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A veces no hacer nada es lo más violento que puede hacerse.

Por eso los desodorantes y jabones son hoy en día cruciales, pues hacen al prójimo mínimamente tolerable: estoy listo para amar a mis semejantes... siempre que no huelan demasiado mal.

Esta es la clave del análisis de Marx del fetichismo de la mercancía: en una sociedad en la que predomina el intercambio de mercancías, los individuos, en su vida cotidiana, se relacionan consigo mismos -así como con los objetos que encuentran- como encarnaciones contingentes de nociones abstractas universales.

...la violencia verbal no es una distorsión secundaria, sino el recurso final de toda violencia humana específica.

...darse es una disciplina porque no es algo que salga de manera espontánea.

Muchas economías se mantienen a flote manipulando la baja autoestima de sus consumidores y creando expectativas espirituales por medios materiales.

Creo que la cuaresma del año de la misericordia pedía a gritos este libro.

Ahora el cuarto poder existe, y yo diría que es el primero, sólo que no tiene nada que ver con la libertad de prensa y sí mucho con la libertad de empresa.

En función de estas contradicciones y la falsedad de aquello de los nueve años de asistencia perfecta es que los niños malos (revisionistas) empiezan a insinuar que el niñito modelo Domingo Faustino Sarmiento era un poco mentirosito.

Pero esto es precisamente lo que propone la zoncera: que seamos zonzos cuando se trata del país y vivos cuando se trata del club de fútbol...

El humorismo popular ha acuñado aquello de "¡Mama, haceme grande que zonzo me vengo solo!". Pero esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes, como lo iremos viendo.

La República, tanto en sus principios como en la práctica diaria, era una meritocracia salvaje.

Los Estados Unidos no son el lugar donde los europeos e incluso el sujeto moderno pueden huir para resolver sus dificultades e infelicidad, no existe tal lugar.

Rousseau decía que la primera persona que deseaba un pedazo de naturaleza como de su exclusiva posesión y lo transformaba en la forma trascendente de la propiedad privada, era el que había inventado al demonio. Bien, lo contrario es lo común.

Como un misionero o un vampiro, el capital toca aquello que le es extraño y lo vuelve propio.

Un espectro recorre el mundo y es el espectro de la migración.

Hemos arribado así a una serie de distinciones que marcan conceptualmente el pasaje de la soberanía moderna a la imperial: del pueblo a la multitud, de la oposición dialéctica al manejo de híbridos, del lugar de la soberanía moderna al no–lugar del Imperio, de la crisis a la corrupción.

En el contexto del terror de Estado y la mistificación, aferrarse a la primacía del concepto de verdad puede ser una forma de resistencia poderosa y necesaria. Establecer y hacer pública la verdad del pasado reciente–atribuyendo responsabilidades a oficiales del Estado por actos específicos, y en algunos casos exigiendo retribución–aparece aquí como precondición ineluctable para cualquier futuro democrático.