“Siempre hubo una muralla invisible que me separó de Antonio. Nunca fuimos amigos, pese a que en ocasiones nos comportábamos como tales: conversábamos, fingíamos conocer bien al otro y actuábamos con cierta confianza cuando nos veíamos. No sé si lo extraño. Es difícil saberlo, si apenas lo veía. Solo sé que algo muy parecido a la culpa me oprime el pecho. Quizá, solo quizá, pude haberlo ayudado, haber estado más tiempo con él, haberme interesado en su vida, siquiera un poco.”
―
Juan Pablo Roncone,
Hermano ciervo