cualquiera se viste de dignidad frente a los demás, en el exterior, pero dentro de sí sabe todo lo que hay de inconfesable en su intimidad. Se cae, se cae en la tentación, para luego erguirse rápidamente, quizá con un poco de prisa, para restituir entera y sólida, como una lápida sobre la tumba, nuestra dignidad, para ocultar y sepultar a nuestros propios ojos cualquier rastro y el recuerdo mismo de la vergüenza.
— Aug 28, 2016 03:18PM
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