Lo que no tiene nombre Quotes

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Lo que no tiene nombre Lo que no tiene nombre by Piedad Bonnett
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“Una idea absurda me persigue: jamás el universo producirá otro Daniel.
Siempre vendrá quien me diga que nos queda la memoria, que nuestro hijo vive de una manera distinta dentro de nosotros, que nos consolemos con los recuerdos felices, que dejó una obra... Pero la verdadera vida es física, y lo que la muerte se lleva es un cuerpo y un rostro irrepetibles: el alma que es el cuerpo.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Lo atroz —y también lo maravilloso— de nuestras vidas, es que están parapetadas sobre lo aleatorio, lo gratuito, lo caprichoso.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Pero ningún amor es útil para aquel que ha decidido matarse. En el momento definitivo, el suicida sólo debe pensar en sí mismo para no perder la fuerza. Incluso, una de las razones para escoger ese final es que nuestro cariño le pese demasiado”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Yo he vuelto a parirte, con el mismo dolor, para que vivas un poco más, para que no desaparezcas de la memoria. Y lo he hecho con palabras, porque ellas, que son móviles, que hablan siempre de manera distinta, no petrifican, no hacen las veces de tumba. Son la poca sangre que puedo darte, que puedo darme.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“¿Quién puede detener a un hombre, de cualquier edad—reflexiono ahora—cuando ha decidido terminar con su vida?”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“porque, como dice Salman Rushdie, «la vida debe vivirse hasta que no pueda vivirse más»”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Ahora sé que el dolor del alma se siente primero en el cuerpo. Que puede nacer de improviso, en forma de un repentino desaliento, de un aleteo en el estómago, de náusea, de temblor en las rodillas, de una sensación de ahogo en la garganta. O simplemente de lágrimas calientes que acuden sin llamarlas.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“... hay días en que hago venir la imagen de mi hijo hasta donde yo estoy, para abrazarlo, darle un beso en la frente, acariciar su cabeza como hice cuantas veces pude, y decirle al oído que su opción fue legítima, que es mejor la muerte a una vida indigna atravesada por el terror de saber que el yo, que es todo lo que somos, está habitado por otro.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“En mí persiste la sensación de que esta es una situación provisoria, circunstancial. Siento que algo está por suceder, que algo tiene que pasar. Y de pronto comprendo: lloro y nada pasa. Leo y nada pasa. Escribo y nada pasa.

No, eso que espero no va a pasar.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Sé también que podemos permanecer serenos ante la fotografía del ser que hemos perdido y unos minutos más tarde echarnos a llorar con el sabor de un plato que nos lo recuerda, o simplemente con el zumbido de una sierra en mitad de una tarde silenciosa. Que tememos olvidar la voz, el olor, quién sabe si el rostro.

Y que no hay un dolor más solitario. Escondo mis lágrimas, no por vergüenza de llorar en público, sino porque no quiero traspasar a mis padres, a mis hijas, a mi marido mis raptos dolorosos. Y porque ninguna palabra expresará verdaderamente el sentimiento.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Pero ningún amor es útil para aquel que ha decidido matarse. En el momento definitivo, el suicida sólo debe pensar en sí mismo para no perder la fuerza.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Todo suicidio encierra un mensaje para los que se dejan atrás. Los que lo quisimos no sabremos jamás hasta dónde cupimos en sus últimos pensamientos, ni qué palabra alcanzó a musitar para nosotros.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“«La vida es física» Siempre me gustó ese verso de Watanabe. Y también este de Blanca Varela: «[…] es la gana del alma / que es el cuerpo»”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“lo miraba vivir, con un secreto temblor, y le ayudaba a soñar, con la esperanza de que un sereno equilibrio se instalara algún día para siempre en él”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“¿Cuántas maneras hay de suicidarse? ¿Hay unas más dulces, más estéticas, más románticas que otras? Las hay repulsivas, como la del que se ahorca -que no tiene en cuenta al pobre miserable que descubrirá el cadáver-, o torturantes, como la del que se toma un veneno: Lugones, que ingirió whisky y arsénico para morir, tuvo tales convulsiones que el catre en el que yacía se desplazó de un lado a otro de la escueta habitación de hotel donde se alojaba. Las hay también absurdas y dolorosas a la vez, como la del que se autodegüella, o la del que muere dándose cabezazos contra las paredes de la celda. Y orgullosas y rodeadas de rituales, como la de Mishima, que se hizo el harakiri delante de la tropa japonesa. Y hay muertes dulces, según dice, como la del que se hunde en la nieve y muere por congelación, o la del que enciende el motor de su automóvil en un recinto cerrado y muere por asfixia. El más aséptico de los suicidios es tal vez el del que ingiere una cantidad tal de somníferos que se hunde silenciosamente en una oscuridad sin orillas. Y el más estético, aunque no menos atroz, el de aquel que entra en el agua con sus bolsillos llenos de piedras”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Años más tarde, cuando parece definitivamente confirmado que lo suyo es un trastorno esquizo-afectivo, me atrevo a ser clara con Daniel sobre lo que ningún médico quiere llamar por su nombre frente a él. Me pregunta, con los ojos muy abiertos, si eso es para siempre. Y yo, tragándome las lágrimas le contesto:

