El corazón helado Quotes
El corazón helado
by
Almudena Grandes6,914 ratings, 4.35 average rating, 681 reviews
Open Preview
El corazón helado Quotes
Showing 1-12 of 12
“Estoy cansada de no saber dónde morirme. Ésa es la mayor tristeza del emigrado. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los cementerios de los países donde vivimos? [...] ¿No comprendéis? Nosotros somos aquellos que miraron sus pensamientos uno por uno durante treinta años. Durante treinta años suspiramos por nuestro paraíso perdido, un paraíso nuestro, único, especial.”
― El corazón helado
― El corazón helado
“Como es verdad que, al final de la segunda guerra mundial, los aliados volvieron a traicionar de una manera vergonzosa, por segunda y definitiva vez, a la democracia española en general y, en particular, a las decenas de miles de antifascistas españoles que habían combatido contra los nazis —sobre todo, pero no exclusivamente, en el sur de Francia— y que se encontraron con que su lucha, y su sacrificio, sólo habían servido para afianzar a Francisco Franco en el poder.”
― El corazón helado
― El corazón helado
“Lo que diferencia al hombre del animal es que el hombre es un heredero y no un mero descendiente. José Ortega y Gasset”
― El corazón helado
― El corazón helado
“verdad. Como es verdad que, al final de la segunda guerra mundial, los aliados volvieron a traicionar de una manera vergonzosa, por segunda y definitiva vez, a la democracia española en general y, en particular, a las decenas de miles de antifascistas españoles que habían combatido contra los nazis —sobre todo, pero no exclusivamente, en el sur de Francia— y que se encontraron con que su lucha, y su sacrificio, sólo habían servido para afianzar a Francisco Franco en el poder.”
― El corazón helado
― El corazón helado
“pequeño, y pobre, y atrasado, donde no se cumplen las leyes físicas, donde la aritmética es opinable, moldeable como la plastilina, donde se divide entre todos el mérito de unos pocos y la responsabilidad de unos pocos se multiplica por todos para que nadie tenga nunca ningún mérito ni responsabilidad alguna, porque las cosas pasan solas, como por arte de magia o porque no les queda más remedio que pasar.”
― El corazón helado
― El corazón helado
“al final de la segunda guerra mundial, los aliados volvieron a traicionar de una manera vergonzosa, por segunda y definitiva vez, a la democracia española en general y, en particular, a las decenas de miles de antifascistas españoles que habían combatido contra los nazis —sobre todo, pero no exclusivamente, en el sur de Francia— y que se encontraron con que su lucha, y su sacrificio, sólo habían servido para afianzar a Francisco Franco en el poder. La Ley de Responsabilidades Políticas”
― El corazón helado
― El corazón helado
“Diez, nueve, ocho, me caigo, me caigo, me voy a caer. Mi corazón trepó hasta mi boca con la pericia de una mascota bien entrenada y el impacto fue tan violento que ni siquiera me fijé en que no estaba sola”
― El corazón helado
― El corazón helado
“― Pero... ―María frunció el ceño―, no lo entiendo. ¿Eres republicano y te gustaría ser conde?
― Sí, me encantaría ―hizo una pausa medida, risueña, para asegurarse de concentrar su atención―. Porque entonces podría pedir una audiencia, y me la concederían, y yo me iría a ver a Alfonso y le diría, toma, cabrón, métete el condado por donde te quepa.”
― El corazón helado
― Sí, me encantaría ―hizo una pausa medida, risueña, para asegurarse de concentrar su atención―. Porque entonces podría pedir una audiencia, y me la concederían, y yo me iría a ver a Alfonso y le diría, toma, cabrón, métete el condado por donde te quepa.”
― El corazón helado
“Aquella fue la primera vez en su vida que Raquel Fernández Perea vio llorar a su abuelo, la primera y la última, la única, pero nunca se sintió privilegiada ni orgullosa por haber sido testigo de su llanto, como había sido tantas veces espectadora de su alegría, porque su abuelo lloraba como un niño pequeño, sin freno, sin pausa, sin consuelo, olvidado de su nieta y de sí mismo, del hombre que había sido y del que seguía siendo, un hombre que había podido morir muchas veces y había salvado la vida para celebrar la muerte de su enemigo bailando un pasodoble con su mujer en una plaza del Barrio Latino de París, muy poco, poquísimo, casi nada, con un frío que pelaba y delante de una pandilla de inocentes, Ignacio Fernández Muñoz, alias el Abogado, defensor de Madrid, capitán del Ejército Popular de la República, combatiente antifascista en la segunda guerra mundial, condecorado dos veces por liberar Francia, rojo, español, y propietario de una pena negra, honda y sonriente que su nieta no olvidaría jamás, como no olvidaría la tarde en que le vio llorar, más solo, más angustiado, más derrotado que nunca, incapaz de seguir reteniendo por más tiempo todas las lágrimas que no había dejado ir mientras toreaba a la muerte por su cuenta, mientras se fugaba de las cárceles, de los campos, de los trenes, de los que le querían matar sólo porque era él, y que eran todos, mientras se acostumbraba al fracaso perpetuo de una vida próspera en un país ajeno, y al sueño imposible de la ciudad propia que volvía a perder cada mañana, porque somos de un país de hijos de puta, vamos a brindar, porque somos de un país de mierda, brindemos, él había levantado la copa, todas sus copas, pero había retenido también todas sus lágrimas para dejarlas ir ahora, sin freno, sin pausa, sin consuelo, para llorar el llanto de una vida entera [...]”
― El corazón helado
― El corazón helado
“Luchaban por España, para seguir luchando, para poder volver a luchar en España, y los franceses lo sabían, los aliados lo sabían, todo el mundo lo sabía. Hoy por ti y mañana por mí, pensaban pero no. Pero no. Hoy fue por ellos y al día siguiente por Francisco Franco.”
― El corazón helado
― El corazón helado
“Todos recordaban la leyenda de aquella bomba que no estalló al caer sobre las lineas republicanas en el frente de Guadalajara, y la emoción legendaria del artillero que la desmontó por curiosidad, para encontrar dentro un papel escrito en un español sólo aproximado pero más que legible, camaradas, las bombas que yo armo, no explotan. La guerra de España había sido la guerra de un anónimo obrero alemán, y esta guerra era también la suya.”
― El corazón helado
― El corazón helado
“Muerto el perro, se acabó la rabia’.”
― The Frozen Heart
― The Frozen Heart
