Todos despertaban en Dorian una horrible fascinación. Los veía de noche y le perturbaban durante el día. El Renacimiento conoció extrañas maneras de envenenar: por medio de un casco y una antorcha encendida; de un guante bordado y un abanico enjoyado; de una almohadilla perfumada y un collar de ámbar. A Dorian Gray lo había envenenado un libro. En determinados momentos veía el mal únicamente como un medio que le permitía poner por obra su concepción de lo bello.