El bosque de los corazones dormidos Quotes

“No soy inmortal, pero te aseguro que mi amor por ti sí lo es”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“...el motivo aparente por el que hacemos las cosas casi nunca coincide con el motivo real que nos mueve a hacerlas. -Clara”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“Hay momentos que justifican una vida.
Y vidas que duran un suspiro.
La mía tiene sentido, amor,
porque te he conocido.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“La soledad despierta fantasmas olvidados en el alma.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“«En el bosque de los corazones dormidos solo cuenta
el tiempo en que se ama porque, en realidad, es el único vivido»”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“No importa lo que hagas para huir de ella. La muerte aguarda con paciencia su momento, agazapada tras tu sombra, dispuesta a sorprenderte cuando menos lo esperas.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“... Pero ni los fuertes latidos de mi corazón ni el ruido de la ventisca de nieve impidieron que escuchara con total nitidez la voz cristalina de mi angel.

- No te vayas.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“Durante un instante eterno me perdí en su mirada.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“- Clara, tú has abierto un claro luminoso en mi bosque sombrío. Has despertado mi corazón.
- ¿Cuánto tiempo llevaba dormido? -pregunté vacilante.
Sus ojos azules sostuvieron mi mirada antes de contestar.
- Más de cien años.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“Solo existía ese momento. Él y yo. Y el calor de nuestros cuerpos. Aquél era el único lugar en el mundo en el que quería perderme para siempre.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“Clara, tu has abierto un claro luminoso en mi bosque sombrío. Has despertado mi corazón.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos

“Aquella cosita fofa... No tenia nada que ver con el imponente atributo de mi angel.”
― Esther Sanz, El bosque de los corazones dormidos