–No deseo cambiar nada en Inglaterra, a excepción del clima –respondió–. Me basta y me sobra con la contemplación filosófica. Pero como el siglo XIX se ha arruinado por un excesivo gasto de simpatía, sugiero que se acuda a la ciencia para solucionarlo. La ventaja de las emociones es que nos llevan por el mal camino, y la ventaja de la ciencia es que excluye la emoción.