WenSofi (Eclecticamente_Lectora)’s Reviews > Devil of Dublin > Status Update

La luz de la luna era plateada y la del fuego era anaranjada, pero mientras Kellen y yo hacíamos el amor en el mismo lugar donde comenzó nuestra historia, el único color que veía tras mis párpados cerrados con fuerza era el azul del espíritu del lago.

La verdad es que he sido tuya desde el momento en que nos conocimos. Entonces me parecías mágico, y lo sigo pensando. Eres mi pasado, eres mi presente y, según un espíritu milenario del lough, eres mi eternidad. Así que, sí, todavía quiero...

Ser invisible era mi forma de sobrevivir. Agachaba la cabeza, me movía en silencio y no dejaba rastro. Por eso era tan bueno en lo que hacía. Pero por primera vez en mucho tiempo, no quería ser invisible. Me sentí como un niño otra vez, observando su camino, esperando que se fijara en mí, esperando que levantara esos grandes ojos verdes y dijera mi nombre con una sonrisa. Mi nombre. Carajo. No lo había escuchado...

Las llamas de la vergüenza que había estado reprimiendo desde el día en que dejé esta ciudad olvidada por Dios me atravesaron como un incendio forestal. Había olvidado lo difícil que era controlar la rabia, cómo exigía violencia, cómo ansiaba el dolor. Pero al volver a ver esa casa, al verla a ella, sentí como si nunca me hubiera ido. Volvía a tener trece, quince, dieciséis años. Esperando. Paseando. Y ardiendo en vi

Estaba familiarizado con el miedo. El miedo me mantenía vivo. Me mantenía alerta. Pero este sentimiento era diferente. Era peligroso. No porque pudiera hacer que me mataran, sino porque tenía el poder de hacerme desear que lo hicieran.

Mamá.
Mis brazos se sentían tan vacíos sin ella en ellos. Me envolví con ellos, deseando que fueran los de otra persona. Los de Él. Miré el lugar donde nos habíamos besado todos esos años atrás, en el centro del lago, donde la niebla flotaba espesa y pesada, como una nube caída.
Kellen.
Era como si nunca hubiera existido.

Me rodeé con mis brazos recién vacíos, necesitando algo que sostener ahora que mi mamá se había ido. Necesitando que alguien me abrazara.

Alcanzó la caja y me quedé helada cuando me arrancó de los brazos la última conexión que tenía con mi mamá. El dolor que sentí fue tan agudo y profundo que fue como si hubiera metido la mano en mi cuerpo y hubiera sacado uno de mis órganos. Algo vital. Algo sin lo que no sabía vivir. Sonrió con tristeza mientras se llevaba mi bazo, mi hígado y mi corazón aún palpitante hasta el ataúd de madera pulida.

Odiaba cómo se sentían mis brazos cuando no estaba en ellos. Y cuando volví a mirarla, seguía sonrojada. Tenía tantas ganas de decirle algo, de decirle lo mucho que significaba para mí, pero no encontraba las palabras. Sólo que, por una vez, no era porque estuvieran atrapadas dentro de mí. Era porque simplemente no existían. Al menos, no en este idioma.

Estar cerca de él cuando estaba así de alterado era aterrador, era como una bestia salvaje enjaulada, todo movimientos espasmódicos, ojos saltones, dientes enseñados y aliento ardiente, pero no tenía elección. Un lazo mágico y espinoso se había enroscado alrededor de mi corazón y me estaba atrayendo lentamente.