-Sí, Dani, para siempre.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Trato de pensar en la lucha que debió librar entre el deseo de acabar y su miedo, y me pregunto si fue un suicidio por impulso, un acto irreflexivo, o por el contrario una acción premeditada, lo que los expertos llaman un «suicidio por balance». ¿Había subido antes hasta el techo a preparar el terreno? ¿En qué pensaba cuando saltó? ¿Qué se siente al caer? ¿Se pierde la conciencia? ¿En las últimas horas pasamos los que lo queríamos por su cabeza? Las preguntas se alzan y mueren al instante, vencidas, derrotadas.

«La verdad es maraña», escribe Javier Marías”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Nunca hace frío en los confortables apartamentos neoyorkinos, pero afuera llueve, llueve, llueve. Y también adentro.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“(...)Las tres restantes daban cuenta, sin ambages ni mentiras piadosas, del hecho, del dato simple y llano de que alguien infinitamente amado se ha ido para siempre, no volverá a mirarnos ni a sonreírnos”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Compruebo también, a través de nuestras conversaciones, que estamos libres de fetichismos, de supersticiones, de falsos sentimentalismos, y que, para bien y para mal, vemos la muerte no como una culminación y un tránsito hacia otro lugar, sino de esa forma a la vez descarnada y sin consuelo a la que la ha reducido la historia moderna: un hecho simple, natural, tan aleatorio como la vida misma. Lo único que podemos hacer ahora para sacarla de su condición de acto animal es recurrir a un ritual de despedida suficientemente hermoso que tenga que ver con el mismo Daniel y con aquello en lo que nosotros creemos. Y a eso nos disponemos.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Pero ningún amor es útil para aquel que ha decidido matarse. En el momento definitivo, el suicida sólo debe pensar en sí mismo para no perder la fuerza. Incluso, una de las razones para escoger ese final es que nuestro cariño le pese demasiado.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Pero sobre todo porque, como escribe Millás, «la escritura abre y cauteriza al mismo tiempo las heridas».”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Dice Kertész que inmediatamente antes de morir, en la cara del que agoniza aflora «un repentino asombro. […] Entonces se entera de algo, de algo irreparable…». ¿Afloró en el rostro de Daniel ese repentino asombro? Como para aliviarlo, pero tal vez para aliviarme, hay días en que hago venir la imagen de mi hijo hasta donde yo estoy, para abrazarlo, darle un beso en la frente, acariciar su cabeza como hice cuantas veces pude, y decirle al oído que su opción fue legítima, que es mejor la muerte que una vida indigna atravesada por el terror de saber que el yo, que es todo lo que somos, está habitado por otro”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Vuelvo a Barnes: «Yo, o incluso YO, no produzco pensamientos; los pensamientos me producen a mí». En otras palabras, yo soy mi cabeza. Ahí reside la integridad de mi personalidad, lo que soy. Pero ahora mi personalidad está dividida. Estoy habitado por otro, y ese otro recuerda, desgraciadamente, al que en verdad soy. No puedo ser ni uno ni otro. Sin droga, no soy yo. Con droga, dejo de ser yo. Yo mismo soy la cuarta pared”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Cuando a sus 20 años Daniel empezó a tener comportamientos extraños, algunos amigos lo abandonaron, cediendo al primitivo miedo que nos causa la locura. Su gran pérdida fue una de sus mejores amigas, que le cerró las puertas de su casa de manera definitiva. (Luego la veré muchas veces pasar a lo lejos, una muchacha dorada, espléndida, y siempre se me encogerá el corazón). Desde entonces, teniendo ya conciencia de que es una realidad insoslayable, convierte la enfermedad en el gran secreto de su vida: el temor al estigma es desde entonces un miedo más. Solidarios con él, nosotros también callamos”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“¿Quién puede detener a un hombre de 23 años, así sea dos días después de que ha salido de una clínica de reposo?
¿Quién puede detener a un hombre, de cualquier edad -reflexiono ahora- cuando ha decidido terminar con su vida?”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Qué difícil escapar a la ortodoxia, a los caminos trazados por una sociedad que determina cuáles son las formas del éxito. Transitamos casi siempre por vías estrechas, buscando una supuesta coherencia, asustados por el caos o el diletantismo.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“[…] esta historia tiene que ver realmente con lo que no tiene nombre, con segundos de espanto para los que no hay lenguaje. Peter Handke”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“una lucidez suficiente como para querer morir.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre
“Pero la verdadera vida es física, y lo que la muerte se lleva es un cuerpo y un rostro irrepetibles: el alma que es el cuerpo.”
Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre

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