“¿Pero no era él de los que siempre habían creído que si alguien llevaba, a dondequiera que fuese y dondequiera se encontrase, la cifra inmutable de sus íntimos deseos, sueños, fantasías, no había manera de que su vida se perdiese en el aburrimiento y el hastío? Porque si no en ellos, ¿dónde buscar un atisbo de esperanza?”
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Victoria de Stefano,
Paleografías