Lucía > Recent Status Updates

Phoebe believes a loving mother gives a person a kind of confidence to exist that Phoebe never quite had.

Socialisation theory insists that there are no innate psychological differences between men and women, and that any differences we observe must be the product of nurture, not nature.

«The ladies…are forced to follow the whims, fancies and dictates of their fathers, mothers, brothers and husbands, so that they spend most of their time cooped up within the narrow confines of their rooms, where they sit in apparent idleness, wishing one thing and at the same time wishing its opposite, and reflecting on various matters…»
Giovanni Boccaccio
The Decameron

There is no more time left and so there is weirdly no urgency for anything.

the naturalistic fallacy: the false belief that because something is natural it must necessarily be good.

Liberal feminism promises women freedom – and when that promise comes up against the hard limits imposed by biology, then the ideology directs women to chip away at those limits through the use of money, technology and the bodies of poorer people.

But of course, it doesn’t really matter where she is. She can be on the top floor, by the ocean, or in the small bedroom of her house. There is no such thing as a happy place. Because when you are happy, everywhere is a happy place. And when you are sad, everywhere is a sad place.

And then, with the money earned from this rootless labour, she is able to buy consumables that will soothe any feelings of unhappiness, thus feeding the economic engine with maximum efficiency.

This ideal liberal subject can move to wherever the jobs are because she has no connection to anywhere in particular; she can do whatever labour is asked of her without any moral objection derived from faith or tradition; and, without a spouse or family to attend to, she never needs to demand rest days or a flexible schedule.

a free market ideology that seeks to free individuals from all of these constraints in order to maximise their ability to work and to consume. The atomised worker with no commitment to any place or person is the worker best able to respond quickly to the demands of the market.

It is nice to be stood for, to feel like her arrival is an important event.

The advantage of using ‘liberal feminism’ instead is that it places these twenty-first-century ideas within a longer intellectual history, making clear that this is a feminist iteration of a much grander intellectual project: liberalism.

«It was awful, he cried, awful, awful!
Still, the sun was hot. Still, one got over things.
Still, life had a way of adding day to day.»
Virginia Woolf
Mrs. Dalloway

If the old quip tells us that a ‘conservative is just a liberal who has been mugged by reality’, then I suppose, at least in my case, that a post-liberal feminist is just a liberal feminist who has witnessed the reality of male violence up close.

«Are you here for a stay, then?»
«I might be.»
So Flint had answered her questions for twenty years, denying her right to ask them by never answering yes or no, maintaining a freedom based on her ignorance; a poor, narrow sort of freedom, she thought.

the sexual revolution has not freed all of us, but it has freed some of us, and selectively, and at a price. Which is exactly what we should expect from any form of social change ‘that is vast’, as this one certainly is.

If women had power, what would men be but women who can’t bear children? And what would women be but men who can?

The curse be turned, and turn!

Como dice Thomas Kuhn, la revolución no está solo en el descubrimiento sino en las prácticas, los objetivos, las normas de procedimiento y los criterios de evaluación.

Es un problema complejo, porque existe consenso entre las autoridades científicas de todo el mundo sobre su origen, sus causas y agravantes, y existen los instrumentos científicos capaces de monitorizar su estado y evolución, pero requiere una estrategia de soluciones múltiples, a veces contradictorias, en lugar de una sola grande.

Pero seguimos necesitando habitar un plano social superior, en una atmósfera de servicio y cooperación y de posibilidades infinitamente más honorables
La crisis climática no es un problema técnico, porque tenemos los medios técnicos para resolverla, y tenemos la información.Tampoco es un problema retorcido sobre cuya definición no hay consenso o en el qe hay competencia excluyente entre las autoridades que lo definen

Al final del trayecto «habrían pagado su impuesto de sangre, habiendo contribuido a la batalla inmemorial de los humanos contra la naturaleza, y caminarían la tierra con más orgullo, las mujeres los tendrían en más alta estima, serían mejores padres y maestros para la próxima generación». Ha pasado más de un siglo y nuestra batalla inmemorial contra la naturaleza nos ha llevado hasta el borde de la extinción.

El «equivalente moral» de la guerra que propone James es un servicio nacional, «un reclutamiento de la población más joven para que forme parte de un ejército contra la naturaleza» en el que se disuelvan las desigualdades y se forjen las virtudes trabajando juntos en las minas, construyendo túneles, trenes y rascacielos, lavando ropa, platos y ventanas.

En la guerra, observa H. G. Wells, el hombre contemporáneo abandona el mundo dominado por la publicidad engañosa, el acoso, la mentira, la infravaloración y el desempleo para entrar en un plano social superior, en una atmósfera de servicio y cooperación y de posibilidades infinitamente más honorables.

El individualismo capitalista y la hipersegmentación de las relaciones sociales nos han ido atrofiando el músculo de la acción colectiva. Queremos consenso sin debate, confianza por diseño, eficiencia sin discusión. Cada vez somos más débiles y estamos más solos. Sin diversidad no hay resiliencia y sin roce no hay comunidad.

Negociar nos obliga a pensar más allá de nosotros mismos y a exponer nuestros valores y convicciones a la meteorología variada de las convicciones y valores de otros. La falta de fricción nos vuelve blandos e hipersensibles a la crítica, una patología que domina el debate público y que ha contaminado los procesos democráticos hasta la aniquilación.

Negociar nos obliga a pensar más allá de nosotros mismos y a exponer nuestros valores y convicciones a la meteorología variada de las convicciones y valores de otros. La falta de fricción nos vuelve blandos e hipersensibles a la crítica, una patología que domina el debate público y que ha contaminado los procesos democráticos hasta la aniquilación.

Como dice jocosamente Benjamin Bratton, los datos no son como fresas salvajes que crecen de manera espontánea, sino un objeto epistemológico que ha sido diseñado para responder a una necesidad premeditada. La soberanía de los datos empieza por decidir qué datos serán registrados y con qué intención, para que sean útiles a nuestros propósitos.

Tenía la idea de que al poner nombre a los problemas, éstos se materializan y ya no es posible ignorarlos; en cambio, si se mantienen en el limbo de las palabras no dichas, pueden desaparecer solos, con el transcurso del tiempo.