis. Siete horas de corrido.”
Eduardo Sacheri, Aráoz y la verdad