El arte de sobrevivir Quotes

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El arte de sobrevivir El arte de sobrevivir by Arthur Schopenhauer
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El arte de sobrevivir Quotes Showing 1-10 of 10
“Toda satisfacción, o lo que por lo común llamamos dicha, es propia y esencialmente algo siempre negativo y nunca positivo. No se trata de una felicidad genuina que venga a nosotros por sí misma, sino que ha de ser siempre la satisfacción de un deseo. Pues el deseo, es decir, la carencia, es la condición previa a cualquier placer. Ahora bien, con la satisfacción se termina el deseo y, en consecuencia, también el placer. De ahí que la satisfacción o la felicidad nunca puedan ser más que la liberación de un dolor, de una necesidad: así hay que entender no solo el sufrimiento real y evidente, sino también cada deseo cuya inoportunidad perturba nuestra calma, e incluso el tedio mortal que convierte en una carga nuestra existencia.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“En la vida pasa como con el ajedrez: en ambos trazamos, ciertamente, un plan, pero este queda total y completamente subordinado por aquello que, en el ajedrez, se le antoja hacer a nuestro adversario y, en la vida, al destino. La mayoría de las veces, las modificaciones resultantes son tan significativas que nuestro plan, cuando llega a realizarse, apenas queda reconocible en algunos rasgos básicos.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“Lo que ocupa a todos los seres vivos y los mantiene en movimiento es el afán de existir. Con la existencia, sin embargo, cuando se tiene por segura, los hombres ya no saben qué hacer; por ello, la segunda cosa que los mantiene en movimiento estriba en el afán de librarse del peso de la existencia, hacer que no se note, «matar el tiempo», es decir, escapar al tedio. Y de acuerdo con ello, vemos que casi todos los hombres que se hallan a salvo de la miseria y las preocupaciones, ahora que se han librado por fin de todas las demás cargas, se vuelven una carga para sí mismos y toman por una ganancia cada hora pasada con alguna ocupación, es decir, cada pizca que se sustrae precisamente de esa vida, para la conservación de la cual hasta ese momento habían empleado todas las fuerzas disponibles.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“Una vez que Schopenhauer salió a pasear en una noche estrellada con su posterior biógrafo Gwinner, este, puesto que veía a Venus brillar más intensamente que de costumbre, hizo referencia a las almas que Dante situaba en esta estrella como en un lugar de peregrinación, y preguntó entonces al filósofo, volviendo a opiniones más modernas, ni aceptadas ni rebatidas por la ciencia, si no creía que allá arriba pudiera haber formas de existencia más perfectas de lo que somos nosotros. Schopenhauer rechazó tal cosa, pues no concebía que un ser que estuviera mejor constituido que nosotros, pudiera poseer voluntad de vivir. Opinaba que la serie a través de la cual la vida se elevaba acababa en el hombre, que representaba la última expresión de aquella triste progresión cuyos órganos hacían la vida si no deseable, al menos soportable para el ser humano. Y atreviéndose a elevarse cada vez más en sus pensamientos, se dirigió a su interlocutor y le espetó: «¿Acaso piensa usted de verdad que un ser sobrehumano desearía prolongar un solo día más esta mala comedia que es la vida? Esto nos corresponde a lo sumo a nosotros, los hombres; pero los espíritus o los dioses lo declinarían agradecidos».”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“Es ciertamente increíble cuán insignificante y banal, vista desde fuera, y cuán aturdida y ciega, sentida desde dentro, pasa la vida de la gran mayoría de los hombres. Es un débil anhelar y atormentarse, un sonámbulo tambalearse a través de las cuatro edades de la vida hasta la muerte, en compañía de una serie de pensamientos triviales. Se asemejan a los mecanismos de relojes, que se les da cuerda y se ponen en marcha sin saber por qué. Y cada vez que un hombre es engendrado y nace, de nuevo se le da cuerda al reloj de la vida humana para que entonces vuelva a interpretar su canción tantas veces repetida ya, movimiento a movimiento, compás por compás, con variaciones insignificantes.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“El hecho de que, detrás de la angustia, se encuentre de inmediato el aburrimiento, que afecta hasta a los animales más inteligentes, es consecuencia de que la vida no tiene ningún contenido verdadero y auténtico, sino que solo se mantiene en movimiento por necesidad e ilusión: y tan pronto como el movimiento se detiene, aparece toda la esterilidad y el vacío de la existencia.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“Lo que se opone a que los hombres lleguen a ser más sabios y prudentes es, entre otras cosas, la brevedad de la vida. Cada treinta años llega una generación nueva que no sabe nada y tiene que empezar”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“una existencia cuya verdadera valía hay que ponderar solo por la ausencia de dolor y no por la presencia de placeres y mucho menos de lujos.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“En definitiva, por norma general, el modo de proceder de los hombres entre sí se caracteriza por la injusticia, la más extrema falta de equidad, la dureza, incluso la crueldad; lo contrario aparece solo de forma excepcional. De ahí emana la necesidad del Estado y la legislación y no de vuestras ensoñaciones. En todos los casos que no se encuentran en el ámbito de la ley, se manifiesta de inmediato la propia desconsideración del hombre frente a sus semejantes, que brota de su infinito egoísmo, a veces también de su maldad”.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir
“Pues la existencia humana, bien lejos de portar el carácter de un regalo, lleva en sí el de una deuda contraída. La exigencia del pago de la misma aparece en forma de necesidades urgentes, deseos mortificantes y miseria infinita generados por esa existencia. Para satisfacer la deuda, por regla general, se empleará toda la vida: sin embargo, solo se termina con los intereses. El pago completo del capital tiene lugar con la muerte. ¿Y cuándo se contrajo esa deuda? En el momento de la procreación”.”
Arthur Schopenhauer, El arte de sobrevivir