“Cualquier historia debe poder contarse en sesenta secuencias. Las esenciales, las que determinan el rumbo de los acontecimientos. La tarea más importante de un guionista es tal vez elegir cuáles son esos momentos, saber separar el mineral de la ganga, descartar lo superfluo. La memoria hace siempre ese trabajo con los años de la infancia e incluso de la juventud. Sólo guarda lo que fue memorable o terrible, lo que quedó marcado a fuego en el cerebro por alguna razón.”
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Luisgé Martín,
El amor del revés