Me inundó una extraña alegría. Aunque los muebles de Sears, el Renoir falso, la estatuilla del gato y lo demás me siguieran pareciendo bastante feos y de mal gusto, descubrí que había hecho uno de esos habituales esfuerzos estéticos que consisten en tragarse, sin pensarlo, un sistema entero de horteradas -Las Vegas, o una bolera, o las películas de Jerry Lewis- para después hallarlo bello y divertido.
— Nov 07, 2011 01:14PM
